Experiencias culinarias extravagantes
Cuando los chefs conjugan talento
culinario y espíritu chistoso, la cocina se transforma de manera
sorprendente: el salsifí se convierte en tapón de corcho, la sandía
en carne de buey, y burbujas de jabón se instalan en los platos que,
a su vez, transmiten
mensajes al teléfono
móvil del comensal.
Varios chefs presentaron estos platos
de apariencia engañosa en la tercera edición del Omnivore Food
Festival (OFF), festival gastronómico que se desarrolló en el
balneario normando de Deauville esta semana.
El español Andoni Luis Aduriz, chef
del restaurante Mugaritz de Rentería (Guipúzcoa), propone finas
tajadas de una carne roja entreverada, acompañada de vinagreta y un
poco de acederas. El público queda estupefacto cuando el chef
revela, al terminar su demostración culinaria, que se trata en
realidad de sandía que, tras diversas manipulaciones, se asemeja a
un bistec como una gota de agua a otra.
En otro plato se
encuentra un jabón rodeado
de burbujas. "El mundo de los cosméticos entra cada vez más en el de
la gastronomía", estima Aduriz. "En los champúes, hay cada vez más
ingredientes de cocina, como la miel, la avena, la
manzana". Era simple
adoptar la misma idea en sentido contrario: "hacer entrar la
gastronomía en el mundo de los cosméticos".
El chef propone pues un plato a base
de leche de avena y de arroz con agregado de gelatina y moldeado
como un jabón. Para crear las burbujas, que no estallan
inmediatamente, fue necesario "un año de trabajo con un ingeniero".
Cuando se prueban esas "pompas de jabón", el gusto es de miel.
Otro toque de humor es un pedazo de
carne achicharrada, negra como el carbón, servida sobre una base de
"colines que tienen la forma de sarmientos". De hecho, la carne por
dentro es rosa. El color negro es el resultado de una tintura
vegetal. Estos platos "no quedarán en los anales de la gastronomía",
el objetivo "es divertirnos", afirma Andoni Luis Aduriz.
El japonés Seiji Yamamoto, chef del
restaurante Ryugin de Tokio, lleva también lejos el juego del chiste
gastronómico, proponiendo, por ejemplo una "sopa Château Ryu Gin
197O", elaborada con patatas, almejas y remolachas y presentada como
un vino, dentro de una botella etiquetada y tapada con un tapón de
salsifí, que lleva, como los tapones de corcho, grabado el nombre
del caldo, "Château Ryu Gin 1970".
Grandes platos blancos se adornan con
dibujos cifrados, que los clientes pueden leer con sus teléfonos
móviles.
En otro registro, el chef francés
Philippe Hardy y su esposa, Nadia, del restaurante Le Mascaret de
Blainville-sur-mer (norte de Francia), invitan a una experiencia
culinaria dirigida no sólo al gusto, sino a todos los sentidos.
"Oigo, veo, huelo, me acuerdo, pruebo, comprendo..." Durante la
experiencia, textos preparados por psicólogos y declamados por una
voz tranquilizadora acompañan la degustación
Fuente
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