Por Alcadio Oña ,Clarín
Ya está. Eso que era un secreto a voces en el mundillo empresario y Clarín comentó desde aquí el 26 de abril, acaba de ser llevado a la superficie por Alfonso Prat-Gay: habrá finalmente un blanqueo de capitales. Aunque mejor sería decir que habrá un proyecto de ley cuya primera escala será la Cámara de Diputados.
La explicación de la movida, directa y sin demasiados recovecos, fue ventilada estos días por un hombre muy cercano a Prat-Gay: “Necesitamos recaudar más y mover economía y la actividad”, comentó durante encuentros personales con varios economistas.
Pasó en una ronda de consultas orientada a explorar cuestiones que pudieran ser incorporadas al proyecto, como que entre los operadores hubiese bancos privados además del Nación. Y aun cuando las fuentes prefieren preservar el nombre del interlocutor, hurgando un poco se llega a Pedro Lacoste, el viceministro de Hacienda y Finanzas.
Hubo testeos similares, solo que tuvieron lugar en despachos encumbrados de la Rosada. Todo junto deja en evidencia los cuidados y, de seguido, el peso que el Gobierno le asigna al tema. Sin duda, porque así es y porque representa una jugada fuerte y de riesgo.
No se tratará solamente de un blanqueo sino de un verdadero paquetazo fiscal que, dicen en medios privados, sería mandado a Diputados hacia julio o agosto. Otras fuentes, ahora cercanas al campo oficial, advierten: “Yo no arriesgaría fechas. En algunos ministerios están trabajando a todo vapor y los tiempos pueden acortarse”.
De ese trajín habla una versión muy firme. Dice que el jueves Alberto Abad, el jefe de la AFIP, se reunió por separado con el Presidente y con Prat-Gay.
Mauricio Macri ya maduraba la idea desde cuando era un candidato con grandes chances y la compartía con Daniel Scioli, ambos apurados por la necesidad de empezar a corregir el descalabro fiscal heredado del kirchnerismo. Justamente, parte del comentario atribuido a Lacoste.
Hoy la apuesta se llama 4.000 o 5.000 millones de dólares contantes y sonantes, que podrían cosecharse entre este año y el que viene, el período durante el cual estará abierta la ventanilla de la AFIP.
Llegado este punto, vale precisar ciertos datos. Esa podría ser la recaudación directa, lo cual es distinto a la cantidad de plata que según algunas estimaciones sería blanqueada: cerca de US$ 50.000 millones dependiendo del interés de los blanqueadores y muy lejos de los US$ 366.000 millones que, descontados diversos conceptos, sumarían los activos sin declarar.
Y si el problema del proyecto son el kirchnerismo y el post kichnerismo en el Congreso, el problema será también de ellos. Primero en 2009 y luego en 2013, Cristina Kirchner sacó dos blanqueos monumentales y los dos hechos a la medida de los amigos del poder si no del poder mismo. El último fue el que hizo famoso al CEDIN, tan famoso como improductivo.
El nuevo régimen incluirá rigurosos controles antilavado y dejará afuera a funcionarios y ex funcionarios públicos y a personas con juicios abiertos por fraude al Estado y lavado de dinero. Aún así, el macrismo deberá desplegar esfuerzos considerables para hacer políticamente digerible la medida, pues saldrá en medio del ruido que meten casos como el de Lázaro Baez y otros que rondan al propio gobierno.
Pero mandan la recaudación y el objetivo de activar la economía y atraer dólares. Todo al final imprescindible.
Como en cualquier blanqueo, el dato clave es cuánto costará, pues ahí se mide el posible rendimiento de la medida. La información en danza habla de alícuotas que van del 8 al 10% para aquellos que decidan mantener sus fondos en el exterior, y del 4 al 5,5% para quienes los ingresen al país.
Sin embargo, una frase de Prat-Gay sembró dudas sobre el andamiento de esa información: “Habrá una tasa impositiva que va a ser alta, porque es una cuestión moral”, dijo el jueves en un encuentro con financistas. Más que sembrar dudas, indujo a pensar que el costo será mayor al 10%.
Sigue abierta en cambio la alternativa de las alícuotas diferenciales según se traigan o no los fondos del exterior; simplemente porque atado va el ingreso de plata al circuito económico.
Menos difusa es la factibilidad de canalizar el blanqueo por medio de un bono con una tasa muy baja para el Estado. Antes de ahora esto ya fue estudiado en la AFIP.
También suena fuerte la variante de fijar alícuotas menores al resto cuando se trate de montos chicos. Algo semejante a una ofrenda dedicada a la clase media, que podría blanquear dólares y destinarlos, por ejemplo, a la compra de un departamento. Hay muchísima gente con plata en cajas de seguridad.
Además de las alícuotas, el régimen implica pagar impuestos por fondos que estaban en negro y ambos, una doble vía de divisas y recaudación en tiempos cuando más las necesita el Gobierno.
Parece casi definido, si no enteramente definido, que el blanqueo irá acompañado de una moratoria amplia y generalizada. Habrá cuotas distribuidas a lo largo de unos cuantos meses y el señuelo de un descuento sobre pagos al contado. La aconsejan la teoría tributaria y cierta equidad con quienes aquí han dejado caer obligaciones fiscales o, apretados por otras perentorias, apelaron a ese recurso. Como sea, otra vez plata pensando en la AFIP.
El paquete de blanqueo más moratoria incluirá un premio a favor de los contribuyentes cumplidores, equivalente a pretender que no sólo hay atenciones con los incumplidores. Probablemente haya algo extra dentro de esta tanda, algo que también suena en despachos del área económica: aumentar el piso del impuesto a los bienes personales, el mal llamado impuesto a la riqueza. Quizás de los actuales 305.000 pesos a un millón de pesos, y casi seguro aplicándolo sobre el excedente y no, como ahora, sobre el total de los bienes declarados.
Algunos funcionarios barajaron la idea de eliminarlo directamente, con el argumento de que le deja muy poco dinero al Fisco. Políticamente atractiva, salvo por un detalle: las declaraciones o la evasión en bienes personales son un canal que conecta con el cumplimiento-incumplimiento de otros impuestos. Imposible eliminarlo.
Dice un tributarista que comprende el plan de balancear las cargas, así no dejen de ser desparejas: “Entre la quita a las retenciones del campo y la minería, la rebaja del IVA para la canasta familiar, los beneficios a las pymes y otras medidas, por ahora sólo paga la AFIP. Es bueno que también pase a cobrar, porque así esto no cierra”.
Pero dentro del nuevo paquete tributario no queda claro el papel de inversión privada realmente productiva. Prat-Gay confía en que una porción puede salir del blanqueo y confía sobre todo en la apertura del crédito externo.
Claro que hasta las inversiones más rendidoras pierden frente a las tasas que paga el BCRA o toman el camino de la bicicleta financiera. Federico Sturzenegger insiste en que no las bajará mientras la inflación no dé señales de retroceso bien visibles. De momento, anticipos de la película: falta ver la película.
Fuente: http://www.ieco.clarin.com/paquetazo-fiscal-reactivar-recaudar_0_1576642502.html