A los 85 años murió la «niña prodigio» de Hollywood Temple murió en su casa de Woodside, California, de causas naturales y rodeada por su familia y allegados, luego de haber abandonado el cine en 1949, cuando rodó en tropel «El eco de un beso», «Una joven rebelde», «Genio último modelo» y «Sangre de campeón». Producto de los años de la Gran Depresión en Estados Unidos, había nacido en Santa Monica, California, el 23 de abril de 1928, y apareció en la pantalla a los cuatro años de edad en cortos musicales y en el largo «Red Haired Alibi» (1932, no estrenado en la Argentina), donde cumplió un pequeño papel. Su desenvoltura frente a la cámara le permitía hacer graciosos pasos de baile, imitar a los artistas mayores y cantar temas de moda, cualidades que su madre Gertrude entrevió como una salida de fama para su hija más avispada -tenía otros dos chicos-, en un afán de éxito que persiste hasta hoy. En 1934 apareció junto al notorio Adolphe Menjou en «Dejada en prenda», donde su papel como Carolina le granjeó las simpatías del público, ya que pudo extremar sus dotes histriónicas sumadas a sus bucles dorados y sus mofletes redondos, toda una marca de época. Desde entonces comenzó a cobrar honorarios abultados y a codearse con astros de la categoría de Carole Lombard y Gary Cooper en «Ahora y siempre», John Barrymore en «La pequeña coronela», Joel McCrea en «Nuestra hijita», y Alice Faye en «Pobre niña rica» y «Ching Ching». El atractivo de la pequeña generó una serie de industrias paralelas, lo que más adelante se llamó «merchandising» y tuvo la forma de muñequitas, fotografías autografiadas, ropas para niñas y muñecas, discos y juguetes, que para solaz de su madre le reportaron jugosos porcentajes. La gracia de la pequeña actriz trascendía su actuación frente a la cámara y se extendía a las masivas entrevistas para la prensa, en las que lanzaba frases demasiado filosas para su edad -posiblemente elaboradas por su madre o los estudios-, que sorprendían a los profesionales y los lectores. En 1934 obtuvo el Premio Juvenil de la Academia, un reconocimiento que se dio por primera vez, por su contribución a la difusión del cine como entretenimiento, que también recibieron en forma esporádica Mickey Rooney, Judy Garland, Margaret O`Brien y Hayley Mills. Después de sus películas «La niña olvidada» (1940) y «La señorita Anita Rooney» (1942), con William Gargan, la meteórica carrera artística de Shirley Temple fue mermando y en 1949 prácticamente había desaparecido de la atención de los productores y también del público, siempre a la espera de nuevas estrellas. A fines de la década de 1960, ya ex actriz, fue miembro de la delegación de su país en las Naciones Unidas y más tarde embajadora en la República de Ghana, en una carrera diplomática que en 1989 la llevó como titular a la embajada de Estados Unidos en la entonces Checoslovaquia, gracias a su amistad con el presidente George Bush padre. Estuvo casada con John George Agar (1945-1950) y Charles Alden Black (1950-2005) y fue madre de Linda Susan Agar, Charles Alden Black, Jr y Lori Alden Black. Hace algo más de 20 años, los sábados por la noche, Canal 9 puso en el aire un ciclo con los principales títulos en los que trabajó la estrella, en los que se pudo vislumbrar el motivo de su atracción, mezcla de inocencia y envejecido producto comercial.
Murió Shirley Temple
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