La Plaza de los Reyes en Tel Aviv se convirtió en un símbolo de esperanza y cambio cuando más de 100,000 personas se congregaron en apoyo a las políticas de paz del primer ministro israelí. En 1994, Rabin, acompañado del líder palestino Yasser Arafat y Shimon Peres, había sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su empeño en resolver el conflicto que atormentaba a ambos pueblos.

Un Camino Hacia la Paz

Durante su discurso en la Knesset el 13 de julio de 1992, Rabin destacó que “estamos destinados a vivir juntos en esta tierra”. Ese enfoque transformador, que venía de un exgeneral, sentó las bases para un proceso de paz que dio sus primeros pasos en Oslo, culminando con el emblemático apretón de manos entre Rabin y Arafat el 13 de septiembre de 1993, en los Jardines de la Casa Blanca.

Sin embargo, este gesto de confianza trajo consigo una serie de reacciones en contra. Sectores radicales en ambas naciones comenzaron a rechazar la posibilidad de coexistencia. La firma de acuerdos de paz, como el establecimiento de la Autoridad Nacional Palestina en Gaza y Jericó, no fue suficiente para calmar las tensiones, y los opositores al acuerdo se hicieron oír con mayor fuerza.

Desafíos Internos y Externos

Desde el lado palestino, grupos radicales como Hamas y la Jihad Islámica consideraron el proceso de paz como una traición y respondieron con una ola de atentados suicidas. En Israel, el descontento aumentaba entre quienes tildaban a Rabin de traidor, alimentando un clima de odio con campañas que caricaturizaban su figura, vinculándolo incluso con símbolos nazis.

El Asesinato de un Visionario

A pesar de las presiones, Rabin firmó en 1994 un tratado de paz con el rey Hussein de Jordania, reafirmando su compromiso con un futuro sin guerras. En esa fatídica noche de noviembre, mientras cientos de jóvenes lo apoyaban, él compartió la “Canción por la Paz”, una melodía que reflejaba su sueño de un futuro mejor.

Sin embargo, dos disparos prolijamente planificados arrebataron su vida. Yigal Amir, un joven extremista judío, perpetró el atentado, argumentando actuar “por orden de Dios”. Esta tragedia cambiaría para siempre la trayectoria de Israel y Palestina, dejando profundas marcas de dolor.

Responsabilidades y Consecuencias

Leah Schlusberg, viuda de Rabin, indicó que quienes promovían el odio tenían la responsabilidad intelectual de su asesinato. Sus palabras resonaron con la tensión de aquellos días, y en un giro de la historia, meses después, el respetado Peres fue derrotado en elecciones por Benjamin Netanyahu, asumiendo un liderazgo controvertido.

30 Años de Reflexión

Hoy, a tres décadas de su asesinato, Netanyahu continúa en el poder, enfrentando desafíos internos y externos en un contexto de creciente violencia y divisiones. Recientemente se ha discutido una “división de Gaza” bajo la iniciativa de Donald Trump, mientras los ecos de la guerra aún resuenan entre los sobrevivientes de la devastación.

El reciente conflicto ha dejado decenas de miles de víctimas, intensificando la polarización y la desconfianza. Mientras tanto, Biden exhortó a Israel a buscar formas de reconciliación, reviviendo la memoria de aquel ideal de paz que Rabin tanto anheló.

El legado de Yitzhak Rabin y su mensaje de paz resuenan hoy más que nunca en un mundo donde la violencia sigue marcando la pauta. Las heridas del pasado se sienten como eco en el presente, recordándonos que la lucha por la paz es a menudo un camino lleno de sufrimiento.