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LAS PEORES ESCENAS DE SEXO DE LA HISTORIA DEL CINE

La siguiente es una recopilación de las peores escenas eróticas de la historia del cina

Filmar una gran escena de sexo no es tan fácil como parece. Hay que ser muy buen actor para fingir pasión, amor o éxtasis. Y hay que ser muy buen director para no convertir lo que debería ser "el polvo del siglo" en algo ridículo, aburrido, patético y/o involuntariamente hilarante. Las siguientes escenas eróticas pueden herir la sensibilidad del espectador. Pero no por su dureza o explicitud, sino por su estrepitoso fracaso a la hora de animar la entrepierna del respetable.

EL ESPECIALISTA (Luis Llosa, 1994)

Por más que sus apellidos rimen, la escasa química entre Sharon Stone y Silvester Stallone sólo pudo dar como resultado una de las escenas de sexo más tediosas, horteras y acartonadas de la historia del cine comercial. La cosa empieza en un lugar tan poco propicio para estos menesteres como un funeral, donde Stone y Stallone tiene su primer escarceo: él esta muy serio y ella aparece con su traje de viuda negra; él la sigue entre bancos y confesionarios hasta un pasillo y ahí mismo, sin mediar palabra, se arrodilla, la cachea y le quita una pistola del liguero. Luego se van los dos a un hotel, se desnudan y se meten en faena sexual aunque, por las caras que ponen, cualquiera diría que siguen en el entierro. La forma enla que se desnudan, el rancio decorado, el topicazo saxo de fondo y el hecho de que Sly copule con los pantalones puestos, hace el resto. Cero en morbo.

 

 

MARIA ANTONIETA (Sofia Coppola, 2006)

Sí, la tercera película de la hija de Francis inspiró muchos editoriales de moda en revistas como Vogue o Elle, pero también recolectó malas críticas y abucheos en festivales. Sin embargo, pocos hablaron de la pésima escena de sexo entre el guaperas Jason Schwartzman y la bellísima Kirsten Dunst, en la que, además, de no verse nada (apenas se atisban dos medias, una espalda y cuatros sayos de época) se rompe por completo el clímax intercalando una escena de una conversación en una mesa y un plano general de unos segundos con un revolcón en el campo. Para colmo, la música resulta completamente anacrónica y asexual.

Porque ya me dirán qué tiene que ver Adam Ant con Maria Antonieta echando un kiki.

LADRONES (Jaime Marqués, 2006)

Tal vez por pura herencia del Destape, el cine español contemporáneo es riquísimo en escenas sexuales. Y es que es muy socorrido en taquilla, esto de desnudar actrices: si corre la voz de que sale fulana en pelotas, el número de espectadores se multiplicará de forma considerable, independientemente de la calidad del producto.

En este caso, le tocó desnudarse por exigencias del (ridículo) guión a la hermosa María Valverde que interpreta aquí una sonrojante escenita erótico-romántica con el rey del choni chic Juan José Ballesta. Ambos hacen de ladronzuelos que acaban liados de la manera más tonta: mucho morreo, ella se quita la camiseta, más lengua, un ombligo, fuera la camisa de él, dos besitos bajo el cuello, otro ombligo con una mano… “Esto no es fácil. Es poco habitual estar desnuda delante de 40 personas”, se justificaba Valverde en un documental. Sólo cabe añadir: qué grande (y que guarro) es el cine español.

EYES WIDE SHUT (Stanley Kubrik, 1999)

Aestas alturas resulta evidente que el filme póstumo de Kubrick es, con diferencia, el más flojo de toda su carrera. Y lo de “flojo” es un adjetivo benévolo, que se suele utilizar, más que nada, por respeto a la impresionante carrera del director de Lolita.

La escena de la extravagante orgía a la que asiste un alucinado y enmascarado Tom Cruise es casi lo peor de la película, con ese erotismo ortopédico y barroco que, lejos de producir morbo o excitación deja al espectador aún más frío que las sosas fantasías eróticas del personaje de Nicole Kidman. A pesar de todo, la escena ha sido muy imitada en películas porno, en discotecas de lujo y en clubes de intercambio de parejas.

 MIAMI VICE (Michael Mann, 2006)

No es que la versión cinematográfica de la serie Corrupción en Miami fuera para tirar cohetes, pero la pobre tampoco se merecía una escena erótica que produce efectos similares a los de un chorro de agua fría. Porque la escena se desarrolla, efectivamente, en una fea ducha, donde un greñudo Colin Farrell con cara de susto/preocupación se amanceba con una gélida, imperturbable Gong Li.

Ambos parecen estar preguntándose qué demonios hacen ahí, en la ducha, enrrollándose. La música, que no es digna ni del peor video de Private, tampoco contribuye a elevar la temperatura de la sala. Hasta Don Johnson se lo montaba mejor.

EL ÚLTIMO TANGO EN PARÍS (Bernardo Bertolucci, 1973)

No es cuestión de ponerse a desmitificar: esta película fue muy importante para la historia del sexo en la gran pantalla por romper innumerables tabúes. Al César lo que es del César. Pero, seamos serios, la legendaria escena en la que Marlon Brando sodomiza a la fuerza con mantequilla a Maria Schneider tenía menos morbo que un berberecho con medias de rejilla.

Eso sí, mal rollo daba un rato: los dos ahí tirados en el suelo, Brando ni se quita los pantalones para penetrar y no se le ocurre otra cosa que ponerse a despotricar contra la institución familiar mientras su amante solloza de dolor anal. Por lo visto, la idea fue de Brando, que metió con calzador esta escena que no estaba en el guión original. Maria Schneider, que entonces tenía 19 años, ha dicho que cuando rodaron la disparatada escena “lloré de verdad. Me sentí humillada y un poco violada. Gracias a Dios, no tuvimos que repetirla”.

CRANK: VENENO EN LA SANGRE (Mark Neveldine y Brian Taylor, 2006)

Absurdo largometraje en el que Jason Statham interpreta a un asesino a sueldo que ha sido envenenado por un enemigo con una extraña sustancia que lo matará si no se mantiene en adrenalínico movimiento.

Con esta excusa, Jason coge a Amy Smart y la empieza a sobar en plena calle; ella le pega, él se cae pero insiste y, como un perro en celo desesperado, se le echa encima arrimándole la cebolleta y, al final, ella cede y ambos acaban copulando salvajemente entre un corro de perplejos orientales que ríen, chillan, animan y se abanican. Más cerca de una prueba de Humor amarillo que de un buen polvo de estrellas, el voltaje sexual de la escena es minúsculo.

MÁS QUE AMOR, FRENESÍ (Alfonso Albacete, Miguel Bardem y David Menkes, 1996)

Si ya es difícil rodar una escena de sexo entre un hombre y una mujer, hacerlo con dos hombres es ya el acabóse. Y una de las peores escenas gays (supuestamente) eróticas del cine contemporáneo pertenece a esta infumable españolada escrita y dirigida nada más y nada menos que por tres personas distintas.

En la escena en cuestión, llegan a una casa Gustavo Salmerón y Javier Albalá disfrazados de mariquitas, se ponen a morrear, jadean, se desnudan, dicen cosas que no se entienden y luego se meten en la ducha a hacer guarrerías. “¿Lo has hecho alguna vez debajo del agua?”, pregunta Albalá. “Waterball, tío. Nunca”, contesta Salmerón. “Yo te enseño”, sentencia el primero. Hasta Pajares y Esteso lo hubieran hecho mejor. 

THE MATRIX RELOADED (Andy y Larry Wachowski, 2003)

Los hermanos Wachowski pueden tener muchas virtudes, pero su fuerte no son las escenas de cama. Del mismo modo, Keanu Reeves queda muy bien embutido en cuero dando saltos y pegando tiros, pero su capacidad para demostrar pasión y excitación ante la cámara es inferior a la de un Charles Bronson.

Lo demuestra en la escena “erótica” (es un decir) en la que "monta" a la cybersex symbolCarrie-Anne Moss con la misma energía que un comatoso. La poco afortunada idea de intercalar la escena con imágenes de una apocalíptica rave tribal y aderezar el conjunto con plomiza música trance son las guindas: esto no calienta ni a los fans más recalcitrantes de la saga.

TITANIC (James Cameron, 1997)

No podía faltar en nuestra lista este clásico blockbuster en el que Leonardo DiCaprio y Kate Winslet viven una almibarada historia de amor pasado por agua. La escena de sexo entre la parejita es tan irreal como sobreactuada: el director debió decirles que para simular un coito no basta con cerrar los ojos, temblar, abrir la boca y respirar mucho.

¿Y los besitos? No se los creen ni ellos. Un crítico de porno dijo que lo más difícil de hacer en un filme X son los besos, que una felación casi siempre quedar bien, pero los besos siempre parecen forzados. Pues bien, ni en la peor película porno se dan besos más falsos que los de Leo y Kate en Titanic.

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