LO QUE HAY QUE
SABER PARA BAJAR DE PESO
Derribaron mitos, analizaron las
perspectivas futuras de la epidemia de obesidad, pasaron revista a
los últimos conocimientos sobre el complejo mecanismo que regula el
hambre y la saciedad, pero, sobre todo, dejaron en claro que sacarse
kilos de encima no es tarea sencilla, aunque hay acciones claves
para poder lograrlo
Todo esto ocurrió en el VIII Congreso
Argentino de Obesidad y Trastornos Alimentarios, en Rosario, que
convocó a 1500 destacados especialistas del país y del extranjero.
Los científicos cada día entienden
mejor el intrincado caleidoscopio de hormonas y neurotransmisores
que gobiernan nuestros impulsos alimentarios, y también los
distintos comportamientos que hacen saltar la aguja de la balanza.
De ese nuevo conocimiento es posible extraer las claves para encarar
con mejores posibilidades de éxito la rebaja de peso.
Hoy, los expertos aseguran que muchos
alimentos prohibidos podrían perfectamente no serlo (como la carne
de cerdo), y que otros, que consumimos con la conciencia tranquila
(como algunos que prometen ser "dietéticos") terminan conspirando
contra los esfuerzos más decididos.
He aquí algunas de sus conclusiones.
La comida, ¿una
adicción?
"Si uno se alimentara como en la
época de las cavernas, con algunas plantas, frutos y carnes
silvestres, no se presentarían estas compulsiones por comer. Pero la
comida procesada con alto contenido de hidratos de carbono y grasas
genera interacciones químicas que son desconocidas para el
organismo, y que de alguna manera enloquecen los mecanismos del
hambre y de la saciedad", afirma el doctor Julio Montero, director
de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (Saota).
"Estos ?neoalimentos´ o ?psicoalimentos´
se apoderan del control de esta maquinaria y la descalibran -agrega
Montero-. Como resultado, el cuerpo se transforma en un avaro que,
pese a que está en la abundancia, sigue reclamando más y más. Es el
caso de la obesidad: carencia en medio de la abundancia. Este avaro
tiene las alforjas llenas, pero en lugar de beneficiarse de su
ahorro tiene que cargar con una pesada mochila que nunca utiliza."
¿Cómo lograr
una adecuada conducta alimentaria?
"Sería una ingenuidad pretender que
un adicto deje su adicción consumiendo menos droga -subraya el
doctor Montero-. Tiene que dejar de tomar contacto con lo que lo
perturba. Por eso, nosotros proponemos un esquema terapéutico que
intenta eliminar todas esas comidas que disparan conductas
impulsivas, y reemplazarlas por cantidades libres de los alimentos
paleolíticos, aquellos primeros interlocutores de nuestros genes que
aseguraron nuestra vida."
Entonces, ¿cuál
sería la fórmula para bajar de peso?
"El paciente tiene libertad para
consumir alimentos protectores -dice la licenciada Mariné Morillo,
del Centro Asistencial de la Saota-. No lo restringimos en cantidad,
sino en calidad alimentaria. Puede comer todos los tipos de carnes
magras hasta quedar saciado. Reemplazamos las harinas por opciones
que pueden ser rollitos de jamón cocido magro y queso, que también
son una muy buena fuente de calcio. El paciente también puede comer
fruta y verdura [que contienen algunos carbohidratos] en cantidades
limitadas. Con esta dieta los pacientes bajan el 10% en dos meses;
el 12%, en cuatro, y el 16%, en seis. Cuando aprenden a manejar la
adicción alimentaria que generan los hidratos de carbono, pueden ir
incorporando más alimentos."
Agrega la doctora Gladys Guarrera:
"Con este programa notamos que personas que llegan con dislipemias
(alteración del equilibrio de lípidos o grasas del organismo), a los
tres meses se mejoran simplemente con bajar de peso y sin haber
utilizado medicación".
Disparen contra
la grasa
"El tejido graso alcanza su máximo
desarrollo aproximadamente a los 20 años -dice Alex Valenzuela,
médico chileno especialista en obesidad-. Por eso es importantísimo
restringir o adecuar el número de calorías que se consumen en la
niñez y en la adolescencia para evitar que se generen más
adipocitos, que son los ?envases´ para almacenar la grasa. Si
multiplicamos los adipocitos en niños y adolescentes, aumentamos su
riesgo de obesidad."
¿Qué es más
efectivo, la dieta o la actividad física?
"Lo que más hace bajar de peso es la
restricción calórica -dice Raúl Bastarrechea, de la Universidad de
Texas en San Antonio-. Pero si se tiene en cuenta que la mayoría de
los pacientes lo recuperan en tres años, la actividad física es
clave. Esta a es la clave para que el metabolismo sea más efectivo.
Un músculo entrenado absorbe un 80% de la glucosa, mientras que un
músculo no entrenado desviará el 80% de la glucosa al tejido
adiposo. Se invierte el patrón de utilización de los azúcares."
Valenzuela agrega: "Si quieres
mantener a tu paciente flaco, el ejercicio va a ayudar. Si no, el
organismo va a tratar de recuperar el peso que perdió."
¿Hay formas más
saludables de cocinar los alimentos?
"Cuando superamos los 140 o 150
grados durante unos quince minutos, ya estamos formando productos de
glicación avanzada [glicar: endulzar anormalmente las
proteínas] -dice la licenciada Morillo-. Las altas temperaturas
generan una costra que despierta mecanismos de inflamación del
tejido adiposo y resistencia a la insulina [la hormona que les
permite a las células disponer de la glucosa]. Por eso, se
recomiendan cocciones lentas y a baja temperatura. También hay
alimentos que por su propia composición tienen productos de
glicación, como las grasas, la manteca, la crema de leche y los
sometidos a las frituras."
¿La flora
intestinal tiene algún papel en la regulación del peso?
"Se sabe que la flora o biota
intestinal de los obesos es distinta de la de los delgados -explica
el doctor Alfredo Ghione Pelayo, presidente del congreso-. Cuando en
un experimento en ratones se les cambiaba el contenido microbiano
intestinal, los obesos se volvían delgados y los delgados, obesos."
"En las personas y en los animales
obesos predominan microorganismos llamados firmicutes, muy hábiles
para tomar energía. En los delgados, por el contrario, predominan
los bacteroidetes. Sin embargo, no sabemos si las personas obesas
determinan esa biota, o si ésta fue determinando un metabolismo más
eficiente para absorber los alimentos."
Diálogo entre
las bacterias intestinales y el organismo
"Cuando la alimentación se va
empobreciendo en hidratos de carbono, aumenta la población de
bacteroidetes, los microorganismos que se asocian con menor peso
-agrega Montero-. Cuando se ponía a ratones que estaban en cámaras
asépticas en una jaula normal, éstos se volvían más gordos. Era como
si esa flora bacteriana potenciara el alimento que comían. Estos
habitantes de las oscuridades del tracto intestinal podrían generar
hormonas o transmisores que modifican los códigos funcionales de
nuestro organismo."
Dice Valenzuela: "En un año,
independientemente de cuál sea la dieta utilizada, la reducción de
peso tiende a normalizar la proporción de bacteroidetes y firmicutes.
Y [estas bacterias] no solamente influyen en la extracción de las
calorías, sino que también emiten algunas sustancias químicas que le
indican al adipocito que aumente la lipogénesis, el almacenamiento
de grasa. Lo curioso es que el lactobacilo, que es tan bueno,
pertenece a la familia de los firmicutes. Tal vez sean útiles para
algunas cosas y malos para otras. La nutrición moderna podría estar
generando o propiciando cambios en la biota intestinal".
¿Por qué
recuperamos el peso perdido?
"Cuando bajamos de peso -dice
Fernando Escobar, médico endocrinólogo y docente de la Universidad
de Buenos Aires-, el organismo pone en marcha estrategias para
ahorrar energía porque no quiere desnutrirse. Además, cuando hacemos
dieta bajamos mucho nuestra masa muscular, que es el tejido que
gasta, en promedio, el 70% de las calorías. Por eso es fundamental
la actividad física. No para bajar de peso, como muchas veces se
cree, sino para mantenerlo."
Edulcorantes,
¿sí o no?
"Los organismos no saben cuántas
calorías tienen almacenadas, sino que lo deducen a partir de los
neuroquímicos -afirma Montero-. El sabor dulce es detectado
independientemente de cuántas calorías tenga ese alimento y pone a
nuestro cuerpo en pie de alerta para metabolizarlo. Por lo tanto, el
sabor dulce del azúcar y el del edulcorante van a producir el mismo
efecto. Lo que es sorprendente es que el intestino tiene los mismos
receptores que existen en la cavidad bucal. De modo que, de alguna
manera, los edulcorantes también pueden activar los mecanismos
hedonísticos, del placer, por lo que hay que ser cuidadosos. Y no
nos tenemos que olvidar de otras sustancias que no son dulces, como
la sal y otros condimentos, que no engordan en sí mismos, pero que
de alguna manera predisponen a la obesidad."
El futuro
"Empezamos a descubrir todo lo que
produce el tracto intestinal después de que recibe los alimentos
-dice Bastarrechea-. Son sustancias que le van indicando al cerebro
que no necesita seguir comiendo. Si, basados en estos estudios de
biología molecular, podemos controlar el tamaño de la porción,
estaremos en condiciones de modular ese mecanismo. Y nos estaremos
adelantando a la formación de grasa."
Para tener en
cuenta
"Para estar en un peso saludable, hay
que hacer un cambio en nuestro estilo de vida y no solamente en
nuestra dieta -afirma la doctora Rosa Labanca, directora del Centro
Asistencial de la Saota-. Nosotros sostenemos que la alimentación
actual debería tener menos contenido de carbograsas, y basarse
fundamentalmente en las proteínas, los vegetales, las frutas y
algunos lácteos. A eso hay que agregarles actividad física para
sostener los resultados a largo plazo. Tenemos que poner interés en
otras actividades y no solamente en la alimentación."
Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION
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