VIEDMA (AV) - ¿Qué hacer? Esa es la
pregunta que no encuentra respuesta en bibliotecas y en
especialistas. Mucho menos en los docentes y padres de la escuela de
Viedma que se vio sacudida esta semana por la aparición de un
celular que contenía imágenes de una alumna del colegio de apenas 10
años junto con un jovencito mayor de 16. Momentos de una relación
sexual entre ambos habrían quedado registrados en ese celular que la
chiquita llevó a la escuela y mostró a sus compañeritas de quinto
grado.
El tema no tardó en llegar a los
oídos de la "seño", quien antes de poder sobreponerse del asombro
llegó a la dirección, donde quedó el celular hasta tanto vinieran
los padres de la alumna, convocados inmediatamente ante la alarmante
situación.
Como si esto fuera poco no tardó en
llegar a la escuela el jovencito que aparecía en el video,
reclamando enérgicamente su celular. Al parecer, las imágenes no
eran las que importaban sino la propiedad de ese aparato que, más
allá del servicio que presta, otorga un sentido de pertenencia al
mundo moderno. Sin él pareciera que no existimos.
Ante el pedido, la directora reiteró
la disposición tomada: "Será entregado a un adulto"; y para ello
habían sido citados los padres de la pequeña alumna. Al joven no le
quedó otro remedio que retirarse de la escuela, pero antes insultó y
gritó, maltrato que habría agudizado al día siguiente, incluyendo
amenazas de quemar autos y de agredir a docentes y directivos.
La angustia y preocupación por las
imágenes que en pocos minutos dejaron de ser un secreto para todo
quinto, aumentaron la presión ante la actitud agresiva del jovencito
y el tema llegó a la justicia.
Fue así que durante toda la semana
que pasó, la escuela ubicada en el radio céntrico -y a menos de una
cuadra del Ministerio de Educación- se mantuvo con custodia
policial. Además, las puertas solo se abrieron para el ingreso y
salida de alumnos y docentes en los distintos horarios de clase.
El tema es grave y deja a los adultos
sin respuestas inmediatas porque, además, tampoco son situaciones
que se gesten de un momento para otro.
Más allá de otras tantas razones, los
chicos tienen al alcance de la mano elementos como el celular que
les abre un mundo diferente hasta para su propia seguridad y la de
sus padres, por la inmediatez de la comunicación que permite. Pero
la cosa no es el objeto sino cómo se lo utiliza.
También están a su alcance un
bombardeo permanente de imágenes que dejan como único mensaje que el
cuerpo es un objeto que se puede utilizar como cualquier otro y que
además puede generar fama, dinero, audacia, diferencia, al margen de
lo que se pueda suponer es el placer.
Todo está asociado solo al valor del
objeto: el celular y el cuerpo en un mismo nivel en este caso.
Mirado desde esta distancia, la intimidad y el pudor de la
exhibición parecen no tener importancia sino que el valor está en
mostrarlo... igual que la televisión. Lamentable situación, más aún
si se tiene en cuenta que en Río Negro hace más de diez años fue
sancionada la ley de educación sexual para ser instrumentada en las
escuelas, (una de las primeras provincias en hacerlo) pero que nunca
la puso en marcha ni siquiera como experiencia piloto.
Y ahora ¿cómo sigue esto? ¿Qué hacen
los padres, los docentes y el resto de los alumnos?