Crean un nuevo tipo de
alimentos
Se
presentó el primer "simbiótico"; combina dos elementos bioactivos
para potenciar su acción.
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Tratar la
diarrea crónica, disminuir el riesgo de infecciones, reforzar la
respuesta inmune o reducir la pérdida de calcio en la mujer adulta
son sólo algunas de las virtudes de un nuevo tipo de alimentos
funcionales: los "simbióticos", que por primera vez tendrán un
exponente local gracias a un renovado acuerdo entre una empresa
argentina e investigadores del Centro de Referencia en Lactobacilos
(Cerela), del Conicet. En la presentación estuvieron los directivos
de la empresa y los doctores Eduardo Charreau, Mario Lattuada y
Carlos Martínez, del directorio del Conicet.
"Los alimentos funcionales son los que tienen la potencialidad de
actuar positivamente sobre la salud -explicó ayer la doctora en
ciencias químicas Margarita Olivera Carrión, presidenta de la
Asociación de Tecnólogos Alimentarios, durante una presentación a la
prensa-. Es decir que no sólo tienen nutrientes, sino también otros
componentes que mejoran el bienestar general y pueden reducir el
riesgo de enfermedades. Los simbióticos contienen microorganismos
vivos que cuando se ingieren en suficiente cantidad promueven
beneficios para la salud (lactobacilos) y fructanos naturales (un
sustrato que promueve el desarrollo de bacterias benéficas)."
El de los alimentos funcionales es un concepto que comenzó a
gestarse en Japón, en los años ochenta, momento en que se verificó
una drástica prolongación de la expectativa de vida de la población
de ese país. "El gobierno, entonces, puso en marcha un programa para
determinar cuáles podían ser los componentes bioactivos más eficaces
-precisó Olivera Carrión-. Nació así la denominación Foshu,
alimentos funcionales o para usos específicos, de los que en la
actualidad existen ya 341, la mayoría de los cuales (un 64%) está
orientada al buen funcionamiento del sistema digestivo."
Cuando el bebe nace, su intestino es estéril. Si es amamantado,
primero se coloniza con microorganismos benéficos, que al comienzo
predominan, pero a lo largo de la vida el equilibrio entre
microorganismos "buenos" y "malos" se altera.
Los alimentos "probióticos" se desarrollaron precisamente para
reforzar las defensas naturales del organismo. Se caracterizan por
incluir microorganismos benéficos que colonizan transitoriamente el
colon (alrededor de 72 horas), desarrollan metabolitos, estimulan un
aumento de la respuesta inmune y, por efecto competitivo, disminuyen
la adhesión de patógenos a las vellosidades intestinales.
Claro que no es sencillo desarrollar un probiótico: los
microorganismos tienen que ser habitantes normales del tracto
gastrointestinal humano, mantenerse viables en el alimento portador,
ser tolerantes a la acidez estomacal y poseer capacidad de
adherencia. "No son tantas las cepas que pueden reunir estas
características", subrayó la doctora Olivera Carrión.
Es aquí donde entra en escena el Cerela, poseedor de una colección
de cultivos que incluye 1200 bacterias lácticas. Sus investigadores
trabajan en la identificación y análisis de estas cepas desde hace
casi 30 años.
"Casi al mismo tiempo en que en Japón comenzaban a desarrollarse los
alimentos funcionales, nosotros en Tucumán -sin saberlo- estábamos
iniciando la investigación vinculada con probióticos", recordó la
doctora Silvia González, docente de la cátedra de Salud Pública de
la Universidad Nacional de Tucumán e investigadora del Laboratorio
de Ecofisiología Tecnológica del Cerela.
González, que se inició en la ciencia precisamente con una tesis
sobre lactobacilos, participó en la identificación del L. casei CRL
431 y del L. acidophilus CRL 730, dos cepas cuya acción benéfica fue
probada en más de cien trabajos científicos y que fueron depositadas
en colecciones internacionales de Estados Unidos y Europa para
resguardar los derechos comerciales del Cerela.
Gracias a un acuerdo renovado en 2005, la empresa SanCor emplea en
este nuevo producto el conocimiento del Cerela -en este caso el
Lactobacillus casei- en su formulación del SanCor Bio.
"Las características de un probiótico no dependen ni del género ni
de la especie, sino de la cepa -subrayó la investigadora-. En ese
sentido, el Lactobacillus casei es absolutamente seguro."
Pero para que el nuevo alimento pertenezca a la generación de los
simbióticos, además de estos microorganismos incluye otro
ingrediente bioactivo: fructanos, carbohidratos formados por
unidades de fructosa (un tipo de glucosa presente en las frutas y la
miel) que se encuentran en la raíz de achicoria, la cebolla, el ajo,
los espárragos, las bananas y los alcauciles, entre otros.
Estudios in vitro mostraron que los fructanos naturales son
metabolizados por las bifidobacterias (microorganismos "buenos" del
tracto digestivo). Esto produce mayor acidez en el medio intestinal
que inhibe la multiplicación de Escherichia coli, Clostridium y
otras bacterias patógenas. Las bifidobacterias mejoran además la
absorción del calcio.
Los fructanos son "prebióticos", es decir, no digeribles por el
organismo, pero estimulan el crecimiento o la actividad de una o más
bacterias en el colon y de esa manera modulan la composición de la
flora intestinal.
Los beneficios del nuevo alimento simbiótico, según González,
muestran a las claras cómo se puede llegar a un desarrollo
tecnológico si se cuenta con el sólido respaldo de la investigación
básica.
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Fuente:
http://www.lanacion.com.ar
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