Tomar edulcorante engorda
Altera la percepción de las
papilas gustativas, produciendo una especie de acostumbramiento que
obliga a consumir cada vez más cantidad de alimentos y bebidas cada
vez más dulces. Por eso mismo, contribuyen a que la persona suba de
peso
Ponerle edulcorante al café
no es, necesariamente, sinónimo de estar a dieta:
“Ya me acostumbré y me gusta más así que con azúcar”, dicen muchos.
Otros lo utilizan porque están siguiendo una dieta para adelgazar
sin saber que el consumo de edulcorantes causa el efecto
contrario al que buscan:
“Los edulcorantes alteran la
percepción de las papilas gustativas, produciendo una
especie de acostumbramiento, que obliga a consumir alimentos
y bebidas cada vez más dulces y cada vez en mayor cantidad”,
explica la doctora Elba Albertinazzi, presidenta de
la Asociación
Argentina de Médicos Naturistas, mientras define a los
edulcorantes: “La sacarina, el ciclamato,
el aspartamo (o aspartame), el acetodulfamo
K y la sucralosa, son sustancias
sintéticas o modificaciones de sustancias naturales (como la
sucralosa) que dan sabor dulce a los alimentos y las
bebidas, sin aportar calorías”.
Pero a pesar de que no
aportan calorías, engordan, ¿cómo puede ser?
"Si ingerimos alimentos o bebidas
edulcoradas en forma habitual es más difícil abandonarlos
que el mismo azúcar natural, porque una persona que se
acostumbra a consumir edulcorantes no 'siente' el sabor del azúcar
ya que ésta no alcanza a estimular el gusto dulce tanto como los
edulcorantes", señala Albertinazz
"Por otro lado -continúa explicando
la médica-, los hidratos de carbono (que poseen sabor dulce)
tienen una función energética y existen hormonas que
detectan el 'sabor dulce' y lo relacionan con la entrada de glucosa
en el torrente sanguíneo para suministrar energía que el organismo
puede usar en el momento para la contracción muscular -por ejemplo
los deportistas- o depositarla como glucógeno en el hígado. Cuando
ingresa glucosa, el glucógeno de depósito se transforma en grasa".
Según Albrtinazzi, el edulcorante tiene sabor dulce, más intenso aún
que el de la glucosa, pero no provee energía. Entonces, cuando el
organismo reconoce el sabor pero no puede realizar sus funciones
porque en realidad no hay azúcar, sólo consigue transformar el poco
glucógeno en grasa y esto puede ocasionar 'hígado graso' si queda en
el hígado o aumentar el tejido adiposo. Y así es como los
edulcorantes provocan aumento de peso.
"Además, al detectar que no hay glucosa, se estimula el apetito
sobre todo de los alimentos que naturalmente tendrían que proveer
energía: azúcares y lípidos. Y al seguir comiendo alimentos ¨light¨
(bajos en calorías, 0% de grasas) se produce un círculo vicioso, con
aumento de la cantidad de comida…..y aumentos en los depósitos
de grasas".
"Por eso -señala la médica-, los
alimentos y bebidas Light o dietéticas, no consiguieron disminuir la
epidemia mundial de obesidad y diabetes: al contrario, aumentó su
incidencia en el mundo civilizado…y actualmente en los países como
China, donde se introdujeron en los últimos años".
Y para ponerles nombre y apellido a
los culpables, Albertinazzi hace un recorrido por los
distintos tipos de edulcorantes, sus orígenes y sus efectos sobre la
salud
- La sacarina (1878)
es el edulcorante sintético más antiguo y popular,
debe evitarse durante el embarazo, pues atraviesa
la placenta, y se ha observado un efecto indeseable sobre el feto en
los animales. Es un derivado de las sulfamidas y puede
causar alergia en algunas personas, su eliminación por
orina produce una irritación crónica.
- El ciclamato
(1937) es un edulcorante industrial, no muy
estudiado hasta ahora: se lo relacionó con cáncer de vejiga,
y con posibles efectos dañinos sobre el embrión o el feto,
pero no se han detectado problemas en las cantidades utilizadas
habitualmente; a pesar de ello, por las dudas y por el
desconocimiento que se tiene, su uso no es demasiado recomendable,
sobre todo en niños, ya que se usa en bebidas y postres.
- El aspartamo
(1965) tiene un poder edulcorante muy alto (200 veces superior al
del azúcar de mesa), su consumo debe limitarse en las
personas que padecen fenilcetonuria. No soporta
temperaturas altas , por lo que no se usa para cocciones al horno.
- El acesulfamo K
(1967) es 200 veces más dulce que la sacarosa, y presenta gran
estabilidad en las aplicaciones alimenticias. No se
metaboliza: se excreta sin cambios.
- La sucralosa -Splenda(R)
o aditivo E955-. Es 320 a 1000 veces más dulce que la sacarosa, casi
el doble de la sacarina y cuatro veces más dulce que el aspartamo.
La sucralosa se extrae del azúcar a través de un proceso patentado
de varios pasos que sustituye selectivamente tres átomos de grupos
hidróxilo por tres átomos de cloro en la molécula de sacarosa. Los
átomos de cloro crean una estructura molecular que es
excepcionalmente estable y unas 600 veces más dulce que el azúcar,
aunque el exceso de cloro es tóxico para el organismo.
- El jarabe de maíz de alta
fructosa (JMAF) se fabrica mediante la isomerización de la
dextrosa en el almidón de maíz. Ha reemplazado al azúcar en
muchos alimentos y bebidas, por su mayor poder edulcorante y
solubilidad que le permite incorporarse fácilmente a los productos,
por sus propiedades funcionales que realzan el sabor, el color y la
estabilidad del producto y por su bajo precio. Además
sinergiza el potencial edulcorante de la sacarosa y de otros
edulcorantes no nutritivos y por eso se usa industrialmente.
El jarabe de maíz de alta fructosa
está presente en numerosos productos: gaseosas,
bebidas de fruta, bebidas deportivas, productos horneados,
caramelos, mermeladas, yogures, condimentos, alimentos enlatados y
envasados y otros alimentos endulzados.
Sin embargo, el JMAF produce graves daños en la salud:
La sobrecarga del hígado con fructuosa aumenta el ácido úrico, por
lo que puede producir lesiones hepáticas. Secundariamente, estimula
la secreción de Insulina, lo que aumenta el apetito
Fuente
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