QUE EXIGIRLE A UN
ANESTESISTA ANTES DE UNA OPERACION
El caso de Eliana Romero, que murió
tras una fallida cirugía de apéndice, puso nuevamente en la mira la
actividad de los anestesistas. Más allá de esta situación
particular, en la que el encargado de administrar la anestesia no
habría estado habilitado, PERFIL ofrece las claves de lo que
conviene saber antes de entrar al quirófano
El desgraciado episodio que le costó la
vida a un chica de 18 años que debía someterse a una cirugía menor
produjo nuevos cuestionamientos al accionar de los anestesistas. A
pesar de que las distintas asociaciones de profesionales descartaron
que el acusado, Luis Romero Hiriart, integrara alguna ellas, Claudio
Tartaglia Pulcini, presidente de la Asociación de Anestesia,
Analgesia y Reanimación de Buenos Aires (AARBA), le aclaró a PERFIL
los pasos que debe seguir un profesional antes, durante y después de
una cirugía. Y que todo paciente tiene derecho a exigir.
En primer lugar, el especialista
señaló que debe haber sí o sí una visita preanestésica y que no es
correcto conocer al profesional directamente en el quirófano. “Una
vez que el cirujano programa la operación se tiene que hacer la
derivación a un consultorio de preanestesia, donde se debe revisar
al paciente y hacerle todos los análisis”, dijo. Allí, abundó, se
evalúa el riesgo anestésico, que tiene una nomenclatura de acuerdo a
la edad, peso y sexo del paciente, entre otros indicadores que
ayudan a decidir el tipo de anestesia a aplicar, también en función
de la intervención indicada.
Ni una emergencia es excusa para no
hacer esa entrevista. Aunque es consciente de que es uno de los
pasos que muchas veces se obvian, Tartaglia Pulcini no se atrevió a
ponerle un porcentaje a esa omisión. “Nosotros estipulamos que
debería hacerse en todos los casos. El interrogatorio es fundamental
por los datos que se obtienen, como por ejemplo si la persona toma
medicación, si estuvo internada o ya fue operada, si hay
antecedentes familiares de dificultades con la anestesia, si consume
drogas”, enumeró.
Después. Por supuesto, la
tarea más importante del anestesista continúa en el quirófano,
cuando el paciente ya recibió un sedante suave para bajar los
niveles de ansiedad que provoca cualquier intervención. Una vez
localizada la vena por donde se administrarán los fármacos, se deben
seguir tres pasos. “Primero, la inducción del sueño, para que se
pierda la conciencia y luego se le da un hipnótico y un relajante
muscular”, señaló Tartaglia Pulcini. Como la relajación es tan
grande que el paciente deja de respirar por su propia voluntad, debe
ser intubado y se le coloca un respirador artificial.
“El segundo paso es la aplicación del
anestésico principal, que puede ser inhalatorio o endovenoso, más un
derivado de la morfina para que no haya dolor”, continuó. Cuando la
cirugía terminó, “se deja de administrar la droga hipnótica y, si es
necesario, se reviertie el proceso con alguna otra droga”, concluyó.
Por último, Tartaglia Pulcini recalcó que la anestesia es hoy “un
procedimiento seguro”. Salvo cuando, para ahorrar costos o por un
inmenso descuido, no se cumple. Como fue el caso de la Clínica de
Haedo
ANESTESISTAS EN ARGENTINA
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