SHAKIRA EN VELEZ
Un solo de kora se funde
lentamente con un sintetizador oscuro y un beat triphopero. El
intrigante sonido del instrumento africano redobla, anuncia la
aparición de Shakira y desemboca en el estribillo de "Estoy aquí".
Instantáneamente, los 40 mi asistentes tiemblan ante el inicio de un
recital decididamente hitero y así estarán todos durante 90 minutos.
Tienen a su ídola delante, descalza, sonriendo y agitando su melena
metalera
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La banda multicultural de siete
integrantes cumple en el ensamblaje de ritmos latinoamericanos y
árabes, depositándolos en un envase rockero occidental. La diva no
solo canta y baila en plena forma, también interviene con su
harmónica y hasta se despacha con un aceptable solo de guitarra en "Don't
bother", uno de los pocos temas en inglés del repertorio (cabe
destacar que su voz suena más flexible y convincente en español).
La coreografiada interacción de la cantante con sus músicos sólo se
interrumpe en "Obtener un Si", una balada de aire carioca acompañada
por la silueta de una orquesta virtual proyectada en el fondo, y en
"No", cuando aparece con un impactante vestido rojo cuyas mangas se
transforman en alas gigantes. En comparación al estándar de alta
tecnología que se maneja en los conciertos de otras estrellas del
pop, la puesta del Oral Fixation Tour es poco más que modesta. Pero
en este espectáculo, el poder reside en la performance.
Por supuesto, un concierto de la colombiana no estaría completo sin
el baile de vientre y el característico ajetreo de caderas. Con
"Ojos así" y el cierre "Hips Don't Lie" hubo de sobra. Pero,
contrario a lo que se cree, es una parte mínima de todo lo que
Shakira es capaz de dar en vivo.
FOTOS GENTILEZA DE LA REVISTA ROLLING
STONE
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