Libro recopila
todas las formas de delito en internet
Se comprueba cómo prácticas
milenarias como el robo, la prostitución, la estafa, la venganza o
los falsos rumores se han readaptado y consolidan su espacio en la
Red, al amparo del anonimato
Como
si de un diccionario se tratara, un libro recoge más de
doscientas definiciones sobre malos usos de Internet, desde los
distintos delitos virtuales hasta los casos más histriónicos,
como los que envían invitaciones para su entierro o los que
consultan compulsivamente cualquier síntoma de enfermedad.
Bajo el título 'El libro rojo del cibercrimen. Los
nuevos ladrones llevan guante virtual', la obra, de Francesc Canals,
permite comprobar cómo prácticas milenarias de los humanos, como el
robo, la prostitución, la estafa, la venganza o los falsos rumores,
se han readaptado y han logrado consolidar su espacio en la Red,
donde además se goza del privilegio del anonimato.
En la presentación del libro, Canals (Barcelona, 1971) ha explicado
que su objetivo es que el libro, del que únicamente ha editado 999
ejemplares, sirva para promover la 'cultura de la defensa' ante el
cibercrimen.
Del repaso por la 'fauna internáutica' que aparece en el libro se
pueden extraer dos grupos distintos: los que cometen una actividad
delictiva grave, como los 'ciberterroristas', los 'atracadores de
bancos en línea' o los adictos a pornografía infantil en Internet; y
los que llevan a la red sus miedos y obsesiones, como los 'cibercondríacos'
o los que venden invitaciones para su entierro.
Como no podía ser de otra manera, gran parte de las entradas del
libro guardan relación con el sexo. De hecho, una de las primeras
entradas de esta obra es la que se refiere a los masivos correos que
se reciben con promesas de 'alargamiento de pene'.
Según el autor, algunos usuarios que han seguido estos métodos 'han
sufrido importntes lesiones, moratones, hematomas e incluso
gangrenas con agresivos métodos de succión al vacío'.
Respecto a la automedicación en Internet, en el libro se recoge
también la práctica cada vez más habitual de los hipocondríacos de
Internet o 'cibercondríacos', que son usuarios que utilizan la red
de manera 'compulsiva y temerosa' para consultar cualquier pequeño
síntoma que sufren en su vida diaria.
Por ello, la red también está plagada de 'cibercuranderos', que
prometen curar cualquier tipo de enfermedad a través de 'terapias
alternativas, poderes magnéticos o soluciones extrahumanas'.
No escapan de Internet la difusión de falsos rumores, tanto para
sacar beneficios personal, como el internauta que puso a la venta un
falso pelo de Ramsés II por 2.500 euros y puso en jaque las
relaciones diplomáticas entre Francia y Egipto, o las venganzas
sentimentales en la red, especialmente por parte de mujeres
despechadas u hombres abandonados.
Precisamente, las relaciones sentimentales también han generado todo
tipo de perfiles en la red, desde quien busca pareja, quien se
ofrece como pareja para estafar al otro -como las 'vampiresas
electrónicas' o los 'Don Juan electrónicos'- o quien practica el 'ciberadulterio'.
También hay quien busca coartada en la red para sus infidelidades,
quien se sirve de Internet para pillar a su mentirosa pareja
mediante el 'espionaje conyugal vía Internet' o quien está incluido
en bancos de datos que circulan por el ciberespacio sobre los
infieles.
Y como todo en la vida acaba con la muerte, también en Internet hay
quien puede disponer de 'cementerios en línea', para escribir un
correo electrónico para que el destinatario lo reciba una vez se
haya producido el deceso, o quien logra una fortuna vendiendo
entradas para su propio funeral
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