El autor de «El nombre de la rosa» fue despedido con muestras de afecto en todo el mundo, que incluyeron a intelectuales, políticos y figuras de la cultura que incluye a muchos mandatarios, entre ellos, el primer ministro de Italia Matteo Renzi, quien señaló que su muerte ese «una pérdida enorme para la cultura, que echará de menos su escritura y su voz, su pensamiento agudo y vivo». Renzi destacó la «inteligencia única» del autor del «Tratado de semiótica general» y lo definió como «un ejemplo extraordinario de intelectual europeo», trascendió en la agencia de noticias italiana Ansa. Por su parte el presidente de España, Mariano Rajoy, aseguró que la obra del escritor piamontés «permanecerá en la memoria» de los pueblos. En tanto que su par francés, Francois Hollande, eligió recordarlo como «un gran humanista» e ironizó que «las bibliotecas han perdido a un lector insaciable, las universidades a un profesor brillante y la literatura a un escritor apasionado». Eco «fue un gran erudito que se sentía cómodo tanto con la historia medioeval como con los dibujos animados: fue uno de los primeros académicos en defenderlos en los años ’60», subrayó Holande. «Saludo a la memoria de este gran italiano que ha sido siempre un gran amigo de Francia», destacó, sobre el filósofo y lingüista que «se interesaba por todo, porque consideraba que en la sociedad todo es un signo». Asimismo, recordó las palabras pronunciadas por el novelista en enero del 2012, cuando fue nombrado Commandeur de la Legion d’Honneur, el máximo honor concedido por el estado francés: «Para mi Francia ha sido siempre una segunda patria. En ciertos aspectos conozco mejor a la literatura francesa que a la italiana». Desde Argentina -país con el que tenía una relación especial ya que admiraba a Jorge Luis Borges y era amigo del semiólogo Eliseo Verón- , la vicepresidenta Gabriela Michetti se refirió a un «gran legado literario». Michetti inquirió en las redes sociales «quien no se cautivó con ‘El nombre de la rosa'», el bestseller traducido a unos 50 idiomas que llegó al cine protagonizado por Sean Connery. Fue su director, el francés Jean-Jacques Annaud, quien lo definió como «un personaje muy erudito y de una alegría de vivir asombrosa. Una mezcla entre el sabio y el hombre que amaba reír y comer». La última novela de Eco fue «Número cero», que se publicó en marzo último cuestionando fuertemente el periodismo, corolario de una cuantiosa producción que incluyó relatos de ficción y numerosos ensayos sobre semiótica, estética medieval, lingüística y filosofía, de hecho, el mismo se definía como un filósofo que escribía novelas. Nacido en Alessandria el 5 de enero de 1932, norte de Italia, fue Doctor Honoris Causa de 38 universidades alrededor del mundo y Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2000. Este especialista en comunicación se desempeñaba al frente de la cátedra de Semiótica de la Universidad de Bologna -donde puso en marcha la Escuela Superior de Estudios Humanísticos o ‘Superescuela’ que desde 2008 difunde la cultura internacional entre licenciados con alto nivel de conocimiento- y es autor de una poderosa obra atravesada por la filosofía tomista y la cultura medieval. Entre su obras más famosas se encuentran «El péndulo de Foucault» podía leerse como la crítica de «El código Da Vinci», decía Eco, una historia de tres intelectuales que inventan un supuesto plan templario para dominar el mundo, intempestivamente tildada como «bufonada», «charlatanería», «profanación» y «blasfemia» por la Santa Sede tras su publicación en 1988. Autor de ensayos como «Apocalípticos e integrados», Eco defendía que toda expresión cultural debía situarse en su contexto histórico, como se ve en escritos que han contribuido a difundir temas de estética y arte contemporáneo. Conceptos como signo, código, metáfora o símbolo fueron desarrollados en su famoso «Tratado de semiótica general». «Los libros son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser
Los restos de Eco serán despedidos en Milán
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