Llegó a la Argentina la fiebre del oro
Los
operadores señalan que hay una "explosiva demanda" de monedas,
lingotes y joyas.
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Movido por la
persistente alza en su cotización, el oro volvió a convertirse en un
objeto de adoración para los inversores argentinos, hasta el punto
de haber desatado en el país lo que los conocedores del mercado no
dudan en calificar de verdadera fiebre.
Aluden así a una explosiva demanda de barras y monedas del metal
precioso (además de otros productos financieros que reproducen su
evolución) que, en el caso del oro "físico", dejó sin stock -o con
una acotada capacidad de reposición- a los principales operadores de
la plaza local.
El auge de la venta fue incrementándose desde comienzos de este año.
Pero literalmente "estalló" en las últimas semanas, cuando el ajuste
alcista del precio en los mercados internacionales se aceleró y
comenzó a ocupar repetidas veces los títulos de los diarios, lo que
ayudó a "popularizar" esta variante de inversión, según define
Carlos Lizer, jefe de mesa de la firma bursátil y de cambios Puente
Hnos.
El operador destaca el creciente interés que muestran incluso
aquellos inversores que jamás habían apostado sus fichas en ese
metal.
Al oro le había llevado casi dos años revalorizarse unos 100 dólares
por onza, desde los 400 dólares a que se operaba a inicios de 2004
hasta los 500 que alcanzó en noviembre de 2005.
Pero, de allí en más, subió cada vez con mayor velocidad: ganar
otros 100 dólares le tomó poco mes de cinco meses, y anotarse otros
100, para vulnerar la barrera de los 700 dólares por onza, apenas un
mes.
El viernes el precio de la onza (31,105 gramos) alcanzó un máximo
nominal de 726 dólares en transacciones europeas, impulsado, entre
otras cosas, por un informe de la casa Macquarie Research, que
vaticinó que la suba del metal continuará y hasta podría superar el
máximo histórico de US$ 873 por onza, conseguido en 1980.
Pero en Nueva York perdió ese día 1,4 por ciento, para quedar a US$
716,60 la onza contra un valor de US$ 720,90 de apenas 24 horas
antes.
En promedio, su cotización subió entre el 37 y el 41 por ciento este
año, según la plaza que se considere, y entre el 60 y el 68 por
ciento desde comienzos de 2005. Semejante rendimiento despertó la
codicia de los inversores, "que están vendiendo dólares o euros para
comprar monedas o lingotes, algo que no veía hace muchos años",
comentó a LA NACION Alfredo Piano, presidente del banco homónimo.
La reactivación de la demanda hizo que esta entidad, que se abastece
mediante la importación de oro y que lo traía de manera esporádica
("la última compra previa al boom la hicimos hace unos ocho
meses", apuntó Piano) actualmente esté ingresando embarques de
manera semanal.
No es un caso aislado. Juan Vassallo, jefe del equipo pignoraticio
del Banco Ciudad, admite, respecto de la última semana: "Todos los
puntos de venta del banco agotaron su stock. Nos están pidiendo
reponerlo pero no damos abasto", en referencia a la sucursal
especializada en este tipo de operaciones de Esmeralda 660, Capital
Federal, y a las que también realizan transacciones con oro como las
dos de Barrio Norte (cerca de Santa Fe y Pueyrredón, y la de Las
Heras y Ocampo), la de Flores, Núñez, el microcentro (frente a la
Bolsa porteña), Morón y La Plata.
La entidad opera de manera diferente: sólo pone en venta el oro que
compra a sus clientes o al público en general (barras, joyas, etc.)
o el que le queda por operaciones donde este tipo de piezas fueron
dejadas como garantía de un préstamo (denominado pignoraticio,
correspondiente a la tradicional operación de empeño) que el deudor
no pudo, no quiso o no supo cumplir, lo que convierte al banco en
nuevo dueño de ese bien. Eso le da una acotada capacidad de
respuesta ante el boom de la demanda porque, pese al
formidable aumento que registró el metal, "aún no aparecen muchos
vendedores, aunque cada vez viene más gente a preguntar". "La gente
está muy abocada a comprar monedas de oro o lingotes pequeños", dice
Lizer, de la financiera Puente Hnos. "Diría que la venta creció 30
por ciento promedio, más en cantidad de operaciones que en volumen,
lo que habla de una demanda que se generalizó", detalló.
Quien tuvo el timing suficiente como para saber cuándo comprar
obtuvo envidiables dividendos. "Comparar los precios de septiembre y
los de hoy causa escozor. Nosotros vendíamos el mexicano de oro [una
de las monedas más negociadas y que pesa 37,5 gramos] a 550 dólares
por pieza y hoy la misma moneda está a 900 dólares; el krugerand
sudafricano, que se opera cada vez más porque pesa igual que una
onza, pasó de 450 a 740 dólares; la colección de argentinos de oro,
que son 10 monedas de 7,20 gramos que se venden juntas, subió de
1100 a 1800 dólares, y el kilo en lingote, de 14.500 a 24.500
dólares, siempre hablando en promedio", comentó Lizer.
Sin embargo, como se trata de un commoditie (materia prima)
con su cotización internacionalizada, la ley de oferta y demanda que
suele incrementar el costo de un bien cuando pasa a ser un producto
buscado y que escasea, quedará en este caso relativizada, ya que los
consultados por LA NACION coinciden en que la menor disponibilidad
no dará un impulso extra a su cotización doméstica.
Activos financieros
Pero lo que más creció es la demanda de activos financieros cuya
cotización sigue la evolución del oro, como el índice GLD, que se
opera en Wall Street y replica las variaciones de la onza, a tal
punto que se negocia por décimas partes, a razón de 71,07 dólares
cada una (precio del viernes), es decir, un 10 por ciento del valor
de la onza ese día.
"Nuestra clientela operando con este índice creció 30 por ciento en
lo que va del año", comentó Mariano Arrieta, el especialista para
este tipo de operaciones de Puente Hnos., y apuntó además que los
que acuden a él son inversores un poco más profesionalizados, "a
quienes no les interesa el oro físico y tener que ponerse a pensar
dónde guardarlo, sino hacer negocios".
JOYERIAS EN ARGENTINA
JOYERIAS EN ARGENTINA
NUEVOS CDS DE ORO
Fuente:
http://www.clarin.com
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