DOCUMENTAL DE UN
SUICIDIO ASISTIDO
LONDRES.- Algunos lo definen como
un "documental revelador", otros como "un cínico truco para aumentar
ratings televisivos", lo cierto es que las imágenes de la muerte
asistida de Craig Ewert, 59 años, ocurrida en una clínica suiza hace
2 años, han logrado dividir a los británicos al ser transmitidas por
la cadena de television privada Sky Television
La controversia es mayor porque la
emisión tuvo lugar apenas horas después de la publicación de la
decision de la fiscalía británica de no procesar a los padres de
Daniel James, de 23 años, un joven jugador de rugby que quedó
totalmente paralizado tras un accidente y que murió con la
colaboración de Dignitas, la misma clínica a la que asistió Ewert.
La fiscalía sostuvo que llevar a Julie y Mark James a los tribunales
"no sería en el interés del público".
Si bien el suicidio no se considera
más un crimen en Inglaterra y Gales, ayudar y encubrir la eutanasia
sigue siéndolo y lleva consigo la posiblidad de una sanción de 14
años de prisión. Ninguno de los familiares y amigos de los 100
británicos que han fallecido con el apoyo de Dignitas en los últimos
10 años fueron procesados, pero hasta ahora el argumento esgrimido
por las autoridades había sido siempre la "ausencia de pruebas". La
nueva interpretación podría dejar abierta la puerta para un cambio
en la legislación.
Pocas son las chances de que esto no
ocurra, sin embargo, mientras Gordon Brown continue como primer
ministro. El jefe de gobierno laborista dijo ayer que se oponía
fuertemente al suicidio asistido.
"Yo creo que es necesario asegurar
que nunca tendremos en este país el caso de una persona enferma o
anciana que se sienta bajo presión de tener que aceptar ser ayudado
a morir o que alguien espere que lo haga. Es por eso que yo siempre
me he opuesto a la legalización de las muertes asistidas", destacó.
Los últimos minutos de vida del
retirado académico norteamericano Craig Ewert fueron filmados en
septiembre de 2006 por el cineasta ganador del Oscar John Zaritsky.
Esto explica, quizás, porqué las imágenes del hombre ingiriéndo por
una pajita rosa un cóctel mortal de somnífero son más una obra de
arte que un reporte desapasionado del final de una vida. Al hombre
de 59 años se lo ve imposibilitado de usar sus manos para activar el
botón de una inyección, porque está paralizado a raíz de una
enfermedad neuronal degenerativa. Antes de tragar, se despide de su
mujer Mary y cae profundamente dormido. Dos minutos más tarde, con
las cámaras todavía grabando, deja de respirar.
El profesor de informática jubilado,
residente en Harrogate, una elegante ciudad del noroeste ingles,
había recibido el demoledor diagnóstico apenas cuatro meses antes.
Los médicos habían creído en un primer momento que sobreviviría
entre dos y cinco años, pero la enfermedad avanzó más rápido. En
cuestión de semanas, Ewert quedó postrado en una silla de rueda y en
las últimas semanas no podia tan siquiera respirar o comer sin ayuda
de otros. Es por eso que el padre de dos hijos se decidió por el
suicidio.
"Si espero a quedar completamente
paralizado, sólo estaré en una tumba viviente, recibiendo
alimentación por una manguera hasta el estómago -explicó ante las
cámaras -. Si no lo hago ahora, me decido por sufrir, por reforzar
el sufrimiento de mi familia y por morir de una manera claramente
más dolorosa".
El mismo dilema padecido por Ewert
fue reflejado en 2004 por la película española "Mar adentro", del
director Alejandro Amenábar.
Barbara Gibbon, jefa del canal Sky
Real Lives (Sky Verdaderas Vidas), de la cadena del magnate Rupert
Murdoch, aseguró que la intención de los documentalistas es "abrir
el debate sobre un tema que necesita ser discutido desde un punto de
vista educativo".
La esposa de Ewert, May, de 59 años,
también defendió la iniciativa. "Si la muerte es privada y es
esconde, las personas no se enfrentan a lo que hace falta
enfrentarse. Craig era un maestro. Y se puede decir que hizo esta
película en su calidad de docente".
Muchos, sin embargo, alzaron la voz
en contra de lo que se clasificó de "macabro voyeurismo de la
muerte", "glorificación del suicidio" y "banalización de las
posibilidades paliativas de la medicina".
"Aquí se hace publicidad del suicidio
asistido", sostuvo Phyllis Bowman de la organización "Right to Live"
( Derecho a vivir).
Para el doctor Peter Saunders, de la
organización "Care, not killing" (Cuidar en lugar de matar), todo es
un "intento cínico para incrementar los niveles de audiencia" y que
el peligro es "que al final salgamos convencidos de que no hay tal
cosa como una vida que vale la pena ser vivida".
Lady Finlay, experta en medicina
paliativa, estimó que el programa "es riesgoso porque puede
perpetuar el mito de que para tener una buena muerte uno tiene que
quitarse la vida, lo cual no es cierto"
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