Los militares cruzaron a Colombia o Brasil y reconocieron al líder opositor Juan Guaidó como presidente interino. La deserción empezó como un goteo el pasado sábado, durante la fallida operación de ingreso de ayuda humanitaria, en medio de disturbios que dejaron cuatro muertos y decenas de heridos en las fronteras con Colombia y Brasil.
Ya suman 326 en Colombia y siete en Brasil, según autoridades de ambos países, la gran mayoría de rangos bajos y medios. Algunos salen, incluso con familia, huyendo de la grave crisis económica que afecta a la población civil y también a la tropa, informa AFP. «El poder militar de Maduro está sometido a esta dinámica erosiva que ya ha sufrido su apoyo popular. Las deserciones forman parte de un proceso de desgaste, de socavamiento de las bases», declaró a la AFP el analista Luis Salamanca. Guaidó, quien se halla en Colombia desde el pasado viernes desafiando una prohibición de salida del país, ofrece amnistía a los uniformados que rompan con Maduro, pero el mando militar, al que el mandatario socialista ha dado vasto poder, le declara lealtad. Buscando quebrar a la cúpula, Estados Unidos, decisivo aliado de Guaidó, ofreció incluso eximir de sanciones a los oficiales que reconozcan a Guaidó, tras lo que el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, dijo que no se dejarán comprar. «Este un proceso que no se nota muchas veces, una vía que no gusta mucho a la gente porque es lenta, pero que puede tener velocidad mayor en la medida en que los militares y civiles vean que el gobierno se puede desmoronar», agregó Salamanca. Fiel pero con fisuras De 32 ministros, nueve son militares y dirigen carteras estratégicas como Defensa, Interior, Agricultura, Alimentación y la petrolera PDVSA, corazón económico del país. La Fuerza Armada, con unos 365.000 efectivos y cerca de 2 millones de milicianos civiles adscritos, tiene banco, televisora, constructora, compañía minera y gasífera, todo un poder que fue aumentando a medida que crecía la impopularidad de Maduro, según analistas. «La deserción de soldados sueltos no va a quebrar el sistema de Maduro por sí mismo. Tiene que pasar al nivel mas alto, almirantes, capitanes, coroneles, y generales», afirmó a AFP Christopher Sabatini, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Columbia. Pero Diego Moya-Ocampos, del IHS Markit (Londres) destaca que así como es difícil que rangos bajos o medios puedan conducir con éxito un golpe de Estado o una insurrección, también lo es que el aparato de seguridad defienda áreas estratégicas, si aumentan las deserciones». Las fisuras, aunque hasta ahora no determinantes, son más evidentes: unos 180 efectivos fueron detenidos igualmente en 2018 acusados de conspirar, según la ONG Control Ciudadano. Dos generales figuran entre los apresados por el estallido de dos drones cargados de explosivos cerca de una tarima donde Maduro encabezaba un acto militar, el pasado 4 de agosto. El 21 de enero, dos días antes de que Guaidó se autoproclamara presidente interino luego de que el Congreso declaró a Maduro «usurpador» por considerar su reelección fraudulenta, 27 militares se rebelaron. Algunos se quejaron en videos de la mala situación en la que estaban en los cuarteles. El sargento Carlos Eduardo Zapata, uno de los que desertó la semana pasada y cruzó a Brasil, resumió así la situación en los cuarteles: «No hay comida. No tienen colchones, nosotros los sargentos de la Guardia Nacional estamos durmiendo en el suelo». «No tenemos para comprarle un kilo de leche a nuestros hijos, los hijos están flacos», agregó. Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano refirió que «hay mucho nerviosismo por la situación. Esta semana se prevé el anuncio de un aumento de salario para la Fuerza Armada como incentivo de lealtad». A juicio de San Miguel, «el abandono de efectivos militares a Maduro va a continuar, y solo los que están comprometidos en graves violaciones a los DDHH están dispuestos a seguir apoyándolo».