Un mendocino de 32 años fue detenido en San Luis, adonde escapó con la menor y 900 pesos para pasar «una semana de felicidad». Los encontraron deambulando por la calle. «Ya hace un año que nos vemos a escondidas», aseguró
«Empezaron miradas, cosas que nos empezaron a gustar entre nosotros. Sonrisas, gestos, muecas, caricias a escondidas, todas esas cosas». Así explicó a un medio puntano el trabajador rural mendocino que fue detenido el sábado pasado en las calles de San Luis, adonde escapó con su sobrina de 11 años, con quien, asegura, tiene «un amor clandestino».
La menor desapareció de su casa, en la ciudad de Tunuyán, el 16 de diciembre pasado, día en que Sergio Fabián Fernández, de 32 años, la pasó a buscar por su casa con un remís «trucho», para llevarla hacia Mendoza capital, donde tomaron un micro hasta la provincia vecina para pasar «una semana de felicidad» en la localidad de San Francisco.
En la casa del hombre habían quedado su mujer y su hija de cuatro años. A pocos metros de allí, en la vivienda de la menor, su madre entraba en pánico al enterarse a través de una carta de que su hija había escapado con su tío, de quien estaba «enamorada», y con quien planeaban pasar la última semana de sus vidas.
Al llegar a San Luis, Fernández tenía en su billetera 900 pesos, pero decidió pasar por el casino y «por suerte» pudo ganar 600 más. «Eché sólo 30 pesos», dice recordando la hazaña ante la cámara de Agencia de Noticias San Luis.
Como no había micros hacia San Francisco, Fernández decidió que viajarían en taxi. Una vez allí se hospedaron en el hotel «La Candela», a cuatro cuadras del centro del pueblo. Traían apenas una mochila con ropa, champú, un paquete de galletas y una frazada.
La «aventura» y el dinero duraron poco. Una sola noche en la comodidad del hotel y luego fueron a deambular por el río, donde pasaron la noche entre las «piedras grandes». «Nos agarró la tormenta; nos mojamos enteros desde las 3 a las 8», contó.
A la mañana siguiente la policía local junto a una delegación mendocina los encontró andrajosos, agotados, caminando por las calles del pueblo, cerca de la comisaría. Les preguntaron sus nombres y cuando le dijeron a Fernández que lo buscaban, contestó: «Sí, me estaba yendo a la comisaría a entregarme».
La nena fue restituida a su familia y quedó a disposición de la justicia mendocina. Si bien ya verificaron que no había mantenido relaciones sexuales recientes, le harán estudios para saber si ya fue iniciada sexualmente. Fernández será investigado por graves delitos como privación ilegítima de la libertad, corrupción de menores o abuso sexual, si se comprueba que hubo.
Un año y un mes con una menor
Ya detenido en la comisaría 14° de San Luis, Fernández contó a un medio de prensa local que ellos se aman y que la relación no se trata de un «capricho».
«Me decía a mí mismo, no puede ser que ella sienta algo por mí, porque tiene 11 años, nada más. Y yo tengo una mujer, tengo una hija y cómo puede ser que se vaya cruzando la idea de tener algo con ella, y sin embargo fue mucho más fuerte y nos empezamos a ver a escondidas. Ya llevamos un año y un mes juntos», confesó el peón rural.
«Es algo tan grande (lo que siento) que no puedo hablar. La amo. Daría todo, hasta mi vida -dijo entre sollozos- . Sólo espero que esté bien, que no le hagan daño», señaló antes de dedicarle unas palabras a la menor y recitar unas estrofas del tema «Amor Clandestino», de la banda mexicana Maná. «Es como si lo hubieran hecho para nosotros», dijo.
Cartas para «distraer»
En las dos misivas encontradas en la vivienda de cada uno habían dejado un mensaje alarmante para sus respectivas familias. En ellas, afirmaban que estaban enamorados y que pasarían una semana juntos, antes de tomar la decisión fatal de suicidarse.
«Decíamos que era una semana de felicidad y luego nos íbamos a quitar la vida. Pero no era así, era como para asustar, queríamos como distraer un poco y alejarnos y poder estar una semana en algún lugar. Pero el dinero no nos dio y decidimos entregarnos, nos quedamos sin plata», explicó.