La Selección será visitante como
nunca en la historia
El estadio Olympiastadion de
Berlín, el viernes estará repleto de alemanes- Calculan que habrá
casi 70 mil contra apenas 2,500 argentinos- En el Mundial del 90 se
vivió una desventaja numérica parecida durante el partido contra
Italia, aunque esa vez se jugó en Nápoles y el efecto Maradona ayudó
a que no se sintiera tanta desigualdad en las tribunas.
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Juan Pablo Sorin, casi al pasar, disparó
una frase que, por cruel que sonó para cualquier corazoncito celeste
y blanco, reflejó fielmente lo que pasará en las tribunas el viernes
en Berlín: "Y' ellos serán muchos, pero siempre nuestros hinchas se
hacen notar". A no dudarlo: la Selección en estos cuartos de final
será visitante como nunca en la historia. En un vuelo mental rápido
de los mundiales, aparece un paralelo con lo que ocurrió en el 90
contra Italia. Hay una salvedad, ese día se jugó en Nápoles, donde
el efecto Maradona ayudó a que la localía no se hiciera tan hostil.
Se espera, lógicamente, un apoyo abrumador para Ballack y los suyos.
Por jugar en su casa y fundamentalmente porque en las últimas horas
creció el entusiasmo a niveles impensados. Hoy todos saben de los
goles de Klose y de Podolski, hablan de las bondades ofensivas del
esquema de Klinsman y hasta se animan a adelantar que van a llegar
al título al trotecito. Se ven autos con banderas del país y las
inscripciones que reflejan el andar arrollador en la copa.
Ni siquiera los intimida Brasil, el campeón del mundo. ¿Y aquella
sensación de indiferencia que había con el equipo antes de comenzar?
Pasado pisado. Ocho de diez alemanes, imaginaban que el equipo no
iba a pasar de octavos. De eso no se habla más y el que lo recuerda
pasará a ser considerado un traidor a la causa futbolera nacional.
En el estadio Olympiastadion, cuya reconstrucción costó 242 millones
de euros, se esperan 72 mil espectadores. Un lleno total y, según
cálculos estimativos, no habrá más de 2.500 argentinos.
Hasta aquí, la Selección de Pekerman recibió un apoyo importante,
aunque la mayoría de las veces estuvo en inferioridad numérica a la
hora de contar hinchas propios y ajenos. Vale detallar partido por
partido. En el debut, frente a Costa de Marfil, la cosa estuvo
repartida. Después hubo más serbios y, en el cierre del grupo, los
holandeses aparecían hasta en la sopa. Lo mismo ocurrió el sábado
con los mexicanos.
El tema es que, de una u otra manera, los argentinos se hacen notar.
Por ingenio, por picardía o, incluso, por saber cuándo cantar o
cuándo quedarse callados. Se dio, por ejemplo, una situación cómica
en el cruce de octavos. Los mariachis entonaban (bueno, algo
parecido) una estrofa que no había manera de hacerla rimar. De la
tribuna argentina, instantáneamente, retrucaron con un "no se
entiende, aprendan a cantar". Carcajadas varias, claro.
Se dio el caso de personas que planearon un viaje no tan largo. Por
lo económico (cuatro a uno mediante) y en definitiva porque
manejaban un optimismo moderado. Optaron, entonces, por quedarse a
los primeros tres partidos. Tampoco hay que esperar un gran recambio
para las instancias decisivas, ya que ahora se juega a seguir o
quedarse. Uno podría llegar y a las pocas horas estar armando las
valijas para volver. Linda aventura, pero algo cara. Desde el
bolsillo y ni hablar desde lo afectivo.
En las tribunas, el resultado para el viernes ya es cantado y no se
espera ni media sorpresa. Ahí golea por escándalo Alemania. Lo otro
está por verse y cualquier pronóstico termina derechito en el tacho
de basura. Hace falta que ruede la pelota y como bien dijo Maxi
Rodríguez, "adentro somos once contra once." Afuera, mejor ni
contemos.
Todo sobre el Mundial de Fútbol 2006 Alemania
Fuente:
http://www.clarin.com
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