En aquellos juegos en que interviene del todo la suerte, como por ejemplo en la ruleta, en los dados y en otros parecidos, podemos acudir a cálculos matemáticos, probabilidades, porcentajes, etc., en busca de la fortuna, pero en el póker nada de eso resulta válido, puesto que, además de buenas cartas, hace falta una gran dosis de psicología, dotes de observación y, por encima de todo, autodominio de la propia persona, control de las expresiones de uno mismo.
Ya sabemos por qué, o se obtiene una jugada cumbre, como el póker o la escalera de color, o cualquier jugada puede ser neutralizada por un jugador hábil en el farol. E incluso nosotros mismos podemos echarla a rodar si expresamos demasiado claramente, aunque sólo sea durante una fracción de segundo, la calidad de nuestro juego.
Por tanto, lo principal es ver las cartas propias con absoluta indiferencia. Ni las buenas ni las malas deben alterar nuestra expresión facial, ni inducirnos a ademanes o expresiones delatoras.
Después, hay que observar atentamente los descartes ajenos y vigilar los gestos de Ios demás jugadores. Cualquier leve alteración, cualquier tic, incluso algún movimiento de manos que suela hacer un contrincante cuando tiene determinado juego, puede servirnos de pista a la hora de calibrar con qué nos enfrentamos.
Llegado ese momento, tendríamos que saber quiénes son dados al farol y quiénes no. También de qué forma apuesta cada uno, según los casos, y cuándo acostumbra a reenvidar. Si tenemos un buen retrato psicológico de cada jugador, habremos avanzado mucho en nuestro camino hacia el éxito.
Y, finalmente, queda el factor suerte. El ligar bien o no ligar. Tener o no tener jugada. Eso es fundamental. Si chocamos con alguien en racha, no hay nada que hacer. Pero las rachas, buenas o malas, tienen siempre su final. Conviene esperar pacientemente a que llegue, o retirarse a tiempo.
Pensar también que la propia racha de uno, sea buena o mala, tampoco es eterna. Si perdemos, conviene no perder los nervios. Abstenerse con frecuencia durante una mala racha, es una actitud prudente, como también lo es retirarse si uno pierde demasiado. Si se gana mucho, la racha también terminará. Hay que saber advertirlo a tiempo y retirarse antes de que se pierda todo lo ganado.