COMO SUPERAR UNA
RUPTURA DE PAREJA
Por desgracia, seguro que todos, o por
lo menos la mayoría, llegada una determinada edad nos hemos tenido
que enfrentar a una ruptura sentimental. Y al dolor que esto
conlleva
Cuando empezamos una relación
sentimental seria, no metemos en este grupo a los encuentros
esporádicos, sin compromisos o “de una noche”, solemos tender a
creer que esta vez sí, que es la definitiva, que el otro (o la otra)
es la persona perfecta, nuestra media naranja. Y que este amor será
para siempre.
Sin embargo, no siempre las cosas ocurren como nosotros deseamos…
Si el fin de la pareja es producto del acuerdo de ambas partes,
duele y mucho, pero no tanto. El problema llega cuando la ruptura es
unilateral. Cuando a uno de los implicados, como diría la canción,
se le gastó el amor de tanto usarlo, o vaya usted a saber qué le ha
pasado. El caso es el que llega el cruel momento de decir adiós.
Las diferentes maneras de las que nos enfrentamos a una ruptura son
innumerables, tantas como personas y motivos existen para dejarlo.
Bien es cierto que uno no se enfrenta de la misma a este difícil
momento cuando llega el fin del primer amor de verano en la
adolescencia, que cuando a lo que se pone fin es a varios años de
convivencia. Sin embargo, sea como fuere, siempre, por lo menos a
una de las partes, le va a tocar sufrir.
La etapa post-ruptura contiene diferentes fases. En un primer
momento, parece que todo desaparece, que ya nada tiene sentido sin
la otra persona. Poco a poco, la nueva situación se va asimilando y
se comienza a percibir la posibilidad de que haya luz al final del
túnel. Después, nos vamos acostumbrando a las nuevas circunstancias
en las que nos encontramos y los llantos y lamentos por la pérdida
dejan paso a un interrogante: ¿y ahora qué?
En este momento es cuando comenzamos a reorganizar nuestra
existencia desde una perspectiva diferente, en la que deberíamos
situarnos a nosotros mismos en el epicentro. Sin embargo, esta etapa
puede ser peligrosa, porque muchos tienden a asimilarla con el
libertinaje y el “todo vale”. Y aunque el refranero popular suela
ser muy sabio, no siempre un clavo saca otro clavo…
Los cambios bruscos van a caracterizar el momento en el que el duelo
ya está desapareciendo. Aquellas personas a las que la ruptura no
sólo haya significado el fin de la pareja sino también el de la
convivencia, se enfrentan a muchos otros cambios, desde económicos
hasta de vivienda, pasando por amistades, familia…
Pero poco a poco, las aguas van volviendo a su cauce y la situación
se normaliza. Todo es cuestión de tiempo. Y de apoyos. El contar con
un grupo de personas (si es reducido, pero de mucha confianza, mejor
que mejor) a nuestro alrededor, será muy útil para poder superar los
duros momentos a los que nos tendremos que enfrentar.
No sólo vamos a necesitar un hombro sobre el que llorar, sino buenos
consejeros que nos muestren la realidad tan y como es, que no nos
digan sólo lo que queremos oír, sino lo que debemos, que sepan
ponerse en nuestra situación pero que tengan la suficiente
perspectiva como para ver las cosas con distancia. Que nos
distraigan, pero que no nos inciten a poner “parches” a nuestros
sentimientos en vez de procurar cortar el problema de raíz. Además,
será bueno que, con la distancia que sólo el tiempo puede dar,
sepamos quedarnos con la parte positiva de lo pasó.
Se recomienda también que retomemos antiguos hábitos que habíamos
dejado aparcados, que viajemos, que intentemos conocer a gente nueva
y que volvamos a buscarnos a nosotros mismos.
Y es que, una mala experiencia sentimental no tiene porque
significar que le cerremos, definitivamente, las puertas al amor.
25 de febrero de
2009 (hoy mujer)
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