QUE TIENE QUE
PASAR PARA QUE HAYA BALLOTTAGE ?
Desde 1994 la Constitución
nacional incluye la posibilidad de segunda vuelta. Sin embargo, en
el país aún no se usó para elegir jefe de Estado
Cuando más cerca estuvo de
implementarse fue en la elección nacional de 2003 entre Carlos Menem
y Néstor Kirchner, pero quedó de lado porque el riojano renunció a
la segunda vuelta.
Menem se había ubicado primero, apenas con el 24% de los votos sobre
el 22% logrado por Kirchner, pero una semana antes de la nueva
contienda renunció a la elección.
En las elecciones de 1995, cuando fue reelecto Carlos Menem, y en
1999, al ser elegido Fernando de la Rúa, este instrumento no hizo
falta ya que ambos superaron el 45% de los votos.
El ballottage tiene un origen francés en el siglo XIX,
fecha de nacimiento de casi todos los sistemas electorales modernos,
y alcanzó mayor desarrollo a través de décadas de aplicación y
depuración.
Por primera vez apareció en 1852, a raíz de la instauración del
Segundo Imperio de Napoleón III en Francia, y tomó nuevo impulso en
la V República a trav‚s de la Constitución de 1958 que nació bajo la
presidencia de Charles De Gaulle.
Según la nueva Carta Magna argentina, entre la reformas que
introdujo en el sistema electivo a presidente (períodos de gobierno
de cuatro años y una sola reelección consecutiva), el ballottage
toma vigencia desde 1995.
El articulado precisa que si ninguna fórmula alcanza los
porcentajes exigidos por la Constitución de 45 por ciento en la
primera vuelta electoral, habrá una segunda vuelta.
En ese caso, sólo participarán las dos fórmulas más votadas en la
primera y ganará la que obtenga el mayor número de votos
afirmativos, sin importar cuál sea la diferencia entre ambas.
La ley también establece que dentro del quinto día de
proclamadas las dos fórmulas más votadas, sus candidatos deberán
ratificar por escrito ante la Junta Electoral Nacional su decisión
de presentarse a la segunda vuelta.
Si una de ellas no lo hace, será proclamada electa la otra, como
ocurrió con la renuncia de Menem en 2003.
La otra manera de evitar el ballottage es que la fórmula
ganadora supere los 40 puntos y se ubique con 10 de diferencia como
mínimo de la segunda.
El sistema anterior, que se utilizó en 1983 y 1989 establecía el
sistema de colegio electoral donde cada partido elegía
representantes que luego por mayoría simple o acuerdos en el colegio
determinaban quién era el presidente.
Ni en 1983 ni en 1989 hubo que esperar sorpresas en ese tramo de la
elección ya que tanto Raúl Alfonsín como Menem tuvieron electores en
mayoría para la consagración automática.
La Constitución porteña también impuso el ballottage en su proceso
electoral y ya se aplicó en dos oportunidades: la primera vez en
2003 cuando se consagró en segunda vuelta a Aníbal Ibarra (segundo
en la primera elección) sobre Mauricio Macri.
En tanto, el pasado 24 de junio, la ciudad de Buenos Aires
vivió su segundo ballottaje y esta vez la victoria fue para Macri
(quien ganó en la primera vuelta) sobre el segundo, el
oficialista Daniel Filmus.
Ese mismo día, en Tierra del Fuego, en una elección sorpresiva,
Fabiana Ríos ganó (tras ser segunda en la primera vuelta) el
ballottage sobre el actual gobernador de Tierra del Fuego, Hugo
Cóccaro
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