LOS PELIGROS DE
TRABAJAR DE NOCHE
"Al que madruga, Dios lo
ayuda", reza el saber popular, pero parece que la
naturaleza y las divinidades no amparan a aquel que va más allá y se
acuesta cuando todo el resto de la especie humana recién comienza a
levantarse
Mientras muchos se están desperezando
y quieren arrojar por la ventana al despertador; otros, sin embargo,
desprecian cualquier rayo de luz -al menos por unas horas-. Lo único
que buscan es un colchón donde poder descansar su cuerpo y su mente,
para enfrentar, luego, una noche más.
"Murciélagos" -por obligación
o por opción- hay cada vez más, especialmente en las grandes
ciudades. ¿Por qué proliferaron? Seguramente, el "llame ya"
está ganando espacios a pasos agigantados. ¿Cómo puede ser que el
delivery de la pizzería funcione sólo hasta las 2 de la mañana?
¿Esta remisería no está abierta de noche? Internet no me anda: no
hay problema; el servicio técnico trabaja 24x365 (todo el día, todos
los días del año). Y así, la larga lista de actitudes
impacientes hacen el "caldo gordo" para que rubros antes impensados
para funcionar de noche, hoy lo hagan casi como una cuestión
cotidiana y nadie se rasga las vestiduras.
Uno de los mayores problemas en esta clase de empleos es que se va
en contra de muchas actividades. Por ejemplo, cuando amigos o
familiares están celebrando alguna ocasión especial, aquel que tiene
un empleo nocturno, debe trabajar. Si por el contrario, la elección
es diurna, también estará excluido porque debe descansar para
reponerse. "Su dinámica puede provocar que no esté
disponible mental, ni física, ni emocionalmente para su entorno",
señala Pablo Nachtigall, psicólogo.
Historias con luna
Carlos es remisero y trabaja -sin francos- de 19 a 7.
En esas 12 horas en las que debe llevar a decenas de pasajeros a
múltiples destinos (la agencia le pidió que "cubra" esta
franja horaria, si no, no "tomaban su coche") tiene que
estar despierto por su seguridad y por los que él transporta.
Sin embargo, reconoce que muchas
veces el cansancio lo vence y debe dormir un rato en el sillón del
local de la remisería. "Hasta ahora tuve la 'suerte' de no
caerme encima del volante", confiesa casi vergonzosamente, pero no
me queda otra. Es la única manera que tengo de llegar a fin de mes",
se justifica.
Hay otros ejemplos, que quizá no sean
tan extremos, pero igualmente son un llamado de atención.
Marina González es mesera de un coqueto restó de Palermo Hollywood y
atiende a los clientes desde las 20 hasta que el local "se quede sin
gente y cerremos". Eso sucede entre las 3 y las 5 de la mañana.
Ella tiene dos francos a la semana (lunes y martes) y se
acuesta cuando llega a su casa, pero dice que "dormir de día
no es lo mismo. No descansás de igual manera. Hay ruidos afuera y en
tu casa también, si no vivís solo", se lamenta, casi con
resignación.
Mens sana in corpore sano
"Trabajar de noche produce un disbalance hormonal.
Pero más allá de eso, cualquiera que haya pasado por esa experiencia
puede afirmar que al otro día el cansancio es terrible.
Aunque se duerma de día, no es tan 'rentable' como una noche
reparadora", coincide Julia Bagdonavicius, médica.
Además de ello, las personas con horarios nocturnos son más
propensas a tener alteraciones en sus hábitos alimentarios. Suelen
elegir comidas rápidas, "picar" lo primero que tengan a mano
y no respetan el lapso que deben transcurrir entre una
ingesta y otra, ya que sus "relojes internos" están totalmente
alterados.
Por otra parte, un estudio realizado
en España por la Unidad del Sueño del Instituto Dexeus de
Barcelona y el Servicio de Neurofisiología del Hospital de
la Paz de Madrid concluyó que también hay fuertes
consecuencias sobre el estado de ánimo. Insomnio, irritabilidad,
angustia, depresión, y ataques de pánico, son algunos síntomas
bastante frecuentes.
Salvo algunas excepciones, son pocos los que "eligen"
trabajar de noche. Muchos solicitan una rotación de horario o migran
hacia otros empleos apenas pueden. "Hay gente que se siente
más cómoda así y hasta puede funcionar óptimamente. Sin embargo, la
gran mayoría de las personas no, debido a que el organismo está
preparado naturalmente para desplegar su actividad física durante el
día", opina Nachtigall.
En una línea similar, Julia
Bagdonavicius cree que este tipo de actividades están destinadas a
durar un corto plazo y son para una edad determinada. "Es
mucho más probable que una persona joven lo resista. Además, a
medida que el tiempo pasa, el organismo pide un cambio",
apunta la profesional.
Realidad paralela
Pero hay un costo extra, que los "trabajadores
búho" deben pagar. Muchas veces, la familia, los amigos y la
propia pareja, están más lejos de la comprensión y más cerca del
enojo. Los roces son moneda corriente y hay que hacer uso
de diversas herramientas para poder sobrellevar la situación con
entereza, sin perder nada demasiado importante mientras se transita
ese modo de vida.
"Si existe un cuadro de
estrés familiar o una pareja tiene dificultades para comunicarse de
forma adulta y brindarse afecto, este horario laboral potencia el
desencuentro. Si en cambio, si la otra parte apoya a su
compañero y se les explica a los hijos -en caso de tenerlos- por qué
uno de los padres debe ausentarse en la noche y dormir durante
algunas horas del día, ellos terminarán comprendiéndolo con el
transcurrir del tiempo", describe el terapeuta Pablo Nachtigall.
"Generalmente es una obligación. Casi
nadie trabaja de noche porque le gusta y hay que trata de
sobrellevar el momento de la mejor manera posible. En cuanto
a la familia, lo ideal es charlarlo y ver la forma de poder acordar
nuevos tiempos para realizar las actividades en conjunto, teniendo
en cuenta ese obstáculo", recomienda Bagdonavicius.
Profesionales y trabajadores parecen
coincidir: "desafiar al reloj" y ganarle, es un privilegio de pocos
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