QUE ES UN
SIBARITA
A todos nos llega el momento de
tener que encarar un tema difícil, pero difícilísimo. Y el asunto de
identificar o definir las características de un sibarita, es meterse
en un terreno muy fulero, en el que el tropiezo está a la vuelta de
la esquina, y la polémica se puede abrir sin que uno la convoque.
¿Sibarita = Dandy? Comencemos
por preguntarnos por las diferencias entre un sibarita y, por
ejemplo, un dandy. Existe un texto antiguo, casi inencontrable, que
habla "De los dandys porteños", y por sus páginas desfilan nombres
de inmaculada prosapia, que habiendo heredado inmensas fortunas, o
bien, habiendo accedido al patrimonio por el matrimonio, dedicaron
sus días al dolce far niente. O no tan así, porque por ahí anda
dando vueltas don Aarón de Anchorena, que fue haciendo pomada
prolijamente una tras otra las fortunas familiares que fue
heredando, pero el hombre se recorrió la Patagonia en los años
inhóspitos ?eso sí, con señorío sin igual-; casi se mata atravesando
el Río de la Plata en globo, y termina comprando los terrenos que
darían lugar a la famosa Estancia San Juan en el Uruguay, hoy
residencia de verano de los presidentes del vecino país.
Singularidades del sibarita.
Pero, nuestro modelo de sibarita no pasa por eso. Quizás el modelo
de sibarita reúna las siguientes características: 1) no debe estar
preocupado por su silueta. 2) Debe valorar los conocimientos de
gastronomía. 3) Debe interesarse por el devenir de la enología y
sentirse como en casa recorriendo los secretos de distintos
alcoholes que circulan por el mundo, y por supuesto en la Argentina.
4) Se interesa por la calidad de su comida. 5) Adhiere
incondicionalmente al slow food.
Esto le permite estar sentado en el
Oviedo de Buenos Aires, o en el Avataras de San Martín de los Andes,
y discutir sobre si la textura del salmón es semejante a la del que
probó en el Furusato de Tokio. También puede que elija el momento
oportuno para recordar la leyenda que atribuye al emperador Shen
Nung haber descubierto las virtudes del té alla por el año 2737
antes de Cristo. O bien, enfrentar una pizza en rueda de amigos y
recordar que fueron los longobardos los que, en el medioevo,
llegaron a la zona de la Campania en Italia en compañía de los
búfalos que darían origen a la muzarela. Quizás haya averiguado que
el afamado revuelto Gramajo debe su nombre a aquel sibarita de los
años 1930 que se llamaba Arturo Gramajo, y no al Coronel, ladero del
Gral. Roca, que imaginó Félix Luna ¡Ojo! Todo esto hecho con mucha,
pero muuuucha naturalidad, porque se sabe que lo sublime siempre
orilla el ridículo.
¿Sibarita = rico? No hay caso,
el tema sigue sin ser fácil, y tiene costados contradictorios.
Porque, es fácil que cada uno de nosotros tenga ya a esta altura en
su cabeza, su propia imagen del sibarita ideal, y muchos deberán
reconocer que no todos son gente de fortuna.
Quizás por ahí vaya la cosa, amigo
lector, al final de la reflexión, estoy por descubrir que el
sibarita es un tipo que eligió vivir bien, pero vivir bien en el
sentido filosófico: rico no es el que tiene mucho, sino el que
necesita poco. Y por lo tanto, no transige jamás con el fast food,
pero si no hay foie gràs, se encamina a unos tallarines amasados por
él mismo, que harían la delicia de cualquiera. Me consta que el
plato preferido del Gato Dumas, o Ramiro Rodríguez Pardo, o Francis
Malmann, y el mío, permítame mechar mis preferencias también, es:
¡la milanesa con papas fritas a caballo!.
Y viene el ingrediente final:
sibarita es, también, el que decide que una siesta, después de una
comida, en una tarde de lluvia en un lugar en el que nos sintamos a
gusto es de esos momentos que hilvanados uno a uno a través del
tiempo. Esos que nos hacen sentir que la vida merece vivirse. Atenti:
si usted se siente así, ¡usted es un sibarita y un bon vivant! No lo
dude.
Por Alejandro Maglione
Especial para LANACION.com
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