COMO HABLAR POR
TELÉFONO POR INTERNET SIN PAGAR
En el país ya hay tres millones de
usuarios que aprovechan la banda ancha para comunicarse. El fin de
la telefonía tradicional. Cómo funciona
María Angélica tiene un pie en Berlín y
una oreja en Buenos Aires. Desde que esta bióloga de 36 años
descubrió el programa Skype repite religiosamente todos los días el
mismo ritual comunicativo: llega del laboratorio donde desarrolla su
posdoctorado desde hace dos años, prende la computadora, acomoda la
camarita y el mechón que cae sobre su frente, hace doble click y
habla horas y horas con su novio, sin estampar su oído a un tubo,
sin discar interminables números y sin facturas abultadas.
Como ya lo hicieron 309 millones de personas en el mundo y alrededor
de tres millones de argentinos (casi el 20% de los que navegan por
internet, según la consultora Carrier y Asociados), esta
investigadora se apartó de la ruta de lo convencional y eligió una
alternativa mucho más económica: la llamada “telefonía IP” (VoIP o
“Voz sobre Protocolo de Internet”), es decir, un sistema de
comunicación que permite convertir señales de audio analógicas (por
ejemplo, la voz humana) en datos digitales y transmitirlos a través
de los cables de fibra óptica de la gran red, de la misma manera que
los impulsos eléctricos van y vienen entre los cien mil millones de
neuronas del cerebro. No sabe cómo funciona –así como desconoce el
sistema de combustión interna de su auto–, ni le importa. Sólo sabe
que a través de esta aplicación los 11.922 kilómetros que separan a
la Argentina de Alemania se evaporan apenas dice “¡hola!”.
Puede que Skype –software desarrollado hace cinco años por los
suecos Niklas Zennström y Janus Friis, los creadores de Kazaa, y
comprado por Ebay por 2.600 millones de dólares– sea la cara más
visible de esta opción económica que le disputa la supremacía a la
telefonía fija convencional, ya golpeada por los celulares (se
estima, por ejemplo, que en julio los argentinos mandaron unos 4.280
millones de SMS y que, en promedio, los adolescentes usuarios de
Personal mandan unos 167 mensajes cortos). Pero no es la única. Cada
vez hay más opciones que convierten a la computadora en una completa
y eficiente terminal telefónica: la estadounidense Vonage (www.vonage.com),
Gtalk, Yahoo! Voz, Gizmo y el eterno MSN Messenger, entre otros
tantos servicios gratuitos, siempre y cuando se trate de hablar de
computadora a computadora.
Pero como el ser humano es un animal extraño y de costumbres
tecnológicas enquistadas, la telefonía IP debió reconfigurarse para
crecer. Así surgieron los servicos de VoIP –pagos– de computadora a
teléfono (Net2phone y Skype cobran alrededor de 0,024 el minuto la
llamada a Londres, por ejemplo) o incluso de teléfono IP a teléfono
IP, aparatos concebidos desde cero para este fin como el Nokia N810
WiMAX Edition, Tatung VoIP o el Skype-phone, que multiplican las
opciones en el universo de la comunicación IP.
En la Argentina algunos de los proveedores de esta tecnología son
IFX Vanguard, VoxData, Interlap y Capcom. “Los hábitos de
comunicación están cambiando. Tanto en las empresas como en los
hogares existen nuevas alternativas a las líneas de telefonía fija.
Los principales usuarios son tanto jóvenes que adoptan tempranamente
la tecnología como gente que busca una línea telefónica que le
permita ahorrar”, explica Antonio Villanueva, gerente comercial de
Metrotel, una empresa de telecomunicaciones que comercializa un
servicio de telefonía IP llamado “i-voz”, que permite realizar y
recibir llamadas a través de banda ancha con un abono de 18 pesos
mensuales (que implican unos cien minutos libres).
Sólo hay que conectar un conversor de un extremo a la conexión de
internet y del otro a un teléfono común. Por eso es ideal para
personas que viajan regularmente, porque que mantiene la misma
línea: ya sea que estén en Kuala Lumpur o en Alaska podrán recibir
llamadas como si estuvieran en el living de su casa.
Adoptada hace tiempo por el sector empresarial, la telefonía IP de a
poco empieza a resonar como opción viable para la mayoría de los
“clientes residenciales”, etiqueta marketinera asignada por las
telefónicas al ciudadano común y corriente, que ve en esta
alternativa una manera directa de hablar mucho y barato sacudiendo
un poco el gran monopolio nacional
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