SECUESTROS EN
COLECTIVOS
El hombre, de unos 55 años, bien
vestido, no despertaba sospechas entre los pasajeros del colectivo
130 que, a las 16.30 del miércoles pasado, circulaba por el Bajo
hacia San Telmo. Había subido en la estación Retiro, sobre la
Avenida del Libertador. Su compañero de asiento, un joven de 23
años, alumno de Derecho de la Universidad Austral, no tenía motivos
para inquietarse. Hasta que su insospechado vecino dejó de serlo: lo
amenazó de muerte e intentó secuestrarlo, pero el estudiante escapó
tirándose del ómnibus
El caso habría quedado en la anécdota
si no fuese porque Alejandro, el joven en cuestión, no lo hubiera
denunciado en la Policía Federal y hecho público por medio de una
cadena de e-mails para alertar a otras posibles víctimas. El
resultado es que en menos de una semana recibió correos de 16 chicos
a los que les pasó algo similar. Dos de ellos no tuvieron la misma
suerte: uno contó que lo secuestraron por unas horas y que les
pidieron rescate a sus padres, y el otro relató que lo obligaron a
ir a su casa y asaltaron a su familia. Por ahora hay sólo una
denuncia en la comisaría 15a. de Retiro, confirmaron a LA NACION
fuentes policiales. Sin embargo, la manera de oficializar estos
hechos y que sean investigados como un nuevo modus operandi
es informar a la policía o a la fiscalía que interviene en el caso
para reunirlos, explicaron los voceros. Ya hay un identikit del
sospechoso que no actúa solo, sino en compañía de otros cómplices,
que pueden estar entre los pasajeros o que siguen al colectivo en un
automóvil.
Las víctimas de estos "aprietes" son
generalmente jóvenes de hasta 30 años, que circulan en las líneas de
colectivos que unen el conurbano y la zona norte de la ciudad de
Buenos Aires con las universidades privadas situadas en la zona del
Bajo, en Puerto Madero y en San Telmo, entre ellas la Austral, la
Universidad Católica Argentina (UCA), el CEMA, el Instituto
Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y la Facultad de Ingeniería de la
UBA.
Consultadas las empresas de
colectivos y las autoridades reguladoras del transporte, dijeron no
tener noticias de esta nueva modalidad delictiva. El jefe de
Fiscalización de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT),
Alejandro Rusconi, expresó que no habían recibido denuncias. Tampoco
tenían información en la línea 130.
"Siempre que hay algún problema de
seguridad en nuestro recorrido nos llegan las denuncias o
comentarios de los choferes", dijo Diego Enríquez, encargado de
control de la línea 130. Por su parte, el vocero de la Cámara
Empresaria de Autotransporte de Pasajeros (CEAP), Marcelo Manuzzi,
indicó que no se habían recibido denuncias.
Por pedido de las víctimas, LA NACION
no dará a conocer la identidad de Alejandro y de los otros
damnificados para preservar su seguridad.
De acuerdo con el relato del
muchacho, el miércoles pasado, a las 16.30, concurría a la
Universidad Austral en el colectivo que había tomado en la esquina
de Libertador y Sánchez de Bustamante. Cuando el ómnibus se detuvo
en la parada de la estación Retiro, se subió un hombre "bien
vestido, de buen aspecto, que hablaba muy educadamente", recordó
Alejandro.
"Me preguntó dónde quedaba la avenida
Independencia y siguió con preguntas sobre la facultad a la que iba.
Yo trataba de no entregar información y, cuando me empezó a
incomodar y quise irme, me agarró del brazo", relató el chico y dijo
que sintió miedo ante el extraño.
En ese momento, el hombre le reveló
sus verdaderas intenciones: "Mis amigos y yo seguimos a un chico
como vos, estamos casi seguros de que sos vos. Acá tengo una
pistola, así que te vamos a llevar", lo amenazó, mientras se
abultaba la mano en el bolsillo.
Mientras le pedía el documento, le
explicó que no intentara bajarse del colectivo porque sus supuestos
cómplices, que seguían el ómnibus en un automóvil, lo iban a matar.
"Quedate tranquilo", le indicó. Cuando el 130 llegaba a la Casa
Rosada, el muchacho se tiró a la calle y se salvó.
Recordó que en estos casos el
desconocido siempre hace comentarios parecidos o amenazas, al estilo
de "sabemos que mataste a alguien en la cancha y te estamos
buscando". Otras veces les dicen que son policías y que no se les
ocurra hacer la denuncia.
Una de las personas que se
comunicaron con Alejandro por mail le relató que el
desconocido lo había obligado a bajarse en parque Lezama, desde
donde llamó a su familia para pedirle rescate por su secuestro. Y
otro directamente fue obligado a ir a su casa.
El consejo del muchacho es gritar,
hacer escándalo, así el desconocido, descubierto, desciende sin
decir nada
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