COMO APRENDER A
DELEGAR
Dirigir una empresa es una tarea
difícil que implica la inversión de mucho tiempo, dinero y esfuerzo.
Además, en ocasiones los empresarios tienden a sobrecargarse de
trabajo como consecuencia del temor a no conseguir los objetivos
marcados o no cumplir las expectativas de sus clientes. Este exceso
continuado de trabajo provoca un sin fin de consecuencias negativas
en el rendimiento de la empresa y en el propio empresario,
provocándole un estrés innecesario que a la larga, ya sea por
enfermedad o por saturación de trabajo, obstaculizará el desarrollo
y progreso del negocio. La actividad empresarial se convierte así en
una fuente de problemas y temores en lugar de un proyecto resultado
de la ilusión y el cariño con el que fue concebido
Por otro lado, esta incapacidad para
delegar tareas en otros denota falta de confianza del empresario en
sus colaboradores y empleados, lo que genera conflictos en la rutina
laboral y un estrés añadido al empresario, quien convencido de que
el negocio no puede funcionar sin su presencia, reducirá su
disponibilidad para realizar viajes de trabajo, buscar nuevas
oportunidades de negocio, desarrollar alianzas estratégicas o
acuerdos comerciales, o aspectos más personales como tomarse unas
vacaciones o la incapacidad de desconectar en su tiempo libre.
La ausencia natural del puesto de
trabajo del empresario constituye el parámetro fundamental a la hora
de valorar el auténtico rendimiento de una empresa, si su gestión
resulta verdaderamente eficaz o si un mal planteamiento está
minimizando el potencial de la misma.
Para los profesionales del coaching
empresarial, que una empresa no pueda funcionar a pleno rendimiento
sin la presencia de su dueño, es un indicador de una deficiente
organización y gestión y por tanto, susceptible de un fracaso
evitable.
El coach utiliza su preparación y su
experiencia para conseguir una buena dinámica de empresa ayudando a
los empresarios a aprender a delegar y a interesarse por la
formación de sus empleados, de manera que, entre ellos se genere un
vinculo fortalecido en ambas direcciones: por un lado, el empresario
da recursos a sus empleados para desenvolverse ante los problemas
que surjan en la empresa y deposita en ellos su confianza para
solucionarlos, y por otro, los propios empleados agradecen esta
confianza y muestran mejor predisposición a tomar decisiones, y
mayor compromiso con la empresa.
Sin embargo, no se debe confundir el
papel del coach y otorgarle la figura del héroe salvador que viene a
solucionar todos nuestros problemas, sino entenderlo como un experto
capaz de colaborar con el empresario y enseñarle los recursos
necesarios y las claves para gestionar los problemas que surgen en
el desarrollo de la actividad empresarial, e incluso a anticiparse a
ellos: delegar, gestionar los recursos de la empresa, afrontar
situaciones de crisis, aprovechar el tiempo y organizar el negocio.
El coaching constituye por tanto, una
muy buena herramienta a tener en cuenta por los empresarios para
administrar su negocio con eficacia, tomar las decisiones acertadas,
y formar un equipo de trabajo capaz y activo que le permita
ausentarse sin miedo del negocio, centrarse en las tareas propias de
su puesto y recuperar la ilusión y satisfacción con las que fue
concebida su empresa
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