EL PRESIDENTE DE
CUBA RAUL CASTRO ES
BISEXUAL ?
Desde hace muchos
años se comenta que Raúl Castro es, en realidad, bisexual. Esto
mostraría la enorme hipocresía del castrismo, que persigue y
discrimina a los homosexuales
Desde hace muchos años, antes de que
existieran los buscadores de Internet, en el cuerpo diplomático
argentino –y entre los acreditados extranjeros en el país-, entre
muchas anécdotas de la Cuba castrista se hablaba de la homosexualidad
–en realidad, bisexualidad- de quien hace unos días se
convirtió en el sucesor presidencial del retirado Fidel Castro.
Actualmente, cuando se carga en la búsqueda de Google o Yahoo la
referencia: "Raúl Castro homosexual" aparecen en pantalla una
importante cantidad de artículos, notas varias, foros y aún
interrogantes sobre la sexualidad del nuevo Jefe de Estado de la
Isla.
Por caso, en Latin
Foros -un sitio de foros que debe tener cierta respetabilidad
pues cuenta con el auspicio del National Geographic Channel-
se puede leer: “A Raúl le gustaba mucho el whisky, las
peleas de gallo y las mujeres jóvenes... y cuando tomaba mucho le
salía la veta de maricón, le gustaba tocar jugando a algunos
'compañeros' y estar hablando siempre de sexo y mariconerías”.
Ahora bien, la pregunta del millón es: ¿Aporta algo a la
discusión sobre el pasado y el futuro de Cuba saber cuál es la
condición sexual de su nuevo Jefe de Estado?
Y en verdad lo que sale a luz es la enorme hipocresía
del castrismo y de muchos de sus seguidores en cuanto a esta
condición se refiere. La verdad es que los homosexuales
cubanos han sufrido un alto nivel de discriminación desde que Fidel
y los suyos se afincaron de por vida en La Habana como pocas veces
se vivió en Latinoamérica. Ni siquiera las dictaduras
militares que asolaron al continente fueron tan drásticos
perseguidores de los sexualmente diferentes como lo fue, y lo
continúa siendo, el régimen castrista.
Hace pocos años, Mariela
Castro Espin –hija de Raúl Castro-, y la esposa del
entonces Ministro de Defensa, Vilma Espin (ya fallecida), pidieron
urgentemente un cambio en la Constitución Socialista de Cuba en un
dramático pedido al Estado para que cesaran las persecuciones contra
los homosexuales, travestis y lesbianas que viven en la
Isla.
En un ensayo denominado “Castrismo y Homosexualidad”
firmado por el director del sitio “Cubaeuropa”, Arístides Alfonso,
reseñó: “El primer acto represivo del gobierno cubano fue cuando en
los inicios de la Revolución organizaron una recogida
(detención y confinamiento) de cientos de homosexuales y proxenetas
con el objetivo de erradicar la homosexualidad en Cuba y éstos
fueron enviados a un cayo llamado Diego Pérez, donde estuvieron bien
aislados para evitar la contaminación”.
El lenguaje lo dice todo: Para el
castrismo la homosexualidad era un contaminante social
y había que desterrarlo como a una epidemia.
Un trabajo reciente de
la BBC mencionaba que Mariela Castro había sido nombrada al frente
del Centro Nacional de Educación Sexual (CENES) por su padre Raúl
Castro con la finalidad de “resocializar” y orientar a la
comunidad homosexual cubana. Actualmente a los travestis y
transexuales se los persigue solo por estar vestido de mujeres y les
inventan causas delictivas como para justificar las sanciones
judiciales.
Desde esa institución oficial la hija
del actual jefe de Estado de Cuba llamó a una reforma de la
Constitución socialista a efectos de cesar la persecución
contra las minorías sexuales que nunca se detuvo en el casi
medio siglo que lleva el castrismo en el poder.
¿Cuántas organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos
humanos, civiles y de las minorías sexuales alzaron la voz contra la
dramática persecución que sufren los homosexuales en Cuba? Pocas,
prácticamente ninguna. Si se les consulta sobre este asunto recurren
a la muletilla habitual de todo aquel que justifica las atrocidades:
“Es un invento del imperialismo”, alegan con una hipocresía
digna de mejor causa.
Cuando el gobernador de California Arnold Schwarzernegger anunció
que vetaría cualquier proyecto de ley que quisiera autorizar
los matrimonios de homosexuales en ese Estado, no hubo
organización ni líder social que no se lanzara sobre el ex
“Terminator” señalándolo como discriminador y anacrónico por tomar
una decisión así.
Lo que hicieron los hermanos Castro con los homosexuales
cubanos fue intensamente más represivo que la decisión de un
gobernador elegido democráticamente por los californianos.
Sin embargo, el silencio hacia la política represiva de La Habana
fue inversamente proporcional a la repulsa que se ganó el gobernador
de California.
La polémica acerca de la homosexualidad de Raúl Castro solo tiene
sentido en el contexto que muestra otro lado oscuro e
hipócrita de la supuesta Revolución Cubana y de quienes la
defienden a lo largo y ancho del continente ignorando
intencionalmente la cruel faceta represiva hacia los sexualmente
diferentes
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