LA FORMULA DE LA
COCA COLA
Tiene azúcar, cafeína, jugos de
naranja, lima, limón, aceites de canela y nuez, cilantro y una pizca
de vodka. El secreto se divulga en internet.
¿Y si hacemos nuestra propia Coca-Cola”,
pensaron Kate Rich y Kayle Brandon, dos chicas que administran el
bar de un cine cultural en Bristol, Inglaterra, y que rechazaban
vender Coca-Cola porque están en contra de las prácticas económicas
y ambientales de la empresa que produce la bebida más popular del
mundo. Pues bien, lo lograron. Experimentaron varios meses, hasta
que un día pudieron gritar: ¡Eureka! Ahora hasta venden un kit para
que cualquiera pueda poner manos a la obra y gambetear al gigante de
las gaseosas.
En diálogo con Crítica de la Argentina, Kayle Brandon no
dio precisiones sobre el origen de la receta que siguieron: “No fue
fácil. Ahora la fórmula se publica en internet (http://sparror.cubecinema.com/
cube/cola/new_recipe.html) pero cuando nosotras la
buscamos, no estaba en ningún lado, hasta que la encontramos”.
Además le contó a este diario cómo fue el proceso casi de
alquimistas: “Armamos una suerte de laboratorio en mi casa, tuvimos
que aprender de química, de ciencia, de emulsionantes, hicimos
muchísimas pruebas hasta que de pronto dimos con la fórmula”.
¿Y cómo empezó todo? Hace aproximadamente un año, las muchachas, dos
militantes del movimiento “Hágalo usted mismo”, cuyas siglas en
inglés son DIY (Do it yourself) y que fomenta una filosofía
anticorporativista, decidieron que en su propio negocio, el bar del
cineclub Cubecinema, no iban a comercializarse botellitas de Coca
Cola. Pero a los clientes sentían una gran frustración cuando
percibían la ausencia de Cokes en las heladeras. La demanda, o la
tiranía del paladar, exigía la oferta del burbujeante refresco.
Las idealistas no se rindieron. Consiguieron la receta (no queda
claro o no quiren decir dónde encontraron las siete llaves de un
secreto tan blindado) e hicieron el milagro. Hoy por hoy, el
Cubecinema de la gran ciudad portuaria británica es revolucionario.
Y no porque en sus salas se proyecten películas de la guerra civil
española sino porque en su bar producen su propia coca artesanal.
El diario The Guardian publicó hace unos días la historia
de Kayle y Kate con un subtítulo contundente: “Podría cambiar el
mundo”. En Bristol, muchísimas personas peregrinan hacia el
Cubecinema y no por ser cinéfilas. Las emprendedoras vieron el
negocio: hicieron pública la fórmula y venden kits con los
instrumentos necesarios para hacer la coca en casa. Palabras
textuales de Kayle: “No tiene exactamente el mismo gusto ¡Pero es
más rica que la verdadera”.
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