Qué hace falta para ser feliz?
Descansar en la playa, un aumento
de sueldo, encontrar a la media naranja.
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Qué es la felicidad?
Definiciones hay a montones. Según Séneca surge "cuando todavía nos
queda algo que esperar". Para Kant pasa por un ideal, no de la
razón, sino de la imaginación. Se logra, dice Mahatma Gandhi,
"cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en
armonía". Cuando le preguntaron a André Maurois contestó que "el
secreto es tratar las catástrofes como molestias y no las molestias
como catástrofes". Richard Wagner, en cambio, propone "sustituir las
preocupaciones por las ocupaciones".
Está claro que para definir a la felicidad se pueden tomar distintas
filosofías de vida. Para muchos es como una meta, un estado de
bienestar ideal y permanente al que llegar. Sin embargo, otros
entienden que se compone de pequeños momentos, de detalles vividos
en el día a día.
Entonces, la quintaesencia de la felicidad sería… ¿cuál? El filósofo
francés André Comte-Sponville da una respuesta posible en su libro
"Felicidad, desesperadamente" (Editorial Paidós): "La felicidad que
queremos, la que los griegos llamaban ‘sabiduría’, la que es el
objetivo de la filosofía, es una felicidad que no se obtiene a golpe
de drogas, de mentiras, de ilusiones, de diversión (…); es una
felicidad que se obtiene en una cierta relación con la verdad: una
verdadera felicidad o una felicidad verdadera".
Requisitos para la dicha. Ahora bien, ya que todavía no existe una
pastilla verde que, con sólo tomarla, provoque la felicidad
instantánea, los caminos para llegar a este "objetivo" son de lo más
sinuosos.
Algunos dirán que es posible que la pasen como nunca si pueden
hundir los pies en arenas blancas, recostados en una reposera, junto
mares caribeños. Otras suspiran por encontrar al príncipe azul que
les entregue la dicha por siempre. La plenitud, para muchos, se
alcanza con la llegada de un hijo. Pero, también está claro que lo
material, por estos días, tiene un peso singular en las oscilaciones
del ánimo de la gente.
"El mecanismo que cruza el intercambio ente los objetos se traslada
a los vínculos entre las personas, y la lógica del reemplazo, la
precariedad, la incertidumbre, bajo el lema ‘nada a largo plazo’,
como diría Richard Sennett, deja a la deriva la vida interior y las
emociones confiando, de un modo ingenuo, en que las cualidades del
mercado son compatibles con la vida personal", analiza la socióloga
Viviana Cuevas.
Gran controversia: ¿dónde buscar la dicha? Si en acontecimientos
externos y materiales o, más bien, mejor bucear en el interior de
cada uno.
Esboza una respuesta posible un estudio del Centro de Economía
Regional y Experimental (CERX) realizado en el país. Según la
encuesta, el 73,5% de los argentinos dijo sentirse "feliz" o "muy
feliz". Las razones de tanta algarabía traspasaron las fronteras de
lo económico, pero al momento de definir cuáles son las cosas que
aumentarían la felicidad, la mayoría apuntó a las mejoras vinculadas
con los ingresos (60%) y el empleo (21,5 %). Otros factores
señalados fueron el ocio (6,5%), los hijos y la pareja (4%), el
desarrollo personal (3,5%), la disminución de problemas (3%) y la
seguridad (1,5%).
"La plata no hace la felicidad: también están los cheques", decía
Manolito, el amigo de Mafalda. Entonces: ¿todo pasa por mejorar las
finanzas? "La felicidad sí tiene relación con la economía. Pero el
tema es que no se la piensa desde el dinero. Cuando se analizan los
propios niveles de dicha, se tienen en cuenta otros factores como
lazos familiares, amigos, vínculos humanos -observa Victoria
Giarrizzo, economista y directora de CERX-. Pero cuando se les
pregunta sobre las cosas que mejorarían su bienestar, hablan
básicamente de empleos e ingresos. La cosa cambia en los estratos
más altos, donde alegan que lo que necesitan es más tiempo para el
ocio o viajar o para conseguir pareja o tener hijos".
Mediciones y recetas. No sólo a la filosofía le interesa la
felicidad, a la ciencia también.
Un grupo de psicólogos y matemáticos británicos ya propuso una
fórmula aritmética para medirla y programarla. ¿Calcular la
felicidad con números?, ¿qué tener en cuenta?, ¿la sonrisa más
grande?, ¿las risotadas más sonoras?, ¿la mayor cantidad de besos
recibidos?
La curiosa "receta" le quita todo el misticismo al asunto e intenta
definir la proporción exacta de sus "ingredientes". Se trata de una
ecuación -a la que llegaron luego de encuestar a mil personas- que
se puede simplificar así: felicidad = características personales +
filosofía de vida + capacidad de resistencia y adaptación + salud +
estabilidad financiera + amistades + autoestima + humor + ambición.
A tomar nota, y a otra cosa.
"Estas mediciones son similares a las del rating de la televisión:
no se sabe a qué responden las cifras", señala Laura Orsi, médica
psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Y
agrega: "Algunos piensan ‘voy a ser feliz cuando me reciba, consiga
novio y gane X dinero’, otros creen que ese estado se logra con
gimnasia y operaciones, también están aquellos que consideran que es
esencial formar una familia. En todos los casos, la búsqueda de la
felicidad está más puesta en lo externo que en lo interno. Ahí es
donde falla la apuesta. La felicidad se persigue en el sentido de
logro. Pero así no tenemos tiempo para disfrutar de la vida. Y
luego, cuando se consiguieron todos esos ítems que propone la
sociedad, se descubre que no se alcanzó ese estado de dicha. Por
eso, lo mejor es trabajar cosas más internas como la autoestima,
aprender a sentirse mejor con uno mismo y observar si hay
dificultades para disfrutar de las cosas que se tienen".
La buena vida. "¡Qué feliz sería si fuese feliz!", suspira Woody
Allen. Paradoja clave en todo este asunto que parece resumirse en la
frase: "Qué feliz sería si…". La cuestión, ya se sabe, no es fácil:
cuando ese deseo no se realiza la persona se siente desgraciada.
Aunque, una vez que se logró es posible que lo que siga no sea la
felicidad eterna, sino el aburrimiento más profundo.
¿Puro gataflorismo? "La gente cree que eso o aquello va a hacerlo
feliz. Porque la televisión o la publicidad se lo vende y supone que
lo mejor que le puede pasar es tener dinero o ser lindo. Esa es una
construcción norteamericana. El ideal de la felicidad está condenado
al fracaso -advierte Germán García, psicoanalista y escritor-.
Lo que mantiene bien a las personas son los deseos y expectativas
diversas, incluso la de ser feliz. Entonces, de realizarse, se
mataría el deseo. La felicidad es un horizonte inalcanzable".
Entonces, ¿qué hace a la dicha? Salud, dinero y amor. Trilogía
cliché, siempre a mano antes de soplar las velitas de cumpleaños.
Oscar Wilde diseñó un conjunto de elementos más romántico: "Con la
libertad, las flores, los libros y la luna, ¿quién no sería
perfectamente feliz?". O, tal vez, sólo cabe caer en el
escepticismo, y adherir a la frase de Kin Hubbar, que afirma que
"resulta muy difícil descubrir qué produce felicidad: tanto la
pobreza como la riqueza han fracasado".
Sea cual fuere la idea que se adopte, lo cierto es que es algo que
interesa a todos. ¿Quién no desea ser feliz? Nadie. Ésa es la idea
de Pascal: ningún ser humano escapa del principio de placer..
COMO SABER SI TIENES ALMA DE LIDER
¿El dinero no importa?
Tu sentido del humor según tu signo
Es posible ponerle precio a la felicidad?
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