Un ex miembro de la Marina tailandesa murió por falta de oxígeno tras haber suministrado provisiones a los niños atrapados en una cueva inundada del norte de Tailandia, informaron autoridades este viernes.
El comandante de la fuerza SEAL Arpakorn Yookongkaew confirmó en conferencia de prensa que el rescatista laboraba como voluntario y que murió durante una misión nocturna en la que estaba colocando tanques de oxígeno para abastecer a los menores atrapados.
El hombre, identificado como Saman Kunan de 38 años, perdió la consciencia cuando intentaba regresar a la superficie. «Estamos entrenamos para aceptar que puede haber riesgos en cualquier momento, es parte del trabajo», dijo el comandante.
El grupo -compuesto por doce niños de entre 11 y 16 años y un adulto de 26- fue encontrado la noche del lunes en una isla de terreno seco a unos 4 kilómetros dentro de la caverna y tras nueve días de intensa búsqueda en la que han participado más de 1.300 personas.
Visiblemente delgados, pero en buen estado anímico y de salud, los menores están siendo atendidos en la gruta por una decena de militares, entre ellos un médico y un psicólogo.
Gracias a la ingesta de complementos vitamínicos, el grupo recupera poco a poco las fuerzas con vistas a la segunda fase: la salida de la cueva situada en el parque natural Tham Luang-Khun Nam Nang Non, en la provincia de Chiang Rai.
Para ello, los escolares y el monitor han comenzado un entrenamiento intensivo para aprender a bucear, una opción de elevado riesgo por la nula visibilidad y los angostos pasadizos que tendrían que superar.
Los trece se internaron en las galerías el sábado 23 de junio tras un entrenamiento de fútbol cuando una súbita tormenta comenzó a inundar la cavidad y les cortó la salida.
Cuerpos de elite del Ejército, efectivos de salvamento y voluntarios, además de expertos de Estados Unidos, Japón, China y Australia, entre otros países, participan en las operaciones de búsqueda y rescate.
De momento, un buzo experimentado necesita 11 horas para hacer un viaje de ida y vuelta hasta donde están los niños: seis de ida y cinco de vuelta gracias a la corriente. El recorrido es de varios kilómetros e incluye pasos angostos y tramos bajo el agua.