Cuando los policías entraron al departamento, las empanadas todavía estaban calientes y en la mesa había cubeteras vacías. No había dudas de que el lugar había sido sede de una fiesta y que la cena había terminado poco tiempo antes. Sin embargo, no quedaba nadie. La sorpresa llegó minutos más tarde, cuando los agentes encontraron el cuerpo del dueño de la casa debajo de la parrilla, atado de pies y manos. Los detalles del crimen conmocionaron a los vecinos de La Pampa, que este jueves marcharon para reclamar justicia.
Diego Loza tenía 34 años. Era empleado municipal en la terminal de ómnibus de Santa Rosa y vivía en un departamento ubicado en la esquina de Emilio Zola y avenida Luro. El lunes 25 de junio, preocupados porque no respondía los llamados ni aparecía en su trabajo, sus familiares denunciaron la desaparición. Esa misma noche la Policía allanó su casa y descubrió que lo habían asesinado.
Por el homicidio fueron detenidos dos sospechosos: Walter Rojas Pedraza (22), arrestado en una obra en construcción, y un joven de 17 años, cuya identidad no trascendió. Cayeron 48 horas después del hallazgo del cuerpo de Loza. Para llegar a ellos fue clave la pista de las empanadas encontradas en el departamento de la víctima, ya que los acusados quedaron grabados por una cámara de la rotisería en la que compraron la comida.
La reconstrucción del crimen sumó detalles escalofriantes a la historia. Los investigadores determinaron que Loza fue asesinado a tiros durante la madrugada del 23 de junio. Lo atacaron mientras estaba en el baño y le dieron tres balazos: uno en un codo, otro en el pie y uno mortal en la boca. Luego envolvieron el cadáver en una frazada y lo escondieron en la parrilla del balcón.
Tras el asesinato, se quedaron dos días en el departamento. Allí organizaron una fiesta con amigos. Aunque aún no está claro cuántos minutos pasaron entre que la fuga de los asesinos y la llegada de la Policía al departamento, una de las hipótesis es que escaparon por los techos al escuchar los ruidos que provocaron los agentes que realizaron el allanamiento.
Cuando lograron identificar a Pedraza como uno de los sospechosos, los investigadores descubrieron que había publicado el televisor de la víctima en un sitio de compra y venta de artículos usados. «Nuevo. En su caja original», anunciaba en el posteo.
Con las evidencias recolectadas hasta el momento, la fiscal Cecilia Martini decidió acusar a los detenidos por «homicidio calificado triplemente agravado». Dentro de la imputación consideró la alevosía utilizada contra Loza, la premeditación y la participación de dos personas. El uso del arma, un revólver calibre 22, también entró entre los agravantes. Según trascendió, luego de ser detenido uno de los acusados confesó el homicidio y dijo que mató a Loza «porque gritaba mucho, se quejaba por los tiros».
Unas 400 personas organizaron este jueves una marcha en reclamo de justicia por el crimen de Loza y otros tres homicidios cometidos en Santa Rosa.