El G-20 prometió
un nuevo sistema financiero
La próxima
cumbre será en abril, después que asuma Obama. Recién
entonces el mundo pondrá en marcha la reforma financiera
La avaricia financiera, la ambición por
dominar el planeta mediante el control de los hidrocarburos y la
amenaza del terrorismo de alta tecnología inspiraron en 1999 la
tercera película de Pierce Brosnan como James Bond con un título a
tono para la época, El mundo no basta. Ayer, poco antes de que
comenzara en Washington la sesión plenaria del G-20 para responder a
la crisis global, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel
Durao Barroso, encarnó el “sentido de urgencia” de los líderes del
G-8 (las siete potencias industriales más Rusia), la Unión Europea y
los grandes países emergentes reunidos desde el viernes en la
capital norteamericana con una frase más acorde con los tiempos
actuales: “El mundo no podía esperar”. Barroso reconoció la decisión
europea de señalar la responsabilidad de Estados Unidos por el
colapso económico al precisar que “teníamos que discutir estos
asuntos con los que tienen ahora responsabilidad, y la
responsabilidad es de esta administración”. A pesar del apuro, el
club del G-20 fijó su próxima cita para el 30 de abril de 2009, tres
meses después de que el demócrata Barack Obama reemplace al
republicano George W. Bush en la Casa Blanca. Recién entonces el
mundo pondrá en marcha la reforma del sistema financiero
internacional acordada ayer (ver aparte) al término de la última
cumbre encabezada por el impopular presidente en retirada.
“No se equivoquen. Éste es el mayor desafío económico de nuestra
época –advirtió en un mensaje radial a sus futuros colegas el
presidente norteamericano electo, que no participó del encuentro
pero envió un equipo de asesores–. El camino que debemos recorrer
será largo, pero sé que podremos salir de esta crisis porque en
Estados Unidos siempre logramos hacer frente a las dificultades.”
“Fue histórico. Estamos entrando a un nuevo mundo y Europa estuvo
unida”, celebró Nicolas Sarkozy en su doble rol de presidente
francés y jefe rotativo de la UE.
Los países menos desarrollados tuvieron la voz cantante a través del
mandatario de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva. Además de exigir
que se “tome en cuenta a las economías emergentes en el mundo
globalizado de hoy” y de respaldar la postura europea sobre una
mayor regulación de los mercados, Lula denunció que “el G-8 ya no
tiene razón de ser” (ver aparte), y atacó la “delicadísima”
situación de George W. Bush por insistir en su defensa del libre
mercado.
Los medios europeos acreditaron a centenares de periodistas en
Washington con la esperanza de que la cumbre se convirtiera en la
segunda parte de Breton Woods, que en 1944 creó las actuales
instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco Mundial. En Estados Unidos la
cobertura fue mínima. La noticia estrella era la posibilidad de que
Hillary Clinton sea nombrada secretaria de Estado del gobierno
demócrata que heredará la peor etapa de la crisis
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