Cómo disfrutar las fiestas sin deprimirse o ser
víctima de la ansiedad
Los
preparativos y la posibilidad de reencontrarse con familiares
lejanos pueden provocar un alto grado de estrés
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Lo que en muchos de los casos
prevalece ante las fiestas de fin de año es una sensación de
angustia y pérdida al revivir la ausencia de familiares queridos que
ya no están. En este sentido, la Sociedad Americana de Geriatría,
elaboró recientemente un trabajo a fin de brindar consejos útiles
que permitan evitar la depresión que, según los especialistas, es
más frecuente a medida que la edad aumenta.
Entre los principales puntos a tener en cuenta se encuentran la
socialización y el armado de "programas" o salidas con los
familiares y amigos más cercanos. En segundo término se destaca al
aceptación de las sensaciones y sentimientos, condición que
permite compartir con otros y "descargarse". Finalmente, es
importante evitar la ingesta exagerada de alcohol y estar
atento a los síntomas y señales que permitan establecer un
diagnóstico de depresión.
"Las fiestas son movilizadoras de reencuentros con figuras y
situaciones significativas que a menudo no están debidamente
internalizadas. Además, el ritmo de vida vertiginoso impide
procesar, contener y darle un sentido enriquecedor a estas
emociones. Es en ese momento cuando aparecen sentimientos de temor o
de pérdida. Para evitarlos, la mejor recomendación es tener una
anticipación positiva", señaló, en diálogo con Pro-Salud News, el
doctor Roger Montenegro, médico psiquiatra, presidente de la
Fundación Contener.
Asimismo, el especialista indicó que caer en ideas imaginarias de
felicidad no ayuda, porque "es esperable que surjan roces y
altibajos" tal como sucede el resto del año y teniendo en cuenta que
se pone en juego un importante intercambio de emociones y
personalidades.
Bajar las expectativas con respecto a la organización de la
celebración en sí también ayuda, ya que a menudo ése es también
un punto de conflicto. Si en lugar de establecerse obligaciones y
deberes se lo piensa como una oportunidad para festejar, disfrutar y
ser creativos -innovando, por ejemplo, en la decoración de la casa o
la elaboración de los platos- los momentos previos se disfrutarán
mucho más.
Si bien el duelo por la muerte de un ser querido es una herida
abierta todo los días del año, durante las fiestas, la ausencia
puede sentirse más. "Mi hermano murió una semana antes de noche
buena y, obviamente siempre la pasábamos juntos. Ese hecho generó
que, sin importar los años que hayan pasado, cada vez que se acerca
el 24 de diciembre, me surge esa sensación de tristeza que tiene que
ver con extrañar a otra persona", refirió Norberto.
De hecho, según una revisión de estudios y ensayos realizada por
profesionales del Instituto de Investigación en Psicología y Salud
de la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos y cuyas
conclusiones forman parte de la reciente edición de la publicación
The Lancet, el período más vulnerable es el de los primeros treinta
días posteriores a la pérdida.
Por otro lado, los especialistas postularon que la ausencia más
difícil de superar es la del cónyuge, y que la angustia y depresión
que sobreviene luego del fallecimiento pone en riesgo la salud e
incrementa el riesgo de suicidio.
"En términos cuanti-cualitativos, la intensidad de la pérdida varía
según el ciclo de la vida. Para un chico, por ejemplo es una pérdida
muy significativa la muerte de alguno de sus padres, al igual que
para una persona mayor la de un nieto, por ejemplo. En cambio,
cuando se trata de un cónyuge, por lo general se toma de otra
manera", consignó el doctor Montenegro.
"Lo primero que hay que ver cuando se produce el fallecimiento de un
ser querido es determinar en qué medida es necesaria la intervención
de un especialista. Luego, es necesario evaluar la mejor forma de
acercarse a la persona que está sufriendo y por último, establecer
cuáles son los indicadores que está mostrando. Para esto hay que
considerar y tener en mente que el duelo se relaciona con diversos
síntomas y enfermedades psicológicas como la depresión, la ansiedad,
el insomnio, la falta de apetito y memora y la disfunción social. A
su vez, también puede provocar síntomas más extremos como el estrés
postraumático", concluyó la doctora Margaret Stroebe, líder del
ensayo
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