¿Se puede llegar a los 100 años con buena salud? Esta pregunta, que pocos en la actualidad se animarían a hacerle frente, encuentra una contundente respuesta afirmativa en el prestigioso biólogo italiano Valter Longo, quien diseñó una dieta denominada «Prolon» que afirma «no sólo puede cumple ese propósito sino superarlo». Se trata de un régimen que básicamente tiene dos ejes centrales: evitar la carne y ayunar al menos dos veces al año. De hecho, el italiano, que se ganó el mote de «Gurú de la longevidad» por la prensa, afirma que no hay que comer carne ni huevos, al menos hasta los 65 años. «No lo hacen -con ligeras variaciones- las personas que tradicionalmente alcanzan esa edad (por los 100 años), como los habitantes de la isla de Okinawa (Japón), Loma Linda en California, Icaria en Grecia y Calabria y Cerdeña en Italia», le explica Longo al El Español. A su entender, el secreto para ser centenario reside en las cantidades que le echamos al plato, hacer ejercicio, no comer grasas ni azúcares y practicar el ayuno periódicamente que «contribuye a la regeneración celular y fortalece el sistema inmunitario», asegura el bioquímico de 49 años. En su libro «La dieta de la longevidad. Comer bien para vivir hasta los 110 años» (que ya lleva vendidos más de 300 mil ejemplares), Longo defiende los menús a base de verduras, principalmente. Su método tiene dos variantes: la primera es la llamada dieta de la longevidad, una guía alimenticia para el día a día; la segunda, es la que llama dieta que imita al ayuno (DIA): una pauta de alimentación de cinco días que consiste en ingerir 1.100 calorías el primer día y 800 los cuatro restantes en una dieta que sólo incluye verduras, frutos secos, fruta con cáscara y té. Longo recomienda beber dos copas de vino al día, dos o tres tazas de café y agua. Y acompañar la dieta con ejercicio moderado: basta con caminar rápido o subir escaleras. También es clave el ayuno. «Lo que empezamos a notar, tanto en los animales como en los humanos, fue que bajaba el número de glóbulos blancos durante el ayuno prolongado», apunta Longo. «Luego, cuando se vuelve a comer, las células de la sangre se recuperan». Eliminar el «exceso de carga» El ayuno prolongado fuerza al organismo a consumir sus reservas de glucosa, grasa y cetonas, pero también descompone una porción significativa de glóbulos blancos en la sangre, un proceso que Longo compara con quitarle a un avión el exceso de carga. El ayuno prolongado además reduce la enzima PKA que, según Longo, es el gen clave que debe apagarse para que las células madre pasen a la modalidad regenerativa». Longo, que está al frente del Instituto de Longevidad de la facultad de Gerontología de la Universidad de California del Sur (Estados Unidos), y es también director del laboratorio de oncología y longevidad del Instituto de Oncología Molecular de Milán (Italia), lleva 25 años estudiando la materia, y ha seguido a 300 personas centenarias de todo el mundo y los efectos en la salud en pacientes con cáncer y alzheimer. Sus estudios se han publicado en revistas especializadas como Cell Metabolism y Cell Stem Cell. Y hace poco la prestigiosa revista Time le dedicó la tapa y le definió como «el gurú de la longevidad». Pero a Longo no le gusta que lo «metan» en la bolsa de los gurúes que la mayoría de las veces sólo persiguen el rédito económico. «Por eso explico en mi libro los cinco pilares en los que me baso -investigación básica, epidemiología, ensayos clínicos, estudio de los centenarios -la hipótesis se basa en el análisis y estudio de los sistemas complejos-. Si te fijas en esos otros ejemplos, como mucho se basan en uno o dos», cuenta sobre la comparación con otros libros de «gurués» de la alimentación. «Es importante decidir en quién quieres confiar y, para ello, se puede mirar las publicaciones en que se basan las afirmaciones, se debe de analizar si se ha demostrado en gente suficiente -epidemiología- y también la posible motivación económica», resume Longo, que cierr
La dieta de la longevidad que promete vivir hasta los 110 años
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