Se sabe que el fanatismo, ya sea en el deporte, en la política, o en la música, tiene entre otros condimentos el perdón a cualequier desliz que tenga el ídolo en cuestión. Y esto quedó demostrado en la noche del viernes cuando unas 15.000 personas, desde bien temprano y en su inmensa mayoría mujeres, esperaron a que “El Rey Sol” saliera a cantar. Está claro que nadie espera que un cantante que anuncia el recital a las 21 comience de manera puntual. Unos 15 ó 20 minutos de “atraso” son normales para esperar que llegue la gente, pero acá Luis Miguel se tomó 45 largos minutos para iniciar su recital que lo llevaría a recorrer más de 25 años de trayectoria. Primero fue un largo popurrí de sus mejores temas interpretados por una gran banda, con muy buenos músicos, y una sola mujer en el coro, tan bella como acertada en su canto. Así fueron pasando canciones como «Qué nivel de mujer», «Dame», «Suave» y «Sol, Arena y Mar». Luis Miguel y su aceitada y profesional banda intercalaron algunos hits bailables con boleros o románticas baladas como «La última noche», «Amor, Amor, Amor», «Que tú te vas», «Todo y Nada», «Sabor a mí», «Sin tí», «Por debajo de la mesa», «La gloria eres tú» y «Bésame mucho». También tres pantallas gigantes de alta definición mostraban a “LuisMi” en su época de grandes éxitos, y tal vez aquí comenzó cierto desatino entre lo que la gente ve, y lo que realmente el cantante es hoy. Porque está claro que el tiempo pasa para todos y deja su huella, y esas imágenes de un LuisMi veinteañero, joven, delgado y ágil, no tiene nada que ver con el que se presentó en el escenario. No es esta una crítica a la estética del cantante, cuyo principal valor es el de interpretar canciones. De hecho, Adele es una gran cantante y su figura, y por suerte su voz, contrasta con la de las cuasi anoréxicas Taylor Swift o Miley Cyrus. En esta seguidilla de temas ya se pudo apreciar algo que sería una constante a lo largo de los 80 minutos de recital: Luis Miguel cantaba una estrofa y luego colocaba el micrófono en dirección hacia el público para “escucharlos” cantar la siguiente estrofa. “El año pasado no era así. Cantaba seguido, estaba más dinámico”, recordaba una fanática, que sin embargo se mostraba feliz por el desarrollo del recital. Las fans apoyaron toda la noche al astro azteca que había iniciado esta gira en México donde canceló un show aduciendo problemas de salud. Cuando entró la balada clásica «La Incondicional», Luis Miguel arrojó varios ramos de flores al público, mientras el público entonaba hasta la última palabra de esta canción de su época de gloria. Una explosión de papelitos hizo notar que «Labios de Miel» era la última canción del recital y Luis Miguel se retiró del escenario saludando con su mano y ya no regresó. Mientras la gente dejaba el Estadio GEBA el musicalizador no tuvo mejor idea que poner “Come fly with me” de Frank Sinatra, parecía una broma, en una noche sólo para fanáticas.
Luis Miguel en GEBA
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