La verdadera
pelea entre Nalbandian y Del Potro
David quería la final de la Copa
Davis en Córdoba porque le habrían prometido dos millones de
dólares. El tandilense pedía una distribución más pareja para todo
el equipo. La mayoría de los tenistas argentinos criticaron el
personalismo del cordobés y defendieron al de Tandil
“Andá a decirle a tu papito que venga
a pedir por tu plata, pendejo”, le dijo David Nalbandian a Juan
Martín del Potro en la noche del jueves, cuando los jugadores, a
pocas horas del inicio de la serie ante España, aún no habían
resuelto el asunto económico. Otros testigos van más allá y agregan
que el cordobés, incluso, trató de “cagón” al tandilense. Difícil de
comprobar, claro. Pero lo cierto es que la final de la Copa Davis
aún no había comenzado, la Argentina aún se sentía amplia favorita
ante España y la interna entre los dos mejores tenistas del país ya
estaba instalada.
El problema venía de fondo, de las supuestas veleidades de
Nalbandian, cada vez más mirado de reojo por el resto de los
argentinos, en especial Del Potro. Pero la penúltima gota que rebasó
todo (la última sería la derrota, por supuesto) fue un problema de
dinero. De mucho dinero. Nalbandian presionó hasta el colmo para que
la serie se jugara en Córdoba. Él se escudó en un presunto
federalismo, pero la realidad apuntaba a una cuestión de dinero. Uno
de sus patrocinantes, el Banco de Córdoba, estaba dispuesto a poner
muchos millones para su hombre fuerte. ¿Cuántos? En la provincia se
habló de dos millones de dólares para él solo. “El único que quería
jugar contra España en Córdoba era Nalbandian. Al resto nos daba lo
mismo”, dijeron otros tenistas de la Legión argentina. “Mar del
Plata también es el país”, había respondido Agustín Calleri. Y
algunos vieron un lapsus cuando Nalbandian se enteró de que Mar del
Plata había sido elegida: “Pusieron un sobre”, sugirió el cordobés.
Pero Nalbandian perdió la sede porque un ente bonaerense, a pedido
de Daniel Scioli, le pagó a la Asociación Argentina de Tenis (AAT)
9.600.000 dólares, 300.000 más de lo que ofrecía Córdoba. El de
Unquillo nunca aceptó su derrota y, según dicen sus detractores,
siguió pidiendo más dinero hasta un día antes de la final. A eso
apuntaba el presidente de la Asociación Argentina de Tenis (AAT),
Enrique Morea, cuando dijo de Nalbandian: “Los jugadores no tiene
amor a la patria, que quede claro. Hay muchos intereses creados”.
Ya en Mar del Plata, el problema fue la repartija final. Pese a la
derrota, los integrantes del equipo argentino se llevaron 2.800.000
dólares por parte de la AAT, que a su vez había recibido el dinero
del ente bonaerense. Pero el reparto no fue por igual entre los
cuatro jugadores. Por contrato, Nalbandian ya había acordado hacía
mucho que se quedaría con el 50% de la suma (el resto sería dividido
según la participación de cada uno en la serie). Al fin y al cabo,
si al Rey David le daban la mitad, era porque le correspondía por
ser el mejor argentino del ranking. Eso, claro, hasta que entró en
escena DelPotro, y salvó la semifinal contra Rusia, el 19 de
septiembre, que por un momento pareció perdida tras la derrota de
Nalbandian ante Davydenko.
Del Potro, que tiene veinte años y lógicamente es asesorado por su
padre, entró en escena. “Quiero ganar lo mismo”, se escuchó. Y algo
se rompió entre Delpo y David. Los detallistas recuerdan que el
saludo entre ambos, cuando el cordobés le ganó al tandilense en
París, el 30 de octubre, fue gélido. La semi ante Rusia, que terminó
entre abrazos efusivos entre los dos, había sido cuarenta días
antes. En ese lapso, en el que Nalbandian movió cielo y tierra para
que la final fuera en Córdoba, la relación se enfrió.
El más apuntado es Nalbandian. A su espalda, algunos le dicen “el
capitán”, porque creen que él digitaba todo. Por contraposición, a
Alberto Mancini, el hasta el domingo capitán nominal, lo trataban de
“marinero”. La queja era que el misionero aceptaba todo del
cordobés.
Lo de la pelea a golpes de mano entre Calleri y Nalbandian fue un
invento periodístico: las placas rojas son fáciles de soltar y el
resto de los canales se copió con tal de no quedar offside. Los dos
estaban calientes, como era lógico, por haber perdido. Pero, más
allá de alguna puteada al aire, David agarró el bolso y se fue.
Lo que sí es cierto es que Del Potro estuvo muy sensible en Mar del
Plata, y llegó a decir en el vestuario: “Nalbandian me bardea”. Se
refería, entre otras cosas, al ya famoso “¿Por qué no le decís a tu
papito que te venga a ayudar, pendejo?”. Por suerte, el tandilense
no respondió cuando un allegado le recomendó en caliente: “¿Y por
qué no le decís que se meta la raqueta en el orto?”.
La interna quedó al descubierto entre Del Potro y Nalbandian, pero
la mayoría juega a favor del tandilense. Guillermo Cañas es uno de
ellos. En el ambiente dicen que David le bajó el pulgar a Cañas
porque le pegó un pelotazo (sin querer) en una práctica previa a la
semi con Rusia, tras lo que se escuchó un “¿Qué hacés, negro de
mierda?”. Por eso no extrañó que ayer Cañas prendiera el ventilador:
“Algunos se creen que, por ser figuras, tienen que ganar más. Eso no
es ser grupo. Siempre hubo roces entre cierta gente, y era lógico
que saliera a la luz si no se ganaba la Copa”.
Frases como “Se piensa que está al nivel de Vilas”, “Se cree
Maradona o Ginóbili” son comunes. La conferencia de prensa que el
cordobés dio ayer en Mar del Plata fue calificada como “una puesta
en escena”. Pocos le creyeron. Claro, David niega todas estas
versiones y repiten la palabra “envidia”.
“Menos mal que se perdieron el premio que la Federación
Internacional les daba a los ganadores. ¿Sabés lo que habría sido?”,
se preguntan cerca de equipo. La respuesta es obvia: otra interna
millonaria
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