Las obsesiones de todos los días
Por la
Lic.
Mariana Gilbert
Psicóloga
Clínica. Adolescentes y adultos
Psicodiagnóstico Clínico y laboral
licgilbert@gmail.com
http://www.marianagilbert.blogspot.com/
En la actualidad
muchas personas padecen los llamados trastornos obsesivos.
Todos hemos tenido
en algún momento de nuestras vidas, alguna idea obsesiva.
Frente a una idea
obsesiva, se intenta suprimir estos pensamientos mediante otras
ideas o actividades. Por ejemplo, alguien al salir de su casa, duda
si ha cerrado la llave del gas, entonces comprueba una y otra vez
que lo ha hecho. Esta es la típica idea obsesiva.
Pero las obsesiones
van más allá de este estereotipo.
Las personas suelen
decir, “veo que esto que me pasa no está bien, pero no puedo
controlarlo”. Las ideas obsesivas nos llaman la atención por su
carácter.
Son ideas
persistentes que provocan ansiedad y malestar. Se viven como algo
fuera de control: “no puedo dejar de pensar en él”, “no puedo cortar
con mi trabajo”, etc.
Frente a estas
ideas, se ejercen actos que tienen como meta, aliviar la ansiedad
que genera dicha obsesión.
La obsesión puede
jugarse con el trabajo, con una pareja, con un hijo, con el sexo.
A veces tenemos la
creencia que si hacemos determinada cosa, nos generará un alivio.
Una mujer tenía la
creencia que si hablaba con su marido, cuatro veces por día, él le
confirmaba su fidelidad. Un hombre se realizaba chequeos médicos
frecuentemente porque estaba obsesionado con tener alguna
enfermedad. Otra mujer no podía dejar de pensar en el hombre que le
interesaba no pudiendo concentrarse, a veces en su trabajo.
A veces tenemos la
creencia que si estamos con una persona, nuestro malestar
desaparecerá, que si ingerimos tal sustancia es la única manera con
la cual podemos obtener placer, que si estudiamos sin parar nos irá
mejor en un examen.
Las obsesiones
pueden tener múltiples formas. A veces son difíciles de modificar.
Muchas personas son tratadas con fármacos que acompañan un proceso
terapéutico.
Lo que debemos tener
presente es que ellas generalmente encubren otras cosas a un nivel
más profundo. De alguna manera, las obsesiones nos “entretienen”
focalizando en algo, para no pensar en un conflicto que se juega en
otra área de nuestra vida.
Muchas veces la
obsesión viene a ocupar un lugar, a llenar un vacío. Generan cierto
beneficio, aún con el sufrimiento de la persona.
Escuchamos
frecuentemente que alguien ante la tristeza diga “después de lo que
me paso, me dediqué totalmente al trabajo, para no pensar”.
Es interesante ver,
que cosas nos tienen tan entretenidos, que no nos dejan ver,
apreciar e interesarnos en otros aspectos de nuestras vidas.
Reconocer el
padecimiento, es el primer paso. Después ver la carencia que
ocultan, de alguna manera, dichas obsesiones, muchas veces. Y a
partir de ahí empezar a construir algo nuevo. Empezar a diversificar
los intereses y repartirlos en otras áreas de nuestras vidas.
Ya Freud mencionaba
en uno de sus textos más importantes, esta idea de no esperar
satisfacernos solo con una cosa: “Así como el comerciante precavido
evita invertir todo su capital en un solo lugar, podría decirse que
la sabiduría de la vida aconseja no esperar toda satisfacción de una
aspiración única”.
Si hay una obsesión,
cualquiera que sea, algo está indicando. Es importante empezar a
reflexionar acerca de ella y ver qué nos está pasando. Qué nos hace
falta, qué estamos deseando, que no tiene que ver con las personas o
con las situaciones, sino con la relación con uno mismo
Compartir este articulo : | | | | |
|