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El estreno de su serie en Netflix la ha convertido en furor en las redes sociales, pero la carrera de Marie Kondo ya lleva unos cuántos años gracias a los libros en los que explica su método orientado a ordenar los espacios vitales y deshacerse de las posesiones innecesarias.
Nacida en Tokio en 1984, pasó cinco años oficiando como miko, un puesto ceremonial en los templos sintoístas destinados a mujeres jóvenes que deben encargarse de varias tareas, desde limpieza ritual hasta danzas sagradas. No es de extrañar, entonces, que su práctica tenga un fuerte elemento de misticismo.
La misma Kondo admite que el sintoísmo influyó su práctica, ya que la energía y el espíritu divino de los objetos es un concepto de gran importancia en esa religión.
«Siempre estuve obsesionada pensando en qué cosas podía tirar. Un día tuve una especie de colapso nervioso y me desmayé. Estuve inconsciente durante dos horas. Cuando desperté, escuché una voz misteriosa diciéndome que tenía que observar mis posesiones con más cuidado. Y me di cuenta de mi equivocación: sólo estaba buscando cosas para tirar, cuando en realidad debería encontrar las cosas con las que quiero quedarme», supo relatar explicando el origen de su método. Felicidad y desapego
Esa serie de procedimientos, que llevan como nombre «método KonMari» en honor a su nombre, se basan en la idea central de preguntarse a uno mismo «¿ésto me hace feliz?» frente a cada objeto. Si la respuesta es «no» entonces es hora de descartarlo o donarlo.
Kondo basó su método en enseñanzas del sintoísmo.
«No es una pregunta fácil de responder dado que es algo que habitualmente no nos planteamos», explica Kondo. «Cuando nos cuestionamos si aquel objeto nos hace vibrar, cuando manifestamos la emoción que nos transmite, es entonces cuando pasamos a sentir para decidir en lugar de únicamente pensar. Esta información es la que valida o invalida la retirada del objeto. Si finalmente elegimos desecharlo, un modo interesante de despedirnos es agradeciendo el servicio que ha ofrecido. Así, reduciremos la ansiedad que genera eliminar nuestras pertenencias». Una de sus ideas que más polémica y enojo despertó -en especial entre los es la de que nadie debe tener más de 30 libros.
Y aunque miles de personas han aplicado y elogiado su método, la japonesa ha despertado también a varios detractores que apuntan hacia su excesiva obsesión con el orden. Sin embargo, poco deben importarle las críticas, considerando que gracias a sus publicaciones y asesorías ha logrado amasar una fortuna de 8 millones de dólares.
