Como todos los años, miles de fieles protagonizaron en la noche del Viernes Santo el Viacrucis de la Ciudad que encabezó el cardenal primado de la Argentina, monseñor Mario Aurelio Poli a lo largo de la Avenida de Mayo hasta la Catedral metropolitana. Con la interpretación de fragmentos de la Misa Criolla, de Ariel Ramirez, interpretada por la cantante Patricia Sosa, comenzó la representación del Viacrucis de la Ciudad que, convocado por el arzobispado de Buenos Aires y los Amigos de la Avenida de Mayo, tuvo unas breves palabras iniciales de Poli. «Mientras a Jesús lo están clavando en la cruz, pronuncia las palabras, Padre perdónales porque no saben lo que hacen», indicó el arzobispo de Buenos Aires. En su improvisación, el prelado explicó que Jesús «muestra desde el principio que se abre la puerta del corazón» y exhortó «sigamos a Jesús, pensemos en él porque nos amó hasta el extremo». Luego, uno de los obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Buenos Aires bendijo a los presentes a la vez que analizó que «hay luces que encandilan» mientras que «otras alertan» expresó su impulso a «comenzar el camino» de la peregrinación, con el corazón confiando en El» . El prelado colocó el Viacrucis de la Ciudad bajo la advocación de la Virgen de Luján, patrona de la Argentina y condujo el rezo del Avemaría. Esto ocurría en la Plaza Lorea (Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña) donde se realizó la primera «estación», el momento en que Jesús es condenado a muerte, en la que se rezó por las víctimas en Medio Oriente, muertos y exiliados. . Tres cruces en el Viacrucis Fervor y mucho emoción se detectaba en los peregrinos que entre adultos, jóvenes y niños portaban tres grandes cruces, presididos como es habitual, por el Cristo del Buen Amor y una imagen de la Virgen Dolorosa, realizada en 1870, para detenerse en las «estaciones» que marcan los hitos de la vía dolorosa que recorrió Jesucristo. A diferencia de otras ocasiones donde participaba el entonces arzobispo porteño, Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, este Viacrucis tuvo un ritmo más lento, con la conducción del texto penitencial a cargo del párroco de San Ignacio de Loyola (Bolívar y Alsina), padre Francisco Barrutia. Los adultos, que representaban al pueblo de Dios, se turnaban para portar una cruz de 15 metros de largo, y un peso de 130 kilogramos, mientras que los jóvenes hacían lo mismo con otra de iguales características que llevaba 140 luces. Mientras que este año se sumó otra cruz más pequeña que transportan los niños como una expresión de esperanza y unión para el país, según se informó. Una vez llegados a Plaza de Mayo, los fieles fueron testigos de la representación de la crucifixión de Jesús, efectuada por un grupo de actores y en contexto de una escenografía preparada para dar color al Viacrucis. . Jesús en el sepulcro: Poli Por último, tuvo lugar la ceremonia de la puesta del Cristo yacente en el Santo Sepulcro, cuya imagen fue recibida en la escalinata de la Catedral y quedó expuesto para veneración de los fieles en el altar mayor. Antes de invitarlos a colocar el Cristo yacente, el cardenal Poli expresó a los fieles algunas reflexiones al asegurar que con su entrega Jesucristo «nos enseñó que toda mujer y hombre es un prójimo». «Nos enseñó a respetar la voluntad del Padre» y que los «mandamientos están vigentes», además señaló «qué fácil es decirlo y difícil cumplirlo». Habló de Jesucristo como un «manantial del amor» y no descartó que en la vida hay cruces para referirse al «absurdo de la cruz y el lenguaje del amor». Recordó que en el Sínodo de las Familias, había conocido a «una familia siria» que no había perdido la «esperanza» a pesar de que tuvo que salir de su «querencia» con un «bagallito», enterrar en el camino al abuelo y tiene «la mitad» de su gente en un campo de refugiados. Llamó a recordar que el «Viernes Santo» enseña a «no crucificar a nadie»: «El Viacrucis nos recupera la libertad de los hijos de Dios», dijo e invitó a celebrar la Pascua de Resurrección. «
Multitudinaria expresión de fe en el Vía Crucis porteño
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