Ropa blindada, la moda que vende Colombia
Entre otros, ya la usan Chávez y los príncipes de Asturias.
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Miguel
Caballero utilizó a su país, Colombia, para tener una empresa propia
y atraer a cientos de compradores, pero no exporta café, ni frutas
ni flores. Su negocio –en expansión– es fabricar camperas, chalecos,
camisas y remeras capaces de resistir impactos de bala y esquirlas
de granada.
Es la ropa blindada hecha en Colombia la que hoy, a medida que la
inseguridad crece en varias regiones del mundo y el temor a
atentados terroristas se agudiza en otras, se exporta a más de 14
países. Más de un mandatario se ha adherido a este auge y desde el
presidente de Venezuela, Hugo Chávez, hasta los príncipes de
Asturias, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, usan guayaberas o trajes
blindados.
“Si funciona en Colombia, funciona en cualquier parte del mundo.”
Ese es el argumento de Caballero. Y con él llegó la semana pasada a
Intermoda, una feria que cada año reúne a algunos de los mejores
diseñadores de América latina en Guadalajara (México).
Allí, por primera vez, un grupo de modelos desfiló con ropa blindada
por una pasarela. Y, tras los 18 minutos que duró la presentación de
sus 130 piezas, cientos de mexicanos preocupados por los cada vez
más altos índices de inseguridad en su país, se abalanzaron sobre
Caballero para demostrarle que no estaba equivocado cuando quiso
sacarle provecho a uno de los mayores flagelos de las grandes
ciudades del siglo XXI.
Su empresa nació hace 14 años, con diez dólares prestados, cuando
Caballero todavía estudiaba Administración de Empresas. Con ese
dinero cosió su primera campera de cuero blindada, en la que empleó
las láminas que se usan en los chalecos antibalas de policías y
militares.
La prenda había sido inspirada por los guardaespaldas de una amiga
de la universidad que siempre dejaban sus chalecos en el auto: les
resultaba más cómodo protegerla sin esos "pesados y poco discretos"
trajes encima. Pero el peso todavía era un problema (y no ha dejado
de ser su reto).
Después, "probando con otros materiales más livianos que absorben
mucha energía, como el poliéster", llegaron tapados, gabardinas,
camisas, chalecos, remeras.
Así, mientras un chaleco blindado normal pesa 4,8 kilos, uno
confeccionado por él puede estar en 3,5 kilos y, según dice, tiene
la ventaja de que "no se nota el blindaje" que está debajo de la
tela.
"Con los años y con la experiencia hemos desarrollado nuevas
técnicas y ahora nuestros materiales son 100% flexibles y lavables y
tienen una vida útil de cinco años", explica Caballero, en
conversación telefónica con LA NACION desde Colombia.
Sus prendas -blindadas a prueba de balas de diferentes calibres, que
van desde 22 hasta los 9 milímetros, pasando por los subfusiles Uzi-
se dividen en tres líneas y cuestan entre 290 y 2900 dólares.
Su empresa -que no es la única que se dedica a fabricar prendas
blindadas, pero es la primera de este tipo en Colombia- viste a
escoltas y miembros de la policía y las fuerzas armadas, también a
empresarios, a políticos y a periodistas que realizan su trabajo en
zonas en conflicto.
Pero de todas las líneas, su consentida es la VIP o Platino, con
prendas exclusivas que pesan apenas 1,2 kilos, confeccionadas a
medida. Se trata de ropa "más vanguardista" utilizada por
presidentes y reyes.
Chávez, con sus famosas guayaberas rojas, y los príncipes de
Asturias son algunos de los personajes que han recurrido a los
servicios de Caballero para sentirse seguros. Entre sus actuales
clientes se cuentan algunos candidatos presidenciales de países
latinoamericanos, pero el diseñador prefiere no dar a conocer sus
nombres.
"Una vez en Italia alguien me dijo que un producto como este sólo
podía nacer en un país como el mío. Es triste pero cierto", dice
Caballero.
Sin embargo, tras los atentados contra las Torres Gemelas, el 11 de
septiembre de 2001, se dispararon las ventas de ropa blindada en
todo el mundo, explica Caballero. Y hoy, según cuenta, el 80% de su
ropa se vende en el exterior y sólo el 20% en Colombia.
"Es que desde que Alvaro Uribe está en el poder en mi país hay una
sensación de mayor seguridad, y por eso ya no compran tanto. Si no
vendiera a otros países, podría haberme ido a la quiebra", confiesa.
Su mejor mercado, desde hace casi cuatro años, es Brasil. Le siguen,
desde hace poco, México y otros países centroamericanos más
pequeños. Irak y Turquía también están en la lista. Catorce años
después de coser su primera campera blindada, Caballero emplea a 96
personas en su taller de Bogotá para vender cientos de prendas a
prueba de balas en todo el mundo y está seguro de que el suyo es un
trabajo "como cualquier otro .
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Fuente:
http://www.lanacion.com.ar
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