SOFIA GALA EN ROLLING STONE
Fama heredada, estrellato precoz,
agitación hormonal y escándalos mediáticos. Conociendo la vida
interior de la teen lover.
Trasncribimos aqui una parte de la
entrevista a Sofia Gala a la revista Rolling Stone Por
Florencia Werchowsky
Mario
Castiglione se separó de Moria cuando Sofía tenía
tres años y murió diez años después. Sofía vivió más
con los novios de su mamá que con su padre y, por lo
general, hizo buenas migas con todos. En la escalada
morbosa de la televisión, alguna vez se debatió si
las relaciones de pareja de Moria podrían generar
una especie de “síndrome Lolita” entre Sofía y sus
padrastros (mayormente mediáticos). Incluso Jorge
Rial llegó a disfrazarla del personaje de Nabokov y
la puso en un montaje sobre la última versión de
Lolita, que protagonizó Jeremy Irons.
Yo no la
conocía a tu mamá personalmente. Me parece que es
igual que en la televisión. Bah, la conocía
Entiendo. La mayoría de la gente ya la conoce, es
muy como se ve en la tele. Ella es así realmente. La
gente se entera todo de su vida y a ella no le
importa, tiene esa capacidad que yo no tengo.
¿Se
pelean?
Mucho,
pero nos amamos y nos amigamos.
¿Cuáles son los disparadores de las peleas?
Depende
del día. Hay veces que yo no le digo nada y me ataca
y nos empezamos a putear en seguida.
¿Con
insultos?
¡Con
piñas! Piñas, boluda. Me han tenido que agarrar para
que no le pegue a mi mamá. Las dos tenemos un
carácter muy fuerte y, cuando nos peleamos, agarrate
de las paredes.
No me
quiero imaginar
El
cenicero de Susana como mínimo. ¡Nos hemos tirado
cada cosa! Vuela todo. Somos Mortal Kombat 1, 2 y
3. Pero desde que me mudé casi no tenemos esas
peleas. La convivencia es tremenda.
En algun
momento de su incontinencia
narrativo-autobiográfica, Sofía le contó a algún
medio (alguno en que seguramente era útil una
escandalosa confesión adolescente) que a los quince
años había tenido un coma alcohólico. Y los medios
sobreexpusieron hasta el cansancio un hecho que ella
define simplemente como una anécdota más de mi vida.
Claro: ¿cuántas borracheras violentas le quedan por
pasar a una chica noctámbula y rocker de dieciocho
años? Después del problema que tuve, a mi estómago
le cuesta mucho más absorber el alcohol, me pongo en
pedo en seguida. Una noche estábamos en el Club 69.
Yo no había comido. Me había tomado siete birras
¡Encima con birra! Soy una loser, no te podés poner
en pedo con birra. Cualquiera. Estaba re mareada y
vomité todas las paredes. Me agarró Gastoncito Pauls,
me rescató y me llevó a mi casa. Había un montón de
gente y yo no podía ni caminar, y cuando tenía que
bajar la escalera pensaba acá me mato. Otra vez me
rescató Juana Viale, yo estaba muy mal y me dijo
‘Vamos, Sofía, vamos.
El
teléfono con forma de Pluto y con voz de Pato Donald
vuelve a sonar. César atiende y le dice a Sofía: “Es
Lucas, dice que lo atiendas ahora”. Sofía da un
salto de araña de campo, con sus patas flacas y
largas, y agarra el auricular con forma de hueso.
Por la cara sospecho que Lucas es el amigo de
Calamaro. Apago el grabador, pero ahora arriesgo mi
trayectoria de sujeción a la etiqueta periodística y
reproduzco lo que escuché de esa charla: “¡Hola!
¿Quién es? Ah… hola. Bien, todo bien. Bueno, dale,
bueno, chau.
Cuelga y
vuelve al futón con su máxima cara de pícara.
¿¡Era
Calamaro!?
Sí.
¿Y
qué te dijo?
Nada.
Qué me va a decir. Me están jodiendo. Debe pensar:
Esta loca de mierda, psycho.
¿Es
la primera vez que hablás con él?
Sí.
¡Háganse amigos!
No
podría, es alguien a quien admiro. Ni siquiera me
gustaría conocerlo. Viste que cuando conocés a una
persona que admirás se te baja.
No te
va a pasar, no tengas miedo.
No tengo
miedo.
Perdón,
¿estoy más excitada yo que vos con esa llamada?
C’est la
vie. Es que este Lucas me puso en una situación
horrible. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué le iba a decir?
Ahora me doy cuenta: ¡lo que acaba de pasar es re
loser! ¡Que no se entere nadie! ¡Loserísimo! Lo más
loser: yo. Encima no sé si era, mi amigo Lucas es
tan pelotudo que por ahí ni era él.
¿Pero
qué te dijo exactamente?
¡Basta!
Me dijo: Hola, cómo andás, bien, bueno, chau. Y yo
me quedé así.
Invitalo a cenar.
No, no
me gustaría conocerlo. Es lo mismo que conocer a
Keith Richards. Me muero, pero me muero mal, porque
me bajaría un montón de peldaños. A mí me gusta
escucharlos, verlos en la tele, que sean
inalcanzables.
¿Te
desilusionaste con alguien?
Sí,
admiré a gente y cuando la vi me pareció un
destastre. Yo creo que es por eso.
¿Quiénes?
La
mayoría de la gente que admiré. La única persona que
admiro, que conocí y me siguió pareciendo lo más, es
Nacha [Guevara]: ¡es lo más! La ves y es una luz.
Pero en general a la gente que admiro prefiero no
conocerla.
Sos
la anti groupie.
Es que,
si encima salgo con un músico y soy groupie, soy lo
menos.
¿Y
con las chicas babasónicas cómo te llevás?
La
última vez que los fui a ver me tuvieron que
agarrar, porque una piba me miraba y me cantaba Oh
sí, estoy mirando a tu novio y qué. Y yo le gritaba
¡Puta!. Y yo soy muy manolarga. Te agarro y te marco
la cara seguro. Así que mucho cuidado conmigo.
La tarde
siguiente a la cena, Sofia me recibe en su casa con
una fuente de cerezas gigantes y su gato persa
(también gigante) en brazos. De día las paredes del
departamento son, efectivamente, color etiqueta de
Absolut Mandarina. Pero no se lo voy a decir. Otra
vez está dispersa: ahora porque organiza sus
vacaciones en Brasil con Tuñón y su amigo-pegote
Juampi Mirabelli, un chico simpático de veintidós
años, eventual novio y actor en las obras de
Fernando Peña. Los tres se van juntos ocho días a
una posada en Isla Grande. Por tradición familiar, y
desde ahora por responsabilidad laboral, Sofía pasa
los veranos enteros en Mar del Plata. He ido algunas
veces a Punta del Este y odié. Va toda la careteada
horrible de acá. Las minas que van vestidas y
producidas. No me da ir a la playa para que me estén
sacando fotitos tipo Cuál es la mejor concha de la
temporada. Eso es para Rocío Guirao Díaz, para mí
no. Traté de ir a todos esos lugares donde esta
gente va, a ver si encajaba, porque la verdad es que
toda esa gente ahí parece chocha y capaz que yo me
estaba perdiendo de algo. Pero no pude, me pareció
todo una figaceada de principio a fin.
También
por tradición familiar, Sofía construye
sistemáticamente relaciones atípicas: tiene pocas
amigas mujeres y esas pocas son mayores que ella, se
junta con rockeros de más de treinta, su
manager-abogado le atiende el teléfono como si fuera
un mayordomo y ella le pide plata como si fuera su
papá (antes de la cena ella lo encaró: César, ¿me
das doscientos?). Peña define: Sofía y Juampi tienen
una de esas relaciones modernas que tienen ahora los
chicos. Son amigas, amiguitos, novios, ardillitas
histéricas. Las relaciones de los chicos son así
ahora, muy sanas. Duermen juntos, salen juntos,
comparten todo. El todo incluye situaciones de
máxima confianza como que Sofía le depile con cera
la espalda a Juampi. Su interacción tiene un encanto
absolutamente teen. Peña tiene razón, son
ardillitas. En esa dinámica tan de amiguitas de
colegio, Tuñón parece un buda contemplativo (lo dijo
Moria: es como un japonés). Uno puede suponer que a
él también le resulta tierno y simpático verlos
comportarse. Y mejor debe de sentarle formar parte
de ese team inquieto.
¿Cómo
se resuelven las asimetrías sexuales? Bah, tu álgido
momento hormonal contra la madurez sexual de tu
novio.
¿Sabés
que ya no estoy en un momento tan álgido? De chica
era muy calentona, me quería coger hasta las
plantas, tocar todo lo que estuviera vivo, manotear
todas las vergas posibles. Pero fue una etapa, ya no
tengo la calentura de los chicos de 17. De ninguna
manera. Hay gente a la que le dura menos el
hormonazo.
¿Nunca estuviste con una chica?
¿Si besé
a una chica? Sí. A una amiga mía. Nos besábamos a
veces, porque todas tenemos una etapa medio lésbica
en algún momento, pero a mí me habrá durado dos
semanas. Era por curiosidad.
¿Se
tocaban?
No, sólo
nos besábamos.
¿Diego, tu novio, sabe?
No sé si
le conté. Yo amo a los hombres. Amo a las tortas,
pero no lo volvería a probar porque me di cuenta de
que no me gusta, fue una etapa de curiosidad. Yo
necesito una pija. Siempre. No podría vivir metiendo
un dedo, necesito que me penetren, mi amor.
Es
posible que Sofía sea la representante visible de
una generación que se relaciona con la sexualidad de
una manera más distendida y consciente: una
generación postsida, que se anima al homo flirt
(besos entre chicas/os) y que debutó mucho antes que
sus padres y con un forro puesto. Tal vez por eso se
tomó con sorna el escandalete mediático que se armó
cuando se supo que mostraba las tetas en la
temporada marplatense. “Tanto quilombo por un par de
tetas”, dijo en la televisión. Durante la sesión de
fotos, mucho antes del mentado asunto de las tetas,
Sofía no dudó en tirarse leche encima ni en posar en
topless, pero aclaró: “Que no se me vean del todo.
Si no van a estar una semana entera hablando de mis
tetas. De una teta te hacen un mundo.
EL TOPLESS Y DESNUDO DE SOFIA GALA EN EL TEATRO
FOTOS DE SOFIA GALA
Fuente:
http://www.rollingstonela.com
|
|