Por qué el dolar
baja frente al euro
Si una persona quería comprar un
dólar para realizar cualquier transacción en agosto de 2001 debía
desprenderse de 1,2 euro. Actualmente, el sacrificio en la moneda
europea es sustancialmente menor: para conseguir una unidad del
billete norteamericano se debe utilizar solamente 0,70 euro
Evidentemente algo sucedió y, como el
cambio fue tan abrupto en ese período, provocó replanteamientos en
materia de decisiones de ahorro e inversión entre los ahorristas,
inversores, empresas y gobiernos de todo el mundo.
Puntualmente, si la moneda norteamericana sigue perdiendo valor
contra las principales divisas globales, la interpretación de
mercado sugiere que los individuos intentan deshacerse de sus
dólares antes que hacerse de ellos, para ser utilizados en una
eventual adquisición de bienes (consumo) o acumular activos
financieros (especulación).
En concreto, parecería estar quebrándose una tendencia construida,
alentada y ratificada en décadas en todos los rincones del mundo:
los agentes económicos están prefiriendo otras monedas antes que el
dólar.
Fantasmas que sobrevuelan
Para encontrar las razones de este vertiginoso cambio, habría que
observar, concretamente, "la salud" de los activos reales y
financieros creados por la economía de los Estados Unidos y que, por
lo tanto, inducen a particulares, empresas e incluso varios
gobiernos del mundo a no demandar la moneda de ese país.
Un informe realizado por la consultora Finsoport destaca los
siguientes cinco datos preocupantes que sobresalen al resto de los
malos augurios sobre el billete verde:
1. Recesión
La probabilidad de recesión y la creciente volatilidad financiera
global, desatada por las crisis de hipotecas y alentada por el
déficit fiscal y de cuenta corriente record de los Estados Unidos,
hace pensar que los activos de la economía más grande del mundo no
sólo no gozan de una plena confianza, sino que además necesitan
seguir recibiendo un espaldarazo desde el "resto del mundo".
2. Rentabilidad
La probabilidad de recesión, reduce el optimismo porque muchos
sectores y proyectos dejarían de ser rentables y atractivos para la
inversión extranjera directa, lo cual se agravaría si se advirtiese
cierta resistencia en el mercado global para financiar sus excesos
de gastos.
Sintéticamente, la menor actividad económica y sus necesidades de
financiamiento prevén un panorama futuro poco propicio para la
moneda de los Estados Unidos.
3. Ganancias
Si bien todavía mucho no se percibe en los sectores minoristas, la
economía de los Estados Unidos está perdiendo atractivo en materia
de generación de ganancias seguras por el lado real, simplemente,
porque sus fundamentos se están deteriorando, sus indicadores
líderes (la percepción acerca del futuro) no son demasiado
alentadores, la confianza del consumidor disminuyó abruptamente en
septiembre, todo esto, en un contexto en el cual la economía marcha
"a toda velocidad", esto es, la utilización de la capacidad
instalada sigue siendo elevada y aumenta las probabilidades de
inflación .
4. Estanflación
Hace unos días, el ex titular de la FED Alan Greenspan sostuvo que
las probabilidades de inflación aumentaron y que, a diferencia de lo
que se observaba en 1998, cuando su gestión aprobó reducciones de
las tasas de interés, en la actualidad persiste el riesgo de una
eventual desestabilización. Entonces, la economía está frenándose y,
al mismo tiempo, corre riesgos de inflación. Según Greenspan, la
agenda de Bernanke se complica porque se estaría en la antesala de
una estanflación (recesión con inflación), como la que se conociera
en la década del setenta.
5. Default
Hace unos días, el secretario del Tesoro Henry Paulson, advirtió que
la deuda federal alcanzará el máximo autorizado por el Senado el 1º
de octubre, razón por la cual se debería aprobar el proyecto de ley
que autoriza a la Tesorería a aumentar su límite de endeudamiento.
Según el funcionario, la economía podría entrar en default. Es decir
que, a las patologías señaladas, habría que adicionarles una remota
pero posible suspensión de pagos.
La FED y el dólar
Los últimos sondeos de mercado entienden que la FED disminuirá
nuevamente la tasa de interés antes de fin de año (en las reuniones
previstas para el 31 de octubre y el 11 de diciembre próximos) y, en
general, los analistas de Wall Street estiman que será de un cuarto
de punto.
Según Finsoport, si las medidas de la FED afectasen el "largo
plazo", los inversores abandonarían sustancialmente sus posiciones
en dólares, lo cual daría lugar a nuevas rondas de depreciación de
la moneda norteamericana.
Por otro lado, cabe resaltar que en los primeros siete meses de este
año, la deuda del Tesoro aumentó más que en similares períodos de
2005 y 2006. Esto indica que la economía estadounidense necesita más
recursos para financiar el exceso de su gasto agregado (público y
privado), lo cual no pasa a ser un dato menor si se tiene cuenta el
reciente exhorto de Paulson a los miembros del Senado para que
aprueben el proyecto de ley que autoriza a la Tesorería a aumentar
su límite de endeudamiento.
¿El mercado recibirá con agrado esas emisiones si sobre la economía
estadounidense pende la amenaza de recesión, inflación y default
según el mismísimo Paulson? Ese interrogante hace pensar que el
futuro del dólar está más comprometido de lo que se supone.
Si la FED continuase ablandando su política monetaria y,
paralelamente, la demanda de bonos del Tesoro se debilitara, el
valor del dólar disminuiría en "caída libre" en los mercados
globales.
Los agentes económicos estarían incorporando a sus carteras títulos
nominados en otras monedas. Ahora bien, ¿en que moneda recaería la
función abandonada por el dólar? Concretamente, en el euro o el yuan
(la moneda china).
Si la economía china creciese a una tasa más estable, se
perfeccionase la operatoria de mercado, controlase el brote
inflacionario y el Banco del Pueblo (el banco central) desarme sus
posiciones en dólares, el yuan contaría con las condiciones
necesarias de sustitución.
El euro, en cambio, por sus características de estabilidad se
enfrenta ante un escenario histórico. Este panorama se reforzaría si
la economía europea entrara en un corredor de crecimiento sostenido.
Sea cual fuere la elección, el proceso no sería de corto plazo ni,
mucho menos, estable.
Fuente: Infobae Profesional
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