Por qué los jóvenes se drogan?
Conocer es el primer paso para ayudar a nuestros hijos a lograr su
integridad psíquica -respetando sus reclamos y sus necesidades- y,
así, alejarlos del flagelo de las drogas
“No
puede el hombre de nuestro seguir muchos meses mas absorbiendo las
dosis diarias de necedad, suciedad y falsedad que se le ofrecen cada
mañana"
La psicología nos advierte sobre la existencia de diversos tipos de
adictos y diferentes causas conducentes. Buen número de psiquiatras
y psicólogos indican que el consumo de drogas es la resultante de un
trastorno emocional.
Hay casos en que la droga permite la adaptación del individuo a las
tensiones interiores, y en otros, la adicción se debe a la
incapacidad del joven para enfrentar el papel de adulto, en otros el
consumo es el producto de un desajuste psicológico o de trastornos
de la personalidad.
Se indica que los neuróticos recurren a la droga para aliviar la
ansiedad, los psicópatas para lograr exaltación y los sicóticos para
evitar la depresión. Según Pascale, los psicópatas, los impulsivos,
neuróticos y equizotímicos son individuos predispuestos a la
adicción.
El concepto de que el drogadicto es siempre portador de un trastorno
psiquiátrico ha sido criticado, particularmente por quienes enfocan
el aspecto sociológico. Para Reebock, el consumo de drogas es un
mecanismo al que recurren algunos individuos a fin de hacer mas
tolerable su situación social desfavorable.
Numerosos investigadores estiman que los trastornos psiquiátricos,
la delincuencia, la drogodependencia, la fascinación por los falsos
profetas, en suma el conjunto de actitudes patológicas, no son, en
general, la consecuencia directa de un defecto de la personalidad
sino el producto inevitable del sistema social , de relaciones que
establece el individuo con su entorno, caracterizado según Devereux,
por:
1. La impersonalidad de las relaciones humanas, con el pasaje de las
comunidades rurales a las megalópolis industriales.
2. La fría objetividad como ideal científico.
3. La indiferencia afectiva y el aislamiento de las grandes
metrópolis.
4. La sexualidad reducida a fornicación.
5. La pérdida del sentimiento de nuestra integración en el mundo
social: nos sentimos cada vez mas "poseídos", "manipulados",
"dependientes" de fuerzas contra las que nada podemos hacer.
6. La sanción del hombre que no puede más realizarse como una
personalidad "verdadera", "independiente" y "libre", lo que hace que
no le quede mas remedio que la rebelión, la locura o el suicidio.
El uso de drogas para suplir las deficiencias y los vacíos de la
sociedad y la familia está determinado por:
-
el enfrentamiento del joven con sus
circunstancias,
-
su falta de identificación con el medio, la
sociedad y la cultura,
-
la irreligiosidad,
-
el enfrentamiento generacional,
-
los conflictos de la familia y la falta de
afectividad familiar,
-
el fracaso de los adultos en el logro de
objetivos,
-
la imagen que brinda una sociedad de consumo
estructurada en el "use" y "tire" y en el "haga hoy y pague
mañana",
-
la desigualdad económica, y cultural,
-
los diferentes tipos de discriminación, las
guerras que azotan al mundo,
-
las circunstancias de que las metas más
significativas sean la posición social y la riqueza,
-
el desencuentro del ser con su individualidad y
-
la no identificación del individuo con el papel
que le cabe en el mundo.
La despersonalización de los jóvenes y la trivialidad que le ofrece
el mundo contemporáneo, sin horizontes ni perspectivas, la
incertidumbre del futuro, el tedio del presente y la añoranza del
pasado y la carencia de responsabilidad frente a la propia persona
impiden o limitan la búsqueda de la libertad, la lucha por la
libertad creadora, la que conduce al encuentro de si mismo y la
identificación del prójimo, y tiranizan el "paraíso artificial" en
la irrealidad de la droga.
En síntesis, ayudemos al joven a lograr su integridad psíquica,
respetando sus reclamos y sus necesidades.
Crecer es encontrarse armónicamente con el mundo y conformarse
interiormente, larga tarea que debe cumplirse en un permanente juego
entre el ser interior y las circunstancias externas y en un continuo
rechazo y aceptación que modela la personalidad, la conducta, el
espíritu.
Crecer no es una carrera para alcanzar el éxito, la fama, el poder,
los bienes materiales, los halagos. No es buscar satisfacción para
la codicia, la soberbia, los instintos, la vanidad. Es encontrarse
consigo mismo y identificarse con la propia espiritualidad.
Las fisuras, las fallas, las carencias y aberraciones de nuestra
época deshumanizada y alienante son el germen del desencuentro del
hombre, la traba para el joven que emprende la aventura humana.
Todos, familia, escuela, trabajadores, estado, desde el hombre común
hasta los intelectuales, debemos reaccionar y cumplir de alguna
manera la tarea de recrear a la sociedad, de entender a los jóvenes,
con una nueva perspectiva.
Como expresa Hesse: maestros necesitamos más que otra cosa, hombres
que infundan en la juventud la capacidad de medir y de juzgar y sus
modelos estén en el respeto de la verdad, la obediencia al espíritu
al servicio de la palabra.
Fuente
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