El neuromarketing es una de las nuevas palabras de moda en la industria del Marketing, gracias a sus buenos resultados y al potencial que tiene para entender qué quiere realmente el consumidor.
Las marcas pueden así interpretar las reacciones que causan sus anuncios y, aunque los expertos suelen señalar que no se trata realmente de manipular lo que los consumidores quieren o hacer, es importante «atacar» los deseos más profundos de sus clientes para conseguir vender.
Las cadenas de supermercados están ya utilizando el neuromarketing para decisiones tan básicas como dónde se sitúan las cosas o cómo el olfato impulsa las compras. Y, aunque aún no está todo dicho sobre esta disciplina, es posible ya descubrir algunos puntos base que permiten mejorar los resultados de las marcas y de las compañías empleando el conocimiento que ya existe sobre el funcionamiento del cerebro.
Aquí 6 tips a tener en cuenta:
1. Centrarse en las emociones
Lo que el neuromarketing ha demostrado es que las decisiones de compra no son sólo racionales.
Ante todo, el cerebro responde de manera emocional.
Todas esas respuestas se toman en la parte bautizada como «cerebro reptiliano» y ahí es donde las marcas deben intentar llegar.
Las empresas deben centrarse en generar esas respuestas, porque así ganaran al consumidor y conseguirán una mejor recordación.
2. Llegar al mayor número de sentidos posible
El marketing sensorial funciona.
El marketing olfativo modifica, por ejemplo, cómo se percibe una marca y hace que el consumidor no se olvide de lo que ha sentido.
El recuerdo de marca es mucho más intenso que el de los estímulos visuales y es por eso que las marcas se hayan lanzado ya a una «guerra de olores», señala Puro Marketing.
Lo mismo sucede con la música: no es sólo un hilo musical para acompañar la compra, sino un elemento que puede hacer que las personas compren más, que sean más rápidas o que se entreguen a una visita relajada y completa de una tienda.
Lo más recomendable es hacer un esfuerzo de marketing sensorial combinado: las marcas no deben quedarse con uno o con otro estímulo, sino que deben apostar por llegar al mayor número de sentidos posible para conseguir que el poder del recuerdo sea aún mucho mayor.
3. El dolor vende más que el placer
Curiosamente, el neuromarketing ha demostrado que lo que más toca a los consumidores es la promesa de dolor más que la del placer.
Es que los consumidores se centran más en no ser heridos que en la necesidad de sentirse bien a la hora de tomar decisiones, destaca Puro Marketing.
La respuesta que los consumidores dan a lo que promete evitar el dolor es tres veces más fuerte que a aquello que asegura brindar placer y felicidad.
4. Al consumidor no le interesa la marca
Como apunta The New York Times un experto en neuromarketing, hay que evitar empezar cualquier relación con el consumidor hablando de «nosotros» o lanzando un discurso sobre las características de la marca.
A lo que reaccionarán es a cómo los ayudará a ellos.
Hay que ser directos: la marca debe mostrar el producto. El mensaje simple llegará antes.
5. Nunca es temprano para llegar al cerebro del cliente
Quizás pueda ser discutible qué es lo que puede o no puede permitirse una empresa cuando se está acercando al consumidor, pero la respuesta que queda en la parte más profunda del cerebro no empieza en la edad adulta.
En «Así se manipula al consumidor», Martin Lindstrom pone varios ejemplos de cómo el cerebro del niño marca lo que va a consumir como adulto.
No sólo se reconocen rápidamente las marcas, sino también los valores asociados a ellas.
Y además se asocian un montón de elementos subconscientes durante la infancia.
Los estímulos llegan incluso hasta el útero materno: un centro comercial asiático descubrió que la música que las mujeres embarazadas escuchaban durante sus visitas tenía un efecto después en las pautas de comportamiento ante la marca de sus bebés.
6. No dar nada por sentado
Puede que las ideas puedan parecer arriesgadas o que la tradición determine que lo que los consumidores quieren es esa cosa concreta.
El neuromarketing ha demostrado que no hay que asumir nada como dogma de fe y que lo que una marca debe hacer para saber qué es lo que quiere realmente la audiencia es preguntarles a sus cerebros.
Fuente: iprofesional.com