Los científicos
cada vez más convencidos de la existencia de vida en otros mundos
En el congreso, se pasó revista a cómo
surgió la vida en la Tierra, y también a los muchos pasos, a veces
improbables, que se necesitó tomar en nuestro mundo para permitir la
aparición de vida inteligente. El radioastrónomo Gerrit Verschuur
afirmó que él cree que aunque es muy probable que haya vida en otros
mundos, quizás incluso en muchos, es en cambio muy improbable que
esos seres sean inteligentes, y también lo es que puedan comunicarse
con nosotros
Verschuur presentó su versión de la
Ecuación de Drake, formulada por el astrónomo Frank Drake en 1960,
que proporciona los medios para calcular el número de civilizaciones
inteligentes con las que sería posible que los seres humanos
establezcamos contacto.
La ecuación relaciona esas
posibilidades con la tasa de formación de estrellas y de planetas
habitables. Incluye la tasa con la cual la vida surge en tales
planetas, adquiere inteligencia, desarrolla la tecnología y las
capacidades de comunicación interplanetaria. Finalmente, calcula el
tiempo durante el cual esa civilización puede existir.
Usando la ecuación de Drake,
Verschuur calculó que, en el grupo de galaxias que incluye a nuestra
Vía Láctea, puede haber tan sólo otra civilización tecnificada capaz
de comunicarse con la humanidad; un número tan pequeño que puede
explicar por qué después de varias décadas de rastreo de los cielos
en busca de señales de vida inteligente no se ha obtenido ningún
resultado prometedor.
Dimitar Sasselov, profesor de
astrofísica en la Universidad de Harvard, coincidió con Verschuur en
que la vida probablemente es común en el universo. Él cree que la
vida es un "fenómeno planetario" natural que se da con facilidad en
los planetas con las condiciones apropiadas.
En cuanto a la vida inteligente,
considera que es sólo una cuestión de tiempo. Sasselov argumenta que
aunque el universo, a sus 14.000 millones de años de edad, puede
parecernos viejo, en realidad es muy joven. Los elementos pesados
que componen los planetas como la Tierra no estaban disponibles en
el universo temprano; tales elementos fueron formados por las
estrellas. Muchos de ellos sólo estuvieron disponibles para comenzar
a formar los planetas rocosos como la Tierra hace apenas 7.000 u
8.000 millones de años. Si uno considera que además se requirieron
casi 4.000 millones años para que la vida inteligente se
desarrollase en la Tierra, no resulta sorprendente que ésta siga
siendo rara.
Por tanto, puede que los humanos
representemos la primera generación de vida inteligente en el
universo.
Sasselov cree que el telescopio
espacial Kepler de la NASA podría encontrar, antes que acabe el año,
más de una docena de planetas con un tamaño entre el de la Tierra y
el doble, algunos de los cuales podrían tener la estabilidad y las
condiciones que permitirían que la vida se desarrolle.
Andrew Knoll utilizó las lecciones
que nos da la Tierra para trazar un "plano de diseño" de lo que
puede requerir el desarrollo de inteligencia en otros mundos. Knoll
cree que el aumento de la movilidad, los niveles de oxígeno y la
depredación, junto con su necesidad de sofisticados sistemas
sensoriales, la actividad coordinada y un cerebro, proveyeron los
primeros pasos hacia la inteligencia. Un planteamiento parecido
podría darse en otros planetas.
Otras de las ponencias versaron sobre
la búsqueda de planetas habitables, el desarrollo de vida
artificial, el viaje humano a Marte y la idea de que la vida podría
tener un componente de autodestrucción
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