Aumentan las probabilidades de colisión de un asteroide con la
Tierra
Científicos del Reino Unido han
desarrollado un modelo matemático según el cual el sistema
solar atraviesa
actualmente la
zona más densa de la Vía
Láctea, una trayectoria que se produce cada 35-40 millones de años y
que provoca un aumento en la cantidad de asteroides que se adentran
en nuestro sistema solar y de los riesgos de colisión con la Tierra
de uno de estos cuerpos rocosos. Se considera que al menos dos
extinciones masivas de la vida en nuestro planeta se han producido
en estas trayectorias, por lo que el modelo matemático respalda con
nuevas evidencias esta
teoría. Los astrónomos advierten que deberían destinarse más medios
a la búsqueda de los "Objetos próximos a la Tierra". Por Yaiza
Martínez de Tendencias Científicas.
ientíficos del
Cardiff Center of Astrobiology, del Reino Unido, han
desarrollado un modelo matemático que confirma que, actualmente,
nuestro sistema solar está atravesando el llamado
plano galáctico, lo que aumenta las probabilidades de que algún
asteroide colisione con la Tierra. Un asteroide es un cuerpo rocoso
que orbita alrededor del Sol. Se convierte en meteorito cuando
ingresa a la atmósfera Terrestre.
En astronomía, se denomina galáctico
al plano situado en medio de la región en la que se hallan la mayor
parte de las estrellas de una galaxia con forma aplanada, como las
galaxias espirales. Este plano pasa por el centro de la galaxia.
Según informa la revista
TFOT, los científicos señalan que nuestro sistema solar
atraviesa el plano galáctico de la Vía Láctea cada 35-40 millones de
años. En anteriores ocasiones, el
viaje del sistema solar a
través del plano galáctico ha coincidido con extinciones masivas de
la vida en la Tierra, como consecuencia del choque contra ésta de un
meteorito de gran tamaño.
Extinciones pasadas
El modelo matemático creado por los
investigadores demuestra que nuestro Sol "brinca" de arriba abajo a
través del plano galáctico de la Vía Láctea y, a medida que va
atravesando las partes más densas de dicho plano, las fuerzas
gravitacionales empujan a los cometas fuera de sus trayectorias y
los precipitan hacia el interior del sistema solar. Como
consecuencia, las probabilidades de que un meteorito alcance la
Tierra aumentan.
Los profesores
Janaki Wickramasinghe y
Bill Napier, de dicho centro, explican en la
Monthly Notices of the Royal Astronomical Society que el modelo
ha permitido calcular el flujo de cometas que se han adentrado en el
sistema solar procedentes de la llamada
Nube de Oort durante periodos anteriores.
Esta Nube de Oort es una nube de
cometas que se cree que se
encuentra en el límite del
sistema solar, a una distancia aproximada de 100.000 UA (UA es una
unidad astronómica que equivale a 149.597.870 kilómetros).
Estadísticamente, se calcula que en
ella existen entre uno y cien billones de cometas, con una masa
total tal vez superior a la de Júpiter. Aunque nunca ha sido
observada directamente, se cree que la Nube de Oort estaría
constituida por los "escombros" de nuestro sistema planetario, al
que envolverían como una especie de globo.
Según Wickramasinghe y Napier, los
episodios de "bombardeo" extra de cometas al sistema solar se
producen a escalas de tiempo características de entre 25 y 35
millones de años, en especial en los periodos en que el sistema
solar atraviesa el plano galáctico.
Peligro futuro
De hecho, las expectativas teóricas
del modelo matemático coinciden en el tiempo con la edad de los
cráteres por impacto de meteoritos aparecidos en la Tierra en los
últimos 250 millones de años.
Hace años que la comunidad científica
concluyó que, al menos, dos de las extinciones masivas de las formas
de vida terrestre han tenido lugar durante un periodo de travesía
del sistema solar a través del plano galáctico. El modelo de los
investigadores de Cardiff respalda con nuevas evidencias esta
teoría.
Según los astrónomos, el último
encuentro del sistema
solar con uno de los brazos luminosos de la Vía Láctea (brazos que
contienen formaciones estelares) ocurrió hace 65 millones de años.
Este encuentro dio como resultado la extinción de casi todos los
dinosaurios y de casi el 60% de la vida vegetal de nuestro planeta.
El modelo matemático ha deducido,
tanto de los registros de los cráteres por impacto y por la posición
del Sol con respecto al plano galáctico, que en la actualidad
atravesamos un periodo similar.
Por esta razón advierten de que
deberían destinarse más medios y esfuerzos en la búsqueda de los
denominados "Objetos próximos a la Tierra" (en inglés los "NEO" ),
que son aquellos cometas o asteroides que, atrapados por la
atracción del Sol o de los diversos planetas en órbita alrededor de
éste, podrían acabar acercándose peligrosamente a nuestro planeta.
Los cometas están mayoritariamente compuestos de hielo y polvo,
mientras que los asteroides son rocosos.
Según Napier, habría que explorar a
fondo el sistema solar a la búsqueda de fragmentos de cometas y
también de cuerpos extremadamente oscuros (cometas inactivos) que no
pueden detectarse con herramientas corrientes, sino que necesitarían
ser rastreados con radiación infrarroja.
¿Más vida?
Todos estos aspectos negativos del
viaje del sistema solar por las regiones más densas de la Vía Láctea
tendrían un lado positivo, señalan los científicos: la posible
expansión de la vida a lugares remotos del universo.
Es posible, señalan los astrónomos,
que los periodos de colisiones de la Tierra con meteoritos
permitieran a formas microbianas de vida (a microorganismos)
abandonar la Tierra, arrastradas por el polvo y los fragmentos de
piedra desprendidos en los impactos, para poblar lugares distantes
del universo.
Esta idea está relacionada con la
teoría de la Panspermia, que señala que la vida en nuestro
planeta empezó de esta forma, al llegar en forma de microorganismo
en un meteorito.
Aunque es una teoría polémica, es
cierto que existen pruebas de bacterias capaces de sobrevivir largos
períodos de tiempo en el espacio exterior. Chandra Wickramasinghe
uno de los creadores de dicha teoría (junto al astrónomo
Sir Fred Hoyle), declaró en en una entrevista realizada en 2003
que él y sus investigadores habían encontrado evidencias de la
existencia de moléculas orgánicas en el polvo interestelar y también
en el polvo cometario.
Aunque ya se ha aceptado que el polvo
interestelar y cometario es orgánico en una proporción bastante
alta, la pregunta que se hacía Wickramasinghe entonces era: ¿cómo es
que las partículas formadas en el espacio tienen las mismas
propiedades que las bacterias?
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