Los padres saben perfectamente de qué se trata. Todo está perfecto, tu hijo o hija es precioso/a y todos en la calle, las tiendas o la sala de espera del pediatra lo elogian, le tiran besos y le hacen morisquetas… hasta que algo sucede. Nunca se sabe bien qué, pero hay un detonante de la rabieta. Y el mundo color rosa se transforma en negro.
El niño o niña comienza a llorar, cada vez más fuerte, en el medio incluye gritos y la angustia es tal que también le cuesta respirar. Llora, grita, patalea y vuelve a gritar. Las miradas de comprensión desaparecen y todos a tu alrededor comienzan a comentar –en voz baja, claro-. Ya no sabes qué hacer. Es que no se detiene. Ya agitado, colorado y de muy mal humor, abandonas el lugar para salir a la calle… aunque llueva o truene.
¿Quién no vivió esa situación? Esta cronista lo experimentó durante la tarde del martes, en la sala de espera del médico. Lloraba y gritaba mucho y, en vez de empatía, los otros padres comenzaron a mirar la situación como si a ellos nunca les hubiera pasado. Mentirosos. O peor, negadores.
Un diario español reseñó la historia de alguien que sí supo cómo resolverlo. El actor estadounidense Justin Baldoni colgó en Facebook una foto de él junto con su padre impasibles mientras su hija lloraba tirada en el suelo en un supermercado Whole Foods. A través de esta imagen, Baldoni pretende lanzar un mensaje de tranquilidad hacia muchos progenitores que se han visto en la misma situación: «Hay que sentirse cómodo en lo incómodo».
«No hay padres perfectos, pero una cosa que me enseñó el mío fue a no ser padre en función de lo que los demás pensaran. Mi padre siempre me dejaba sentir lo que necesitaba sentir, aunque fuera en público y embarazoso. No recuerdo que me dijera ’¡Me estás avergonzando!’ o ’¡No llores!’. No fue hasta hace poco tiempo cuando me di cuenta de lo importante que fue para mi propio desarrollo emocional. Nuestros niños están aprendiendo y procesando tanta información y no saben qué hacer con todos estos nuevos sentimientos que aparecen», escribió el actor en su muro.
Y agregó: «No es embarazoso para mí cuando tiene un berrinche en la tienda de comestibles o cuando grita en un avión. Soy su padre… no el tuyo. No nos avergoncemos de nuestros hijos. De hecho, probablemente deberíamos ser también un poco más amables y pacientes con nosotros mismos. Si pudiésemos expresar lo que estamos sintiendo y tener berrinches y llorar cuando sentimos la necesidad, tal vez podríamos ser más alegres y felices».
El post de Baldoni se hizo rápidamente viral y ya fue compartido casi 40.000 veces y tiene cerca de 100.000 comentarios.