Una millonaria se
hace una casa con alas
Francie Rehwald, una millonaria de
California, quería vivir en una casa que respetara el medio ambiente
y conservara formas "curvas, dulces y femeninas", a lo que su
arquitecto le dio la idea perfecta: servirse de las piezas de un
Boeing 747.
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"No se trata de poner un avión en un
terreno y vivir adentro", explicó a AFP el arquitecto David Hertz en
su oficina de Santa Mónica, cerca de Los Ángeles, California (oeste
de Estados Unidos). Su proyecto de "casa con alas" es bastante más
ambicioso de lo que suena, un verdadero acto de fe para este
especialista en edificaciones con materiales reciclados.
Para responder a las aspiraciones de Rehwald, dueña de un terreno
magnífico de 22 hectáreas en las montañas cercanas al Pacífico, el
arquitecto deseaba un techo flotante y con un tipo de plataforma que
le diera una gran vista a la infraestructura.
Pero construir un techo como el que imaginó Hertz hubiese sido
costosísimo. "Se me ocurrió acudir a una pieza que ya existiera, y
fue un ala de avión", cuenta el arquitecto, que identificó el modelo
ideal: un 747 de la empresa aeronáutica Boeing, el más grande en el
mundo durante 35 años, hasta que se realizó el primer vuelo del
Airbus A380 el año pasado.
Obtener un ejemplar del aparato de 70 metros de largo y 64 metros de
envergadura fue lo más fácil, porque existe un cementerio de aviones
que alberga más de 1.500 aparatos desvencijados en el desierto a dos
horas de Los Ángeles.
Sólo por 40.000 dólares, el precio del aluminio por peso, la señora
Rehwald se convirtió en la dueña del vigésimo octavo modelo Boeing
747, de los cerca de 1.430 que ha construido la empresa hasta la
actualidad.
El ejemplar fue entregado en 1970 a la aerolínea TWA y fue retirado
de los cielos 30 años después, cuando terminó su carrera como
charter de Tower Air, cuyos colores aún estaban en el aparato que
compró la millonaria de California.
Al principio, el arquitecto estaba interesado solo en las alas, pero
tras volver a estudiar sus planos y diseño, varias piezas del avión
encontraron una segunda vida para convertirse en muros, ventanas y
columnas de una casa.
Los costados "inflados", característicos del aparato, con sus
respectivas ventanillas, serán una sala especial destinada a recibir
a los invitados de Rehwald.
La cabina de los pilotos, mirando al cielo, se convertirá ni más ni
menos que en "un salón de meditación", para el cual realizarán un
trabajo especial para el aluminio de manera que se integre lo mejor
posible al medio ambiente.
La casa fue concebida para ahorrar en energía, con una climatización
específica e incluso contará con un sistema de acumulación de las
aguas de lluvia, explicó orgullosa la dueña, Rehwald, admitiendo que
su capricho costará "varios millones de dólares".
"La casa con alas" está intentado por ahora sortear algunos
obstáculos burocráticos, porque al menos 17 administraciones tienen
que darle luz verde antes de que se erija en junio próximo, según
espera la propietaria.
Uno de los requisitos más insólitos, aunque también obvios, fue
emitido por la administración de la aviación civil: le pidieron al
arquitecto Hertz que tenga previsto ponerle una especie de marca a
la casa, que sea visible desde muy lejos, muy alto "para que los
pilotos que sobrevuelen la propiedad no den ninguna señal de alerta,
al pensar que descubrieron el sitio de una catástrofe aérea.
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Fuente:
http://iblnews.com
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