Italia es el nuevo campeón del mundo
Le ganó la
final a Francia 5-3 por penales y se consagró campeón del mundo por
cuarta vez en su historia. En los 120 minutos de juego empataron
1-1, con goles de Zidane, de penal, y Materazzi. El partido se
disputó en Berlín y fue arbitrado por el argentino Elizondo, que a
10 minutos del final expulsó a la máxima estrella francesa por
agresión. Los italianos ya habían levantado la Copa en los mundiales
del 34, 38 y 82.
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Un mes pasó desde que Horacio Elizondo
marcó el inicio del Mundial, en aquel triunfo de Alemania sobre
Costa Rica. Desde ese día hasta hoy, hubo equipos que jugaron bien,
muchos que jugaron no tan bien, algunos que hicieron seis tantos en
un mismo partido, otros que casi ni hicieron. Hubo figuras que no
brillaron, hubo sorpresas, decepciones. Empates, victorias,
derrotas. Goles. Golazos. Hubo de todo. También, por supuesto, hubo
dos selecciones que se destacaron más que el resto y por eso
llegaron a este último gran choque en el estadio Olímpico de Berlín.
Alemania y Francia fueron justos finalistas en el Mundial en el que
avanzan los que más penales convierten y menos desvían, los que
más ganan y menos pierden.
El gran nivel que mostraron estos dos equipos en sus últimas
presentaciones prometía un partido bien vibrante. Y los primeros
minutos, llenos de emociones, parecieron comenzar a cumplir con las
expectativas. Sólo habían pasado algunos segundos desde que Elizondo
marcó el inicio cuando Henry chocó en el aire con Cannavaro y quedó
tendido. No se movía. Parecía nocaut. Afuera de la
cancha empezó a moverse Trezeguet. Francia estaba a un paso de
perder ya desde el vamos a su carta más importante en ataque. Pero
entraron los médicos, lo atendieron y pudo seguir. Respiraba
Domenech y un país entero. Movidito el arranque.
Italia insinuaba un poco más que Francia: esperaba bien lejos de
Buffon y apretaba con mucha gente en campo rival. Estaba mejor. Daba
la sensación que tenía el partido bajo control. Sin embargo, falló
donde no suele fallar. Un palotazo largo alcanzó
para complicarlo. Malouda fue a buscar un pase adentro del área y
cuando se metió, Materazzi lo rozó abajo. Elizondo, muy cerca de la
jugada, no dudó y señaló el punto del penal. Sin buscarlo demasiado,
el equipo de Domenech tenía una chance inmejorable para ponerse en
ventaja.
Y ahí fue Zidane. Acomodó la pelota con una parsimonia envidiable.
Frente a él, se paraba Buffon, con los brazos bien abiertos. Casi
alcanzaba a tocar los dos palos con sus manos. Dos de los mejores
jugadores del torneo, cara a cara. Elizondo dio la señal, el francés
tomó carrera y lustró la lámpara. A los seis
minutos de la final de la Copa del Mundo, demasiado lejos de ponerse
un poco nervioso, picó la pelota: la bola viajó derecho al travesaño
y cayó un metro adentro. Tremendo.
A pesar del golpe, los italianos siguieron yendo hacia delante. Con
Camoranesi encendido, el equipo de Lippi insistía por el centro de
la defensa francesa, pero siempre chocaba con la humanidad de Thuram
y Gallas. También buscaba por el costado derecho, por donde Pirlo
desbordaba constantemente. Pero nada. Toni siempre
recibía de espaldas al arco y a la Azzurra le costaba horrores
llegar con peligro al arco de Barthez, más allá de que tenía la
pelota y jugaba en campo rival.
Allá por el minuto 18, Italia tuvo un córner desde la derecha.
Mientras el envió de Pirlo viajaba por el aire, Barthez salió, luego
retrocedió y luego volvió a salir. A todo esto, pisando el área
chica, Materazzi se elevó más alto que todos y metió un fuerte
cabezazo para poner el empate. Un empate que a esa altura, el
conjunto de Lippi merecía largamente.
Con un planteo bastante ofensivo, Italia había igualado y tenía a
Francia contra las cuerdas: lo desbordaba por los cuatro costados y
lo arrinconaba dentro de su área. Los galos estaban perdidos, Ribery
no aparecía, a Henry no le llegaba la pelota y todas las maniobras
en ataque dependían en exceso de lo que pudiera hacer Zidane.
Y si bien en los últimos minutos, cuando Zizou puso la pelota debajo
de sus suela, el equipo de Domenech consiguió algo de alivio, la
sacó barata con el empate con el que se fue a los vestuarios. Es que
la Azzurra estuvo muy cerca de meter el segundo cuando Toni estrelló
un cabezazo en el travesaño tras un nuevo centro de Pirlo desde la
derecha.
Con otra actitud salió a jugar Francia en el segundo tiempo. A
medida que Ribery empezó a ganar protagonismo, el equipo fue
generando más juego para Henry. Abidal comenzó a soltarse por la
derecha y fue ese sector el que eligió el conjunto galo para
intentar entrarle a un Italia que no encontraba la pelota y
casi no salía del fondo. Antes que las cosas empeoraran,
Lippi metió mano: sacó a Totti y Perrotta y mandó a la cancha a
Iaquinta y De Rossi.
Con las modificaciones, Italia ganó un poco de movilidad, aire y
logró salir de la presión que imponía Francia y emparejó las cosas.
Ambos tuvieron sus chances para ponerse en ventaja. A los de Lippi
les anularon (bien el línea Otero) por posición adelantada de De
Rossi en un cabezazo de Toni que no podía contener Barthez. Luego
Henry pudo darle el segundo a los galos cuando le ganó a Cannavaro
en el mano a mano y definió al cuerpo de Buffon. También hubo un
tiro libre de Pirlo que se fue pegado al palo. Los dos estaban
cerca.
Los minutos pasaban, ninguno lograba desnivelar. Francia tomaba la
iniciativa, iba a buscar el gol, a gastar sus últimas fichas
antes del final. No quería ir al alargue. Italia, en cambio,
esperaba atrás. Con los tres cambios agotados, la Azzurra no se la
jugaba y respiraba hondo a medida que la prórroga se acercaba.
Arrancó el primer suplementario e Italia seguía dormido. La pelota,
la iniciativa y las llegadas eran de Francia. Todo era de
Francia. Antes de salir reemplazado por Trezeguet, Ribery
se metió a pura gambeta dentro del área y metió un puntazo que se
fue muy cerca del palo izquierdo del arco de Buffon. Los de Domenech
estaban bien cerca del segundo. Otra muy clara tuvo Zidane, con un
cabezazo, pero el uno de la Azzurra respondió rápido para sacar la
pelota por arriba del travesaño. Hubiera sido la despedida ideal
para Zizou si esa pelota se metía y le daba a Francia su segunda
Copa del Mundo.
Estaba todo dado para que Zidane fue la figura del Mundial. Cuando
Francia más lo necesitaba, él había aparecido y le tapó la boca a
muchos que lo consideraban un ex jugador. Pero vaya uno a saber qué
cable se le peló al volante cuando le metió un tremendo
cabezazo a Materazzi en el medio del pecho. ¿Le habrá dicho
el central alguna barbaridad? ¿Habrá sido alguna cuenta pendiente?
En fin, eso sólo sabrá responderlo el propio Zizou, a quien despidió
Horacio Elizondo del Mundial cuando le mostró la roja (el línea
Darío García vio la agresión).
Poco más hubo después de la salida de Zidane. Francia, con uno
menos, lo fue a buscar con lo que tenía. Italia no se la jugó y
pareció conformarse con ir a los penales. Entonces llegó el final.
Cuatro años de preparación, un mes de dura competencia y todo se
definía desde los doce pasos. Dos países prendidos a los
televisores, las radios, esperando el desenlace.
El primero en acomodar la pelota fue Pirlo, que había sido uno de
los mejores del partido. Le dio al medio del arco: 1-0 para Italia.
Empató Wiltord para Francia en el siguiente. Materazzi le dio el 2-1
a la Azzurra, aún cuando Barthez adivinó le adivinó la intención.
David Trezeguet se paró para ejecutar su remate. Tomó carrera y le
dio con alma y vida, arriba, pero la pelota dio en el
travesaño y picó afuera. De Rossi, con un disparo potente,
aumentó para el conjunto de Lippi (3-1). Abidal descontó para los
galos y luego Del Piero puso el 4-2. Sagnol mantuvo con vida al
equipo de Domenech. Grosso se preparó para el quinto penal. Y no
falló.
Ni bien el remate de Grosso zamarreó la red, el plantel entero
explotó. Abrazos por acá, besos por allá, cantos por el otro lado.
Italia, desplegando un fútbol poco vistoso pero efectivo, saldrá en
todas las fotos, en todos los diarios y quedará en el recuerdo de
todos los amantes de este deporte. El resto de los equipos, los que
juegan bien, los que se adjudican el campeonato "moral", los que
pierden por la mala suerte, por el azar, deberán esperar cuatro años
más para la revancha. Ahora, la Azzurra festeja. Y bien
merecido lo tiene.
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Fuente:
http://www.clarin.com
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