SECRETOS PARA QUE LA PAREJA DURE MUCHO TIEMPO
Compartir actividades placenteras, evitar las discusiones circulares
y respetar al otro tal cual es, sin intentar cambiarlo, son algunos
de los secretos que permiten lograr una vida de pareja duradera. Eso
es lo que revela un estudio realizado por psicólogas argentinas que
entrevistaron a integrantes de parejas con más de 35 años de
convivencia.
Gracias al
aumento de la expectativa de vida, cada vez son más las parejas en
las que el tiempo de convivencia duplica o, en algunos casos,
triplica los años de soltería. Descifrar los ingredientes del
“cemento” que las mantiene unidas fue el objetivo de una
investigación realizada por Eva Muchinik, del Instituto de
Investigaciones de la Universidad de Belgrano, y por Olga Benzadon,
directora del Centro de Estudio de Relaciones Familiares.
Llegar a celebrar las bodas de oro ya no es algo excepcional.
Quienes lo hacen hoy son personas que se casaron cuatro o cinco
décadas atrás, señala Muchinick, "cuando todo parecía estar más o
menos prescrito y anticipado «hasta que la muerte nos separe» y se
guardaban cadáveres en el ropero porque había cosas de las que no se
hablaba..."
"Pero cuarenta o cincuenta años son muchos -continúa-. Cuando hay un
largo camino para transitar juntas, dos personas pueden cambiar y no
ser las mismas; el contexto cultural, con las normativas y los
valores que regían a las parejas, también cambió. Hay parejas que se
quedaron en aquel modelo y otras que están en transición hacia un
modelo nuevo de mayor intimidad y diálogo."
Ada, de 75 años, lo refuerza con su testimonio: "Cuando me casé,
tenía apenas 19 años y no se me ocurría discutir los silencios de mi
marido, que trabajaba con su familia. Yo ni siquiera sabía cuánto
ganaba y él no quería develar lo poco que le pagaban. Pasaron muchos
años hasta que pudimos romper ese silencio, que en realidad era un
modelo social que atravesaba a la mayoría de los hombres. Pasamos
largos períodos de crisis que terminaron cuando él logró, a
instancias mías, romper con su familia de origen e independizarse
económicamente. Pero creo que la clave para superar nuestra crisis
fue aprender a hablar juntos".
Acuerdos por revisar
"Cuando dos personas se casan, sellan acuerdos implícitos o
explícitos sobre temas diversos (hijos, economía, religión,
organización de la casa) que con el transcurso del tiempo pierden
vigencia y requieren nuevos acuerdos y reacomodamientos", explica la
licenciada Benzadon.
Pero alcanzar estos nuevos acuerdos y reacomodamientos implica
atravesar zonas de conflicto. El tiempo no opera igual para todas
las personas y los miembros de una pareja no siempre crecen en la
misma dirección; es habitual el crecimiento desparejo, especialmente
en casos de diferencias importantes de edad y, además, no todos
tienen la misma flexibilidad para adaptarse a los cambios.
Muchinik describe el destino compartido por muchas parejas
contemporáneas, que inicialmente depositaron en el otro fuertes
expectativas que, al no cumplirse, dieron por resultado un desengaño
que desembocó en divorcio. En este sentido rescata el concepto de
los terapeutas de pareja norteamericanos Barry Dym y Michael Glenn,
quienes hablan de comienzos románticos y divorcios amargos para la
mitad de los matrimonios de la sociedad actual, y convocan a las
nuevas parejas a acercarse al futuro sabiendo que el camino es
tortuoso e incierto y que las crisis son inevitables.
De hecho, la capacidad de atravesar y resolver los conflictos es un
filtro que define en buena medida la continuidad o la ruptura de una
relación. Pero también opera como el cruce que bifurca los caminos
de quienes se mantienen juntos: hay quienes hacen del conflicto un
núcleo duro que enquista rencores y asignaturas pendientes, y
quienes lo viven como una oportunidad de cambio y crecimiento.
En el primer caso, los conflictos no se resuelven y se reciclan
reapareciendo una y otra vez, o quedan congelados como nudos que
distancian. Así, la vida en común pasa a ser la continuidad de una
"no pareja": comparten domicilio, pero no habitación; no se
preocupan demasiado por el otro, son vidas paralelas bajo el
paraguas del matrimonio formal. En el otro caso, la pareja crece,
repacta sus acuerdos y encuentra gratificación en la vida
compartida.
La doctora Muchinik relata el sugestivo caso de Ana y Felipe,
participantes en el estudio. Con tres hijos pequeños, viajaron a
Estados Unidos gracias a un contrato que él obtuvo del prestigioso
Instituto de Tecnología de Massachusetts. A pesar de su licenciatura
en educación, Ana se dedicó a la maternidad, mientras intentó
infructuosamente obtener de él comprensión y colaboración en las
tareas hogareñas y un tiempo libre para ejercer su profesión.
Cansada de no ser escuchada, hizo las valijas y volvió a Buenos
Aires. Felipe recapacitó y vino a buscar a su familia. Tras arduas
negociaciones, decidieron reinstalarse aquí. En la entrevista,
Felipe confesó: "No lo habíamos hablado, pero yo había dado por
supuesto que ella sería como mamá, dedicada a la casa y los chicos".
Una etapa de disfrute
Los reencuentros con final feliz también tienen cabida en la
realidad. "¿Por qué la última etapa de la vida tiene que ser dura e
insatisfactoria, si puede ser de disfrute?" interroga Benzadon y
argumenta: "dada la longevidad actual, la cuestión no es simplemente
sobrevivir sino aumentar la calidad de vida, logrando el desarrollo
de las personas, aceptando al otro como es, con sus faltas y
problemas, pero haciendo de las diferencias un motor del
intercambio, el crecimiento y la transformación".
Las parejas exitosas son, según las conclusiones del estudio,
aquellas que aprendieron mucho de la vida, que mantienen relaciones
ricas y afectuosas con los hijos y los amigos y buscan compañías y
actividades que mitigan el síndrome del nido vacío; aprenden del
otro explorando las múltiples posibilidades de la cooperación, se
cuidan mutuamente y se sostienen el uno en el otro.
Son parejas guiadas por acuerdos y esperanzas y no por
resentimientos, que se comunican mediante un lenguaje positivo que
facilita el acuerdo y aleja el maltrato. En definitiva, parejas que
hacen del envejecimiento compartido una forma placentera de honrar
la vida.
La fórmula del éxito
El estudio de Muchinick y Benzadon sugiere ciertas consignas para
mantener unida la pareja:
Flexibilidad
Ser flexibles y abiertas para enfrentar los cambios, facilitando la
creación de nuevos hábitos y maneras de vivir.
Respeto
Es fundamental respetar al otro tal como es, sin intentar cambiarlo.
Espacios vitales
Respetarse a sí mismo, individualmente, sin abandonar los espacios
vitales personales, en función de un presunto beneficio de la
relación.
Comunicación
Mantener una comunicación fluida, en un lenguaje positivo.
Acuerdos
Evitar las discusiones circulares. Si no hay acuerdo posible, buscar
la mirada de un tercero.
Igualdad
Establecer una relación igualitaria: renegociar los acuerdos y
desacuerdos desde una posición de pares.
Intereses
Resolver los conflictos teniendo en cuenta los intereses y deseos de
ambas partes.
Placer
Compartir actividades placenteras.
Espacios
Mantener un espacio propio y uno común.
Proyecto
Sostener un proyecto de vida compartido, que es la columna vertebral
de la relación
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Fuente:
http://www.lanacion.com.ar
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